Ciudad de México
/cms/uploads/image/file/455342/linea_2.jpg
Con la venia del señor presidente.

Señor presidente e integrantes de la mesa directiva.

Señoras diputadas. Señores diputados.

Acudo a esta cámara para ampliar los contenidos del Sexto Informe de Gobierno en materia educativa, pero también para compartir con ustedes algunas reflexiones acerca de la política pública más importante para las niñas y los niños de México.

México tiene el noveno sistema educativo más grande del mundo con 36.5 millones de alumnos; 1.2 millones más que hace seis años.

Cada día dos millones 85 mil maestros trabajan en 258 mil escuelas en todo el país; 86 por ciento de las cuales son públicas.

Nuestra escolaridad promedio alcanza los 9.5 grados y la tasa de analfabetismo es hoy de 4.1 por ciento, la más baja de toda la historia.

Estas cifras dimensionan el esfuerzo colectivo que México ha realizado desde 1921, pero también las enormes complejidades para mejorar sustancialmente la educación en un país diverso y desigual.

Un país que es uno y muchos a la vez. De las 90 mil primarias que existen en la mitad de ellas estudia el 87 por ciento de la matrícula, y en otras apenas el 13 por ciento.

Mientras que hay estados donde la escolaridad promedio supera los 11 grados. Hay otros que están por debajo de ocho.

Existen municipios con un analfabetismo menor al 1 por ciento, y otros que reportan todavía casi 40 por ciento.

Pareciera, en suma, que sobre el mismo suelo conviven regiones que apenas salen del siglo XIX, con otras que ingresan al siglo XXI.

Comprenderán señoras y señores que ofrecer una buena educación equitativa e incluyente en un país así, es un desafío institucional, político y presupuestal mayúsculo, pero sobre todo es un reto moral y ético.

Este es el horizonte que ha orientado la acción educativa del Estado mexicano en estos años. Tener mejores logros de aprendizaje, mejores maestros, mejores contenidos y mejores escuelas para todos.

Falta mucho por hacer, el camino es difícil y sinuoso. La buena educación es por definición una obra en construcción, pero empezamos a observar algunos avances.

La educación básica atiende ya a 24.4 millones de alumnos alcanzando una cobertura casi 96 por ciento entre la población de tres a 14 años de edad. Aunque en primaria y secundaria el indicador es prácticamente universal.

La eficiencia terminal en primaria se aproxima al 97 por ciento; en secundaria al 86 por ciento; al 67 por ciento en educación media superior; y al 71.5 por ciento en la educación superior; el 30 por ciento de la matrícula pública recibe siete y medio millones de becas, 618 mil más que al inicio de la administración.

La cobertura total en media superior registra 85.7 por ciento. Una cifra de 800 mil alumnos más que al inicio del sexenio y más centrada en una Formación Dual que permite la adquisición de nuevas y poderosas competencias para la inserción efectiva de nuestros jóvenes en el mundo laboral.

En educación superior, los datos preliminares del ciclo 2018- 2019, indican que la cobertura podría llegar al 39.9 por ciento, casi ocho puntos porcentuales más que en el año 2012.

Hoy en todas las modalidades 4.5 millones de jóvenes estudian una carrera, y de ellos, más de un millón 100 mil estudiantes provienen de sectores socioeconómicos rezagados.

Hace ocho años, únicamente uno de cada ocho jóvenes de hogares desfavorecidos cursaba la educación superior. Hoy lo hace uno de cada cuatro.

En materia de infraestructura educativa se habrán invertido hasta el final del sexenio mediante distintos fondos y programas casi 139 mil millones de pesos. El mayor monto en las últimas cinco décadas.

En el ciclo 2017-2018 operaban ya casi 25 mil 134 escuelas de Tiempo Completo en todo el país. Cuatro veces más que en el año 2012.

En beneficio de 3.6 millones de alumnos de educación básica. Y todas ellas son las que mejor desempeño muestran en las distintas pruebas e indicadores.

En los diversos procesos del Servicio Profesional Docente hasta ahora han participado más de un millón 520 mil docentes de educación básica y de media superior.

Gracias a ello, están ingresando uno de cada cuatro aspirantes a la escuela pública; es decir, los mejores maestros para los niños de México.

Gracias a ello, 242 mil maestras y maestros han obtenido su plaza o su promoción de manera transparente y exclusivamente por su esfuerzo, su mérito y su capacidad. Y más de 133 mil docentes están percibiendo ahora distintos incentivos económicos al haber obtenido calificaciones más altas en su desempeño.

Estos miles de docentes hoy están trabajando con un Nuevo Modelo Educativo, que pone en el centro de todos los esfuerzos, al alumno. Éste Nuevo Modelo define los logros esperados, establece el perfil del ciudadano que el sistema educativo se propone formar, expresa la forma en que se propone renovar y articular sus principales componentes y que detalla los nuevos contenidos, los nuevos materiales y los nuevos principios pedagógicos.

Es decir, los aprendizajes claves que necesitan las niñas, los niños y los jóvenes para salir adelante en un siglo XXI incierto, vertiginoso, desafiante e inédito. En suma, niños que cuenten con las competencias curriculares, con las habilidades socioemocionales y con el equipamiento intelectual necesarios para ser ciudadanos de alta intensidad, íntegros, seguros, preparados y felices.

Hoy, en las pruebas para evaluar los logros de aprendizaje, empezamos a ver mejoras. En PLANEA, por ejemplo, entre 2015 y 2017, 11 entidades incrementaron significativamente sus resultados en Lenguaje y Comunicación, y 18 en Matemáticas.

Lo cual sugiere, de mantenerse esta tendencia, que puede cambiar el panorama educativo de manera más rápida a nivel estatal como ha sucedido en muchos países. Por su parte, la tasa de analfabetismo se redujo del 6.2 al 4.1 por ciento y muy probablemente alcanzaremos, hacia diciembre, reducirla al 4 por ciento neto, con lo que, de acuerdo con algunos estándares internacionales, haría que México sea considerado un país plenamente alfabetizado.

Finalmente, con la creación del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa y gastó operativo ha sido posible introducir eficiencia y transparencia en el pago de los servicios de educación básica y normal en los estados.

Cumplir con obligaciones fiscales federales de 37 mil millones de pesos adicionales de ISR, tan sólo en el primer año de operación y de 84 mil millones de pesos en total en el año 2017 y regularizar más de 44 mil plazas cuyo costo equivalía a más de 5 mil millones de pesos anuales.

Estas son, señoras diputadas, señores diputados, algunos de los aspectos sobre los cuales seguramente vamos a dialogar esta mañana.  Pero más allá de los de los datos duros, es de elemental honestidad, expresar que la política educativa de la actual administración, condensada en los diversos componentes de la Reforma, arroja avances innegables y asignaturas pendientes.

Exhibe aciertos y también insuficiencias, describe un largo rato un camino recorrido, pero también en otro, igualmente largo por andar, ofrece lecciones aprendidas, así como áreas de oportunidad, muestra objetivos conseguidos, pero también otros por alcanzar.

Toda transformación educativa sistémica es un proceso sumamente complejo, madura y se consolida a largo plazo cómo se observa en la mayoría de los países que las han emprendido con éxito.

Pero en lo fundamental, en su andamiaje moral, los principios y valores en los que se funda, han abierto las posibilidades de una vida mejor y un futuro más promisorio para los niños mexicanos que son los verdaderos beneficiarios de los cambios.

Sé muy bien que podemos tener enfoques, políticas e ideas distintas, es lo normal cuando se produce una tensión creativa entre valores éticos e intereses políticos, pero por encima de nuestras diferencias, estoy seguro de que coincidimos en el valor superior que significa el ofrecer a los niños una educación de calidad, donde quiénes van a una escuela pública tenga las mismas oportunidades o más que los que acuden a una privada.

Donde los niños del sur cuenten con la misma o mejor educación que los del norte. Donde todos tengan un piso parejo para enfrentar la vida.

Por eso, como alguien que ha dedicado buena parte de su vida a la educación, deseo éxito a esta Legislatura y a la próxima administración en esta hazaña que es por el bien de las niñas, de los niños y de los jóvenes de México.

Muchas gracias y estoy a sus órdenes.