En 2014, la Secretaría de Gobernación (Segob), a través del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), publicó el “Manual de Protección Civil”, el cual ofrece aspectos prácticos sobre la identificación de riesgos generados por la manifestación de desastres naturales y humanos de forma clara y accesible; al tiempo que presenta acciones preventivas y de protección para enfrentarlos y recuperarse de ellos.

Dada la ubicación geográfica de México en el mundo, soporta el impacto de fenómenos naturales y humanos que han dejado a su paso importantes pérdidas humanas y materiales. Experiencias como la erupción del Chichonal en 1982, sismos como el de 1985, inundaciones en el sureste del país o la muerte de aficionados en el Estadio Olímpico Universitario en 1985 son muestra de nuestras vulnerabilidades.

En México existe una Ley General de Protección Civil y leyes de Protección Civil en todas las entidades federativas, así como un Manual de Organización y Operación del Sistema Nacional de Protección Civil, que establece el marco de actuación y coordinación de todos los sectores que integran dicho sistema.

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De acuerdo con esta publicación, los desastres pueden clasificarse en naturales y antrópicos. Los naturales, a su vez se dividen en dos categorías: 1) geológicos, tales como sismos, maremotos, vulcanismo, derrumbes, hundimientos o inestabilidad en laderas, e 2) hidrometeorológicos, entre los que se encuentran ciclones tropicales, lluvias extremas, inundaciones pluviales, fluviales, costeras y lacustres; las tormentas de nieve, granizo, polvo y eléctricas; heladas, sequías, ondas cálidas y gélidas, y los tornados; éstos son los tipos de desastres que históricamente han causado mayor daño a la población.

Mientras que los fenómenos de origen antrópico se clasifican en 1) químico-tecnológicos, se presentan por fugas o derrames de sustancias químicas  peligrosas, como solventes, gases, gasolinas, así como por incendios o explosiones; 2) sanitario-ecológicos, provocados por la contaminación del aire,  agua y suelo, lluvia ácida y ceniza volcánica, así como por plagas, como ratas, cucarachas, hormigas o abejas, y 3) socio-organizativos, propiciados por errores o por acciones premeditadas que se dan en manifestaciones sociales, eventos deportivos, musicales o religiosos, bloqueos a vialidades, conductas antisociales, como el sabotaje, terrorismo o enfrentamientos entre grupos antagónicos.

"Manual de Protección Civil"

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