COMUNICACIÓN SOCIAL     

Ciudad de México, 30 de junio de 2021.

Agradezco al Wilson Center por la invitación para formar parte de este panel y por ser anfitriones. Es un honor estar aquí, con mis colegas de Estados Unidos y Canadá.

Quisiera comenzar contándoles de nuestra Primera Reunión de la Comisión de Libre Comercio. Fue una reunión exitosa y productiva donde nos concentramos en revisar una agenda muy sustantiva y logramos desahogar todos los temas, incluso en menos tiempo de lo que teníamos contemplado.

Quiero compartir con ustedes esta dinámica de trabajo porque refleja la visión y el enfoque que tenemos las tres ministras y compartirles que estamos decididas a darle el mayor impulso a la relación comercial entre nuestros tres países, para que ésta sea efectiva, eficiente, ágil y útil.

Es un gusto no sólo compartir este panel con ellas, sino tener el honor de que sea la primera vez que tres mujeres encabezamos la relación comercial de América del Norte. No sólo es significativo por el mensaje que da. Es significativo porque el T-MEC es un Tratado que precisamente busca que los beneficios del comercio internacional lleguen a sectores que tradicionalmente no han sido protagonistas como mujeres, jóvenes, comunidades indígenas y trabajadores.

Quiero enfocar mis comentarios en tres aspectos que creo marcan el primer aniversario del T-MEC. Estas son las 3Rs: 1. Reactivación del comercio; 2. Recuperación económica y 3. Restructuración de cadenas de valor.

Primero, Reactivación del comercio. El T-MEC nos ha permitido darle dinamismo a nuestro comercio aún en el contexto de la pandemia. El T-MEC crea un entorno basado en reglas dotando de certidumbre a las inversiones y siendo el principal garante para que esta relocalización sea exitosa. En 2021 México se ha colocado como el principal socio comercial de Estados Unidos y el tercer socio comercial de Canadá. Nuestro comercio con América del Norte sigue creciendo y se consolida con las nuevas reglas del T-MEC. Quisiera mencionar de manera particular el caso de éxito del comercio en el sector agropecuario en donde nuestro comercio es complementario y, a pesar a la pandemia, México se ha consolidado como el mayor socio comercial de Estados Unidos con un intercambio total de más de 51,000 millones de dólares en 2020. Durante los momentos más difíciles de la pandemia que implicó el cierre de actividades y confinamiento, México mantuvo el abasto de alimentos a Estados Unidos lo que permitió a los consumidores en Estados Unidos tener acceso a una dieta sana y variada. Ello además demostró que México es un socio confiable.

Segundo, el T-MEC ha sido un poderoso motor de la recuperación económica en América del Norte. Sin habérnoslo propuesto, éste nos preparó para enfrentar las consecuencias económicas de la pandemia y nos dotó de herramientas para impulsar una recuperación económica sólida. Esperamos que en 2021 la economía mexicana crezca 6.5%, y ello será impulsado por el comercio exterior de México, y sin duda por la dinámica en los flujos de inversión que ha promovido el propio T-MEC. De hecho, el reciente reporte de la UNCTAD identifica a México en el lugar 9 entre los países que recibieron mayores flujos de Inversión Extranjera en 2020 con más de 29 mil millones de dólares, de los cuales 54% tiene su origen en Estados Unidos y en Canadá. En 2021 tenemos registro de más de 100 proyectos de inversión por un valor superior a los 10,000 millones de dólares, lo que es señal de la confianza en la economía mexicana.

Tercero, Restructuración de cadenas de valor. Gracias al T-MEC contamos con reglas de origen para promover que más inversiones lleguen a la región y fortalezcan la proveeduría regional y el tejido productivo en cada uno de nuestros países. En América del Norte producimos juntos para competir juntos. El estudio Disentangling Value Chains, de Alonso de Gortari[1], indica que las importaciones de manufacturas que Estados Unidos realiza desde México integran un contenido estadounidense de 30% en promedio. Coincidimos con Estados Unidos y Canadá en la necesidad de fortalecer nuestras cadenas regionales de producción. Por ello, estamos en contacto con la Administración Biden y con el Gobierno de Canadá para que los tres países construyamos cadenas regionales de valor resilientes y eficientes. México tiene fortalezas en el desarrollo de semiconductores, baterías eléctricas, minerales y medicamentos y estamos listos para ser parte de la restructuración de cadenas de valor.

Quiero concluir mi intervención señalando un tema que está en el centro de la agenda de gobierno del presidente López Obrador: la reforma laboral. En julio de 2020, la integración de América del Norte inició una renovada etapa que se alinea con la nueva era que iniciamos en México el 1 de diciembre de 2018 y tiene que ver con la reforma laboral, un pilar fundamental de la agenda del presidente López Obrador.

En mayo de 2019, México tomó un importante paso hacia la democratización de las relaciones laborales mediante la icónica reforma laboral. Esta legislación representa un cambio estructural mayúsculo y sin precedente además de sentar las bases para un modelo novedoso de relaciones laborales que reformó el sistema de justicia laboral.

La reforma laboral representa un viraje del corporativismo hacia la democracia sindical efectiva al tiempo que se alinea con nuestros compromisos en el T-MEC. La integración regional se verá fortalecida con los valores que compartimos en el capítulo 23 y el anexo 23-A del Tratado y nos permitirá contribuir a los esfuerzos de desarrollo inclusivo, gracias a los pilares cruciales que son la mejora de condiciones laborales y mejores salarios para los trabajadores de los tres países.

Espero que sigamos trabajando juntas en estos esfuerzos por la constante profundización de nuestra integración económica y productiva, pero, aún más, por el bien de nuestras poblaciones.