Este 12 de agosto, la Organización de las Naciones Unidas llama a los 30.7 millones de mexicanos que tienen entre 15 y 29 años de edad, y a los 1,800 millones de personas de entre los 10 y 24 años del resto del mundo, a convertirse en agentes de acción global (Youth Engagement for Global Action).

Es este sector etario el que se enfrenta a los grandes desafíos de nuestros tiempos: la crisis del COVID-19 y el cambio climático, principalmente, los cuales requieren de su acción concertada al ser ellos y ellas quienes se han visto más afectados con las consecuencias del desempleo, la pobreza y la marginación.

Cada año, en el Día Internacional de la Juventud se reconocen los esfuerzos de los jóvenes del mundo en la mejora de la sociedad global y se promueven formas para involucrarlos en acciones que se reflejen positivamente en sus comunidades.

Hoy, a 10 años del compromiso global de lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y cumplir la Agenda 2030, para que se conviertan en una realidad para todos y todas, presenciamos cómo muchas instituciones públicas se están erosionando y cómo se polarizan las naciones, y se observa la urgente necesidad de aplicar soluciones a diversos conflictos entre países, a la crisis sanitaria del COVID-19 y al cambio climático.

Ante los tamaños de esos conflictos, este 2021 la humanidad mira con esperanza la participación de los jóvenes en los planos local, nacional y mundial en las instituciones, y busca extraer enseñanzas para mejorar la representación y participación de las juventudes en la política.

Se considera que permitir a las juventudes participar en la política aumenta la equidad democrática, elaborar estrategias más sostenibles y restablecer la confianza de las y los jóvenes en las instituciones públicas.

El Día Internacional de la Juventud lo proclamó en 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas en respuesta a las recomendaciones de la Conferencia Mundial de Ministros de la Juventud (Lisboa, 1998), con el fin de promover el papel de la juventud como parte esencial en los procesos de cambio y generar un espacio para generar conciencia sobre los desafíos y problemas a los que se enfrenta.

En esta ocasión se busca dar voz a la juventud, conocer sus acciones e iniciativas mediante un debate tipo podcast organizado por jóvenes para jóvenes, así como realizar otras actividades promovidas de manera independiente en todo el orbe para destacar la importancia del compromiso de las juventudes en lo cotidiano y en los procesos políticos, económicos y sociales.

Otro de los grandes retos para los y las jóvenes es el inexorable crecimiento de la población mundial que se prevé aumente en 2,000 millones de personas al 2050, lo que moverá a incrementar sustancialmente la producción de alimentos más saludables y sostenibles para garantizar el bienestar humano y del planeta, que incluye abordar a fondo la reducción de la pobreza, la inclusión social, la atención de la salud, la conservación de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático.

La juventud necesita mecanismos de apoyo inclusivos que garanticen que va a poder seguir luchando colectiva e individualmente para restaurar el planeta y proteger la vida. Al mismo tiempo, se debe integrar la diversidad biológica en la transformación de los sistemas alimentarios.

El tema del Día Internacional de la Juventud 2021, "Transformar los sistemas alimentarios: innovación juvenil para la salud de los seres humanos y del planeta", pone en relieve el éxito de ese esfuerzo mundial que no se logrará sin la participación significativa de las personas jóvenes.

Durante el Foro de la Juventud del Consejo Económico y Social de 2021, los participantes plantearon, entre otras cuestiones y prioridades, el impacto de la pandemia de COVID-19 y su efecto en la salud, el medio ambiente y los sistemas alimentarios.

Subrayaron la importancia de trabajar en pro de sistemas alimentarios más equitativos, y destacaron la importancia de la educación en todas las naciones para que las juventudes puedan tomar correctas decisiones sobre su alimentación al conocer opciones más saludables y sostenibles tanto para las personas como para el medio ambiente.

Fueron más allá en sus planteamientos al formular recomendaciones sobre cómo facilitar la capacidad adecuada para la resiliencia de los sistemas alimentarios, sobre todo durante la pandemia de COVID-19 y después de ella.

Se reconoce el papel fundamental de las personas jóvenes en la gestión de la pandemia de COVID-19 y en la recuperación posterior, aun cuando no se sabe cómo este padecimiento les afecta y existe preocupación por su salud mental.

El Programa de Acción Mundial para los y las Jóvenes establece que los gobiernos deben asegurar que sus servicios satisfagan sus necesidades y, que al igual que otros sectores de la comunidad y los pacientes, sean incluidos en la puesta en marcha de medidas sanitarias y no sanitarias en la respuesta a la pandemia.

Propone la educación en temas de salud, la promoción de la salud pública y la información basada en pruebas, lo que es crucial para combatir la propagación y los efectos del COVID-19, contrarrestar la infodemia y garantizar información fiable, y a la vez motivar su creatividad para realizar videos que la difundan.

Se calcula que al 2030 sumarán 1,300 millones las personas jóvenes del mundo para quienes debemos, sociedades y gobiernos, procurar que se constituyan en una fuerza positiva y creativa para el desarrollo, pero se requiere brindarles el conocimiento y las oportunidades necesarias para que puedan prosperar a través de la educación y la construcción de las habilidades que faciliten su inserción sana, eficiente y productiva en todas las esferas de la sociedad.

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