En los últimos cinco años, el Gobierno de México ha llevado a cabo una profunda transformación desde el territorio, privilegiando primero a quienes más lo necesitan. Prueba de ello, es el Programa de Mejoramiento Urbano (PMU), mediante el cual se han construido más de mil obras de infraestructura social en zonas de gran rezago o marginación.
Dentro de este esfuerzo, un tipo de equipamiento deportivo que ha sido motivo de gran satisfacción para quienes formamos parte de la Sedatu, son los llamados “skateparks”. Las razones de nuestro orgullo son simples: niñas y niños, personas jóvenes y adultas y comunidades enteras se han apropiado de los espacios y los han usado, intensamente, en toda su amplitud. En pocas palabras, han sido un éxito rotundo.
Si uno se pregunta por qué estos proyectos han sido tan bien recibidos caben muchas hipótesis, que quizás pueden resumirse en una idea: los skateparks tienen atributos materiales e inmateriales muy nobles. Ello, porque consisten en construcciones de hormigón, que imitan obstáculos y estructuras que cotidianamente se ven en las calles, en los parques y en otros espacios urbanos abiertos. Así, construirlos es relativamente fácil, su vida útil es prolongada y no requieren muchos cuidados o un mantenimiento oneroso.
Más aún, porque ofrecen a las personas que los usan, y sobre todo a la subcultura o tribu urbana de skaters —grupo antes excluido y marginado por estereotipos negativos—, una zona segura donde pueden realizar trucos y piruetas en condiciones óptimas. Pero, sobre todo, porque son espacios que desencadenan una serie de beneficios 7 sociales que se relacionan y reafirman entre sí: desde mejoras en la salud física y mental individual de quienes los usan, hasta la mejora en la percepción de seguridad pública en las zonas donde se localizan y la reivindicación de expresiones culturales estigmatizadas, como ha sido la de los skaters.
Estos parques son más que instalaciones de concreto y metal: son puntos de encuentro comunitarios donde personas jóvenes y mayores, principiantes y expertas, pueden reunirse, practicar juntas, compartir experiencias y consejos, desestresarse y aprender tanto de un deporte, como sobre la vida en general.
Como todos los proyectos del PMU, los skateparks buscan responder al entorno en el que se construyen y dignificarlo. En ese sentido, cada uno refleja la singularidad y la identidad de la comunidad a la que sirve. Al respecto, cabe destacar que en el diseño de varios de ellos se incorporó la opinión de skaters profesionales. Además, se desarrollaron de cerca con los gobiernos estatales y municipales, con el fin de que comprendan su importancia y los mantengan como lugares vivos, cercanos a la gente.
Por medio de sus diseños innovadores, los skateparks se han convertido en íconos de las comunidades en las que se encuentran. Son testimonios de cómo la creatividad, la pasión y la dedicación pueden dar lugar a espacios que no sólo sirven a una función práctica, sino que inspiran, conectan y enriquecen a las personas. Son, sin duda, un medio para la inclusión social y la cohesión comunitaria.
Este libro explora en detalle tres de los skateparks creados por el Gobierno de México, por medio de la Sedatu, y muestra fotos de otros para entender la dimensión de su éxito y potencial. Es difícil imaginar todo lo bueno que puede pasar en ellos. Por lo pronto, sólo esperemos que sigan latiendo, llenos y vibrantes, y transformando, desde el territorio, vidas y comunidades.
Román Guillermo Meyer Falcón. Secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano