La enfermedad se propaga cuando una persona sana tiene contacto con gotitas de saliva expulsadas al toser, estornudar y hablar con una persona enferma, sin embargo, raras veces puede contagiarse si estas gotitas caen en una herida o corte de la piel, por objetos que tengan saliva del enfermo o por saludar de mano o besar a una persona enferma.

Una persona sin tratamiento e infectada con difteria usualmente puede contagiar a otra persona de dos a cuatro semanas a partir de que adquirió la infección.

Las personas mayormente afectadas por la difteria, son los menores de 15 años. Existen dos tipos de difteria: una respiratoria y otra que daña la piel (cutánea).

Los especialistas del sector salud explican que los síntomas de la difteria se sienten de dos a seis días después del contacto con la persona infectada aunque también es posible que no se de ningún síntoma.

Los síntomas incluyen: respiración rápida y con dificultad, dolor de garganta, los ganglios linfáticos se agrandan, escurrimiento nasal, inflamación del paladar, fiebre (menor a 39°C) y malestar general.

En algunos casos, es posible que se forme una membrana de color blanco grisáceo en la garganta y en casos graves, incluso, el enfermo puede morir de asfixia. En la difteria cutánea además de los síntomas anteriores, hay lesiones en la piel.

La difteria se puede prevenir con la vacuna pentavalente acelular que protege también contra tosferina, tétanos, poliomielitis e infecciones provocadas por Haemophilus Influenza. Se administra a los 2, 4, 6 y 18 meses de edad; a los 4 años debe aplicarse un refuerzo que protege contra difteria, tosferina y tétanos.

El sector salud informa que no se han presentado casos de difteria en México desde 1991, pero es importante que todos contribuyamos a evitar el resurgimiento de esta enfermedad al vacunar a niños y niñas.

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