Con el objetivo de acortar la brecha entre las personas que disponen de conexión digital y las que carecen de ella, los países deben poner remedio a la desaceleración de la inversión en Internet y en Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), ampliar las infraestructuras de alta velocidad de Internet y reforzar las competencias digitales.

Hoy, el Internet de alta velocidad se ha expandido hasta alcanzar al 80% de la población en las economías avanzadas y las ventas de teléfonos inteligentes han superado a las de los de teléfonos móviles convencionales. Ello ha dado lugar a una era de computación móvil que ha impulsado la banca en línea, el comercio electrónico y las plataformas digitales para servicios como el transporte compartido o el alquiler de viviendas.

Un Internet abierto y accesible contribuye a generar beneficios económicos de varios miles de millones de dólares al año.