Las ondas electromagnéticas existen desde el comienzo del universo. Su forma más conocida es la luz. Los campos eléctricos y magnéticos forman parte del espectro electromagnético, que abarca desde campos eléctricos y magnéticos estáticos a los rayos X, pasando por las radiofrecuencias (RF) y los rayos infrarrojos.

El 24 de junio se conmemora el Día Internacional contra la contaminación electromagnética con el objetivo de poner este tema en el radar de las personas, ya que prolifera rápidamente la presencia de redes inalámbricas mediante antenas wifi en todo tipo de edificios, públicos y privados, incluyendo colegios y hospitales, domicilios particulares, etc.

La electropolución, como también se le conoce, es una exposición excesiva a campos electromagnéticos generados por equipos electrónicos. Está presente de una manera invisible y los estudiosos del tema discuten aún sobre los posibles riesgos o afectaciones a la salud humana.

De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay más de 1,4 millones de estaciones de base en todo el mundo que emiten señales de radiofrecuencia (RF) y la cifra está aumentando de forma considerable con la aparición de las tecnologías de tercera generación.

Ante la inquietud común de los efectos a largo plazo que podría tener en la salud la exposición de todo el cuerpo a señales de RF, la OMS examinó pruebas científicas disponibles y señala que estos solo se refieren al aumento de la temperatura corporal (> 1º C) por la exposición a una intensidad de campo muy elevada que sólo se produce en determinadas instalaciones industriales, como los calentadores de RF. Los niveles de exposición a RF de las estaciones de base y las redes inalámbricas son tan bajos que los aumentos de temperatura son insignificantes y no afectan a la salud de las personas.

La potencia de los campos de RF alcanza su grado máximo en el origen y disminuye rápidamente con la distancia. Asimismo, indica que una serie de estudios recientes ha puesto de manifiesto que la exposición a RF de las estaciones de base y tecnologías inalámbricas en lugares de acceso público (incluidos hospitales y escuelas) suele ser miles de veces inferior a los límites establecidos por las normas internacionales.

El sitio web del Instituto Nacional del Cáncer hace referencia a la revisión de los campos electromagnéticos en general, así como los teléfonos celulares en particular, realizada en 2015 por el Comité Científico de la Comisión Europea de Riesgos para la Salud Emergentes y de Identificación Reciente. Encontró que, en general, los estudios epidemiológicos de campos de frecuencia extremadamente baja muestran un mayor riesgo de leucemia infantil con exposiciones promedio diarias calculadas arriba de 0,3 a 0,4 μT (microtesla), aunque no se han identificado mecanismos y no hay apoyo de estudios experimentales que expliquen esos resultados. Encontró también que los estudios epidemiológicos sobre exposición a radiofrecuencia no muestran un riesgo mayor de tumores de cerebro u otros cánceres de la región de la cabeza y cuello, aunque permanece abierta la posibilidad de una asociación con neuromas acústicos.

La Comisión Internacional de Protección contra las Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP, 1998) y el Instituto de Ingenieros Electricistas y Electrónicos (IEEE, 2005) han elaborado directrices internacionales sobre los límites de exposición para ofrecer protección contra los efectos reconocidos de los campos de RF. En tanto, dado el creciente uso de teléfonos móviles y, por consiguiente, la posibilidad de una exposición más prolongada a lo largo de la vida, la OMS ha impulsado que se ahonden las investigaciones.

Y aunque los extensos estudios realizados desde hace más de dos decenios señalen que no hay indicios de que los campos electromagnéticos, por debajo de los niveles especificados por los organismos internacionales, supongan un mayor riesgo para la salud, te presentamos algunas recomendaciones para reducir la contaminación electromagnética:

  • Poner el móvil en modo avión cuando se pueda, sobre todo por la noche.

  • No abusar de los auriculares y otros aparatos inalámbricos.

  • No poner lavavajillas, lavadoras, microondas y otros aparatos electrónicos cerca de las habitaciones.

  • No usar el móvil cerca de los bebés y los niños.

  • Apagar por completo los aparatos después de usarlos. Es decir, no usar el famoso stand by que en ocasiones puede permanecer encendido durante varias horas con la pantalla en reposo.

  • Comprobar que la instalación eléctrica no emita más radiaciones de lo estrictamente necesario y que las tomas de tierra funcionen bien.