Nació en Guanajuato el 8 de diciembre de 1886. El talento para la pintura comenzó a desarrollarlo a muy temprana edad. Cuando apenas contaba diez años, la familia de Diego se trasladó a la ciudad de México. Allí, obtuvo una beca del gobierno para ingresar en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, en la que permaneció hasta su expulsión en 1902, por haber participado en las revueltas estudiantiles de ese año.

En la Academia de San Carlos estudió los estilos artísticos tradicionales europeos, sin embargo, las influencias que recibió en su estancia en la capital fueron muy variadas, tanto que fueron desde las de su primer maestro, hasta las del artista popular José Guadalupe Posada, grabador en cuyo taller trabajó y cuya influencia sería decisiva en su posterior desarrollo artístico.

Pasó alrededor de 15 años (1907-1922) viajando por Europa donde se interesó por el arte de vanguardia, abandonando el academicismo. En 1907, viajó a España para estudiar las obras de Goya, El Greco y Brueghel en el museo de El Prado de Madrid. Después, se mudó a París y quedó fascinado con el movimiento cubista de vanguardia que había fundado Pablo Picasso. Sin embargo, después de cuatro años, comenzó a cuestionar este movimiento.

Además de ser un artista célebre y controversial, fue un activista político provocativo que incitaba al debate no sólo en México, sino también en los Estados Unidos y en la Unión Soviética. Fue un artista comprometido políticamente, reflejando su adhesión a la causa socialista en sus propias realizaciones murales, además fue uno de los fundadores del Partido Comunista Mexicano.

Cuando volvió desde Italia a México (1922), junto con David Alfaro Siqueiros se dedicó a estudiar en profundidad el arte maya y azteca, que influirían de forma significativa en su obra posterior. En colaboración con otros destacados artistas mexicanos del momento (como el propio Siqueiros y Orozco), fundó el Sindicato de Pintores, del que surgiría el Movimiento Muralista Mexicano, de profunda raíz indigenista.

Durante la década de 1920 recibió numerosos encargos del gobierno para realizar grandes composiciones murales como las del Palacio de Cortés en Cuernavaca, el Palacio Nacional y el Palacio de las Bellas Artes de ciudad de México, así como la Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo, en las que abandonó las corrientes artísticas del momento para crear un estilo nacional que reflejara la historia del pueblo mexicano, desde la época precolombina hasta la Revolución, con escenas de un realismo vigoroso y popular, y de colores vivos.

A finales de la década de 1920, lo persuadieron de ir a pintar  en los Estados Unidos. En 1940 realizó el mural de la Unidad Panamericana para su exhibición en la Exposición Internacional de Golden Gate en San Francisco. Esta obra representó la culminación de cientos de murales pintados para el público.

Realizó una obra vastísima como muralista, dibujante, ilustrador y escritor. En formas simplificadas y con vivo colorido, rescató bellamente el pasado precolombino, al igual que los momentos más significativos de la historia mexicana: la tierra, el campesino y el obrero; las costumbres, y el carácter popular.

Fue un pintor revolucionario que buscaba llevar el arte al gran público, a la calle y a los edificios, manejando un lenguaje preciso y directo con un estilo realista, pleno de contenido social. Paralelamente a su esfuerzo creador, Diego Rivera desplegó actividad docente en su país, y reunió una magnífica colección de arte popular mexicano. Siempre fue su ambición expresar en forma plástica los sucesos, ideas y esperanzas de la Revolución Mexicana.