Durante varios siglos, el maltrato a menores de edad en muchas partes del mundo ha
sido consignado en la literatura, el arte y la ciencia. Los informes sobre infanticidios,
mutilaciones, desamparo y otras formas de violencia contra los niños y las niñas se
remontan a las civilizaciones más antiguas. En los registros históricos también abundan
los casos de menores de edad descuidados, débiles, mal nutridos, echados del hogar
por su familia para valerse por sí mismos, y de menores de edad que han sufrido abuso
sexual.
Asimismo, durante mucho tiempo han existido grupos de beneficencia y de otra índole,
preocupados por el bienestar de los niños y las niñas que han abogado por su protección.
No obstante, el problema no recibió gran atención por parte de los profesionales de
la salud ni de instituciones y organismos de la sociedad civil ,sino hasta 1962, con la
publicación de un trabajo de gran trascendencia: “El síndrome del niño golpeado”.
Kempe, et al.
Se acuñó la denominación “Síndrome del niño golpeado” para caracterizar las
manifestaciones clínicas del maltrato físico grave en los menores de edad. Ahora,
cuatro decenios después, hay pruebas claras de que el maltrato a menores de edad
es un problema mundial. Se produce en una variedad de formas y está profundamente
arraigado en las prácticas culturales, económicas y sociales. Sin embargo, para resolver
este problema mundial se requiere de un conocimiento mucho mayor de las formas en
que se manifiesta, así como de sus causas y consecuencias en diferentes contextos.
Todo enfoque integral del maltrato a menores de edad, debe tener en cuenta las diversas
normas y expectativas del comportamiento de los padres en las distintas culturas del
mundo. La cultura es el acervo común de creencias y comportamientos de una sociedad
y sus ideas acerca de cómo deben conducirse las personas. Entre esas ideas están las
que definen qué actos omitidos o cometidos podrían constituir maltrato o descuido. En
otras palabras, la cultura ayuda a definir los principios que, por lo general, se aceptan en
relación con la crianza y el cuidado de los niños y las niñas.
Las diferentes culturas tienen reglas distintas acerca de cuáles prácticas de crianza son
aceptables. Algunos investigadores han señalado que los criterios sobre la crianza de
menores de edad, en diversas culturas, quizá diverjan a tal grado que resulte sumamente
difícil alcanzar un consenso sobre qué prácticas implican maltrato o descuido. No obstante
las diferencias en cuanto a cómo definen las culturas lo que constituye el maltrato, tienen
que ver más con el énfasis en aspectos particulares del comportamiento de los padres.
Parece que muchas culturas concuerdan en que no se debe permitir el maltrato en
menores de edad y, en este sentido, prácticamente hay unanimidad en lo concerniente a
las prácticas disciplinarias duras (castigo que cause daño físico y/o emocional: jalón de
orejas, insultos, golpes, quemaduras por cigarrillo, etcétera) y el abuso sexual.
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Secretaría de Salud |
30 de noviembre de 2006
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