Una cucharada de miel representa el delicado trabajo de 12 abejas obreras durante toda su vida; un kilogramo, la libación de miles de ellas en los cálices de 4 millones de flores, acopio minucioso realizado en continuos viajes en su corta existencia, de seis a ocho semanas en verano y de cuatro a seis meses en invierno, explica worldbeeday.org.

Los continuos vuelos de una abeja en esos tiempos equivalen a cuatro veces la distancia alrededor de la Tierra, y su contribución a la humanidad y al planeta constituye un invaluable servicio al polinizar 170 mil especies de plantas, cultivadas y silvestres, labor a la que se suman murciélagos, mariposas y colibríes.

Se calcula que tres de cada cuatro cultivos alimentarios del mundo, es decir, el 75%, dependen de distintos polinizadores, y que el 40% de esa actividad ecológica la desarrollan abejas y mariposas. Sin embargo, la disminución de las poblaciones de los insectos polinizadores es muy grave.

La presencia de las abejas en la Tierra ha disminuido por el uso de agrotóxicos, los cambios en el uso de la tierra, la agroindustria con sus monocultivos al reducir los nutrientes disponibles; la introducción de organismos genéticamente modificados o transgénicos, la deforestación; los incendios de bosques, selvas, manglares y pastizales; las plagas, las enfermedades y el cambio climático, que amenazan los hábitats de las colmenas, su salud y desarrollo.

Tales adversidades colocan en peligro de extinción a estas pequeñas especies de fauna, lo que enciende focos de alerta para evitar problemas de enorme magnitud a la seguridad y soberanía alimentaria y a la conservación de la diversidad biológica.

Por eso, el 18 de octubre de 2017, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó la celebración, cada 20 de mayo, del Día Mundial de las Abejas, y exhortó a sumarse a los Estados Miembros, las organizaciones adheridas y otras de alcance internacional y regional, a la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales y particulares.

La fecha conmemorativa alude al natalicio, en Eslovenia, de Anton Janša, pionero de la apicultura moderna que en el siglo XVIII elogiaba lo laborioso de las abejas bajo poca supervisión.

Naciones Unidas insertó su llamado en el marco de la Agenda del Desarrollo Sostenible 2030, para pedir que de manera adecuada y acorde con las prioridades de cada país, mediante actividades educativas y de otro tipo se orientaran a generar conciencia sobre la importancia de las abejas y otros polinizadores, las amenazas que en particular enfrentan estos insectos, su contribución al desarrollo sostenible y lo que ello significa.

Este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y la Misión Permanente de la República de Eslovenia organizan un acto conmemorativo conjunto, con el fin de concientizar sobre la importancia de las abejas para una agricultura sostenible, los medios de vida del ser humano y el suministro de alimentos, así como fortalecer la colaboración entre las partes interesadas.

A México le atañe esta situación al contar con una relevante actividad apícola en distintas regiones. Destaca la Península de Yucatán, donde recientemente el titular de la Semarnat, Víctor M. Toledo, se reunió con organizaciones de apicultores y meliponicultores representativas para conocer y atender la problemática que enfrentan por la siembra de maíz transgénico, uso de plaguicidas, deforestación, cambio de uso de suelo y competencia desleal en el mercado nacional e internacional.

Los productores requieren liberar de amenazas a las colmenas, y resaltan una de ellas: la tala de 60 mil hectáreas de selvas al año para dedicarlas a la ganadería, la agroindustria, principalmente soya transgénica, y otras actividades de las comunidades menonitas. Ejemplifican con la desaparición, en 2018, de 300 colmenas por la fumigación de chile habanero en Quintana Roo, lo que no fue sancionado al no estar tipificado el delito ambiental de matar abejas.

Las dependencias involucradas y las autoridades locales ya se ocupan en crear soluciones, aseguró Toledo Manzur, y así lo confirmó María Elena Álvarez Buylla, directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), quien propuso integrar un proyecto nacional para la investigación e incidencia en el manejo sustentable de las abejas.

Esta iniciativa considera incluir el equipamiento del Centro de Investigación para el Desarrollo Apícola Sustentable con la participación de las comunidades y organizaciones regionales, lo mismo que de las instancias de investigación en Quintana Roo y Yucatán.

El Conacyt trabaja asimismo en la organización de la consulta a las comunidades sobre la siembra de transgénicos y el uso asociado con agrotóxicos, con el propósito de lograr que se prohíba la liberación al ambiente de ese tipo de cultivos.

La apicultura es una de las actividades económicas más importantes y rentables tanto en las comunidades mayas como en otras poblaciones originarias tradicionales de México que manejan los recursos naturales con técnicas ancestrales propiciatorias del servicio ambiental de las abejas de polinizar las plantas, con lo cual fomentan la conservación de la biodiversidad.