Los especialistas coinciden: invertir en el desarrollo infantil temprano es una potente estrategia para reducir las brechas sociales, fortalecer la economía y construir mejores sociedades. Aunado a ello, es uno de los determinantes de la salud y sus efectos se manifiestan a lo largo de la vida.

Según James J. Heckman, Premio Nobel de Economía, invertir en la educación durante la primera infancia es una estrategia rentable para el impulso del crecimiento económico: estima que por cada dólar invertido se obtiene una tasa de retorno de 7 dólares.

De acuerdo con un estudio realizado por la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo (UIN) del Hospital Infantil de México “Federico Gómez” (HIMFG) entre padres y madres con hijos menores de tres años, el 37.6% de los padres y 44.2% de las madres consideran que los niños comienzan a aprender entre los 0 y 3 meses edad.

Sin embargo, los expertos afirman que el desarrollo infantil comienza desde el embarazo y es durante los primeros 1000 días de vida cuando se desarrolla el 85% de las conexiones neuronales de los infantes, de ahí la imperiosa necesidad de realizar estrategias y dotar a los padres y cuidadores de herramientas que promuevan un desarrollo óptimo en los niños, para que alcancen todo su potencial.

Otro estudio de la UIN mostró que los niños que reciben educación inicial en estancias infantiles tienen mayores posibilidades de contar con un mejor nivel de desarrollo.

El doctor Antonio Rizzoli Córdoba, jefe de la UIN, recomienda a padres y cuidadores:

  • No se requieren cosas caras ni complicadas, solo creatividad.
  • Lo más valioso que tienen padres y cuidadores es el tiempo que pueden invertir con los niños.
  • Hay que hablarle claro y puntual a los niños y llamarlos por su nombre.
  • En vez de adivinarles el pensamiento, permitir que expresen sus ideas y ayudarles a hacerlo.
  • Preguntar qué es lo que quieren utilizando tres propiedades, por ejemplo: “¿quieres la pelota roja grande?”, “¿quieres un vaso de leche tibia?”.
  • Acudir a servicios de educación inicial a partir del primer año de vida.
  • Permitirnos expresar emociones con los niños.
  • Escuchar música, leer cuentos, bailar, imitar sonidos y armar rompecabezas, ya que esto forma parte del proceso de aprendizaje.

Para el doctor Antonio Rizzoli, se puede esperar un futuro alentador, ya que “si empezamos a aprender a convivir mejor con nosotros, y mostrar a los niños cómo convivir, en 2030 seguramente tendremos un mundo mejor”.

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