PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Amigas, amigos:

Ya está todo dicho. Si acaso podría yo nada más agregar la frase del general Cárdenas, según la cual, quien entrega los recursos naturales de México a extranjeros es traidor a la patria. He dicho.

Pero escribí algo:

Hoy conmemoramos un aniversario de la expropiación petrolera, una decisión y un hecho verdaderamente histórico. En México y en el mundo, el petróleo siempre ha despertado la codicia, ha generado la opresión, la violencia y el sometimiento, pero también ha significado progreso, justicia, patriotismo y bienestar para los pueblos.

En México, desde que se descubrió el petróleo en los años setentas del siglo XIX, en San Fernando, un pueblo de Macuspana, Tabasco, y hasta el 18 de marzo de 1938, este recurso natural no renovable estaba relacionado con lo malo: los indígenas chontales decían que era del dueño del monte y quien lo tocara se convertiría en un montón de sal; ‘era del Diablo’, como lo expresa el poema de Ramón López Velarde; aunque lo menos místico y más real es que el petróleo durante el porfiriato y antes de la expropiación sólo producía sufrimiento y dolor a los mexicanos para complacencia y lucro de las compañías y de los gobiernos extranjeros.

Es el presidente Lázaro Cárdenas del Río, quien, además de recuperarlo en beneficio de la nación, empieza a concebirlo como palanca para el desarrollo de México. A partir de 1938, la industria petrolera le permitió al país alcanzar buenos niveles de crecimiento económico. Desde entonces hasta nuestros días, con altas y bajas, la explotación de esta importante materia prima ha permitido ingresos a la hacienda pública como ninguna otra actividad económica en la historia de México.

Baste decir que durante todo el periodo neoliberal o neoporfirista, de 1983 a 2018, de 30 centavos, 30 centavos de cada peso del presupuesto nacional, durante 36 años, 30 centavos de cada peso del presupuesto nacional provenían de la industria petrolera; esto explica el por qué nuestro petróleo siempre ha sido la gran tentación para propios y, sobre todo, extraños. Mientras unos presidentes de la República lo han querido privatizar de distintas maneras —trátese de contratos riesgo, contratos de servicios, contratos de todo tipo, compartiendo utilidades o entregando de plano a particulares bloques de nuestro territorio en zonas petroleras—, otros mandatarios como Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos e incluso Gustavo Díaz Ordaz supieron aplicar la enseñanza del general Lázaro Cárdenas de utilizar el petróleo y sus derivados sólo en beneficio del pueblo de México.

Por nuestra parte, y con este ideario, hemos venido actuando desde antes de llegar a la Presidencia, y ello ha marcado el camino que ha seguido nuestro gobierno.

¿Qué hemos hecho de manera concreta?

Aunque ya lo mencionó, lo explicó de manera detallada Octavio Romero Oropeza, excepcional director de Pemex, yo trataré de explicarlo de manera breve en 10 puntos:

Uno. Hemos logrado, como aquí se ha dado a conocer, detener la caída en la producción de crudo que se produjo de manera ininterrumpida de 2004 a 2018, cuando se pasó de tres millones 400 mil barriles diarios a un millón 700 mil barriles diarios; la mitad de la producción en 15 años, se perdió la mitad de producción. Ahora estamos extrayendo un millón 850 mil barriles diarios, 150 mil más que cuando llegamos al gobierno.

Dos. La producción de gas la incrementamos de tres mil 761 a tres mil 993 millones de pies cúbicos.

Tres. Se rehabilitó y amplió todo el sistema de refinación y hemos pasado de importar el 80 por ciento de las gasolinas que consumíamos en el país a sólo el 30 por ciento, y en septiembre únicamente importaremos seis por ciento, casi seremos autosuficientes.

Cuatro. Se acabó —así, de manera categórica—, se acabó con la tremenda corrupción que prevalecía en Pemex. Ya no son los tiempos de antes. Ya no se otorgan concesiones a modo, por consigna, para explotar petróleo en Chicontepec, o un contrato muy jugoso a una empresa extranjera; tampoco se entregan contratos como los que recibió una empresa española en la cuenca de Burgos, que supuestamente iba a significar extraer más gas; tampoco se invierte en beneficio de empresas extranjeras en aguas profundas, cuando todos sabemos que el petróleo está en el sureste, en tierra y en aguas someras, y cuesta mucho menos extraerlo. Ya se terminó con esa corrupción.

Cinco. Hemos bajado, y esto es muy importante en términos reales, los precios de las gasolinas, del diésel, y del gas en beneficio de los consumidores, como no sucedía en décadas en nuestro país.

Seis. Se ha dado mayor autonomía financiera a Pemex porque, contrario a los neoliberales que querían quebrarla —que era la intención, avanzaron en ese propósito perverso, porque prácticamente convirtieron en chatarra toda la industria petroquímica, y ese era el propósito también de convertir en fierros viejos las refinerías —, afortunadamente, el pueblo de México dijo ‘basta’ y se inició una política nueva, una nueva política económica y una nueva política en cuanto al petróleo. Por ejemplo, ahora, en vez de pagar 65 por ciento de derecho de utilidad compartida a la Secretaría de Hacienda, Pemex sólo paga el 30 por ciento, menos de la mitad.

Siete. El manejo honesto, eficaz y austero de Pemex ha permitido reducir los costos de producción, lo que cuesta extraer el petróleo; ahora cuesta menos que antes. Nos ha permitido también ahorrar y, como aquí se ha dicho, disminuir la deuda de Pemex de 129 mil millones de dólares a 106 mil millones de dólares, es decir, 18 por ciento menos de deuda en Pemex.

Ocho. No hemos dejado de invertir en exploración y hemos —con suerte, que también influye en estos casos, como en otros— hemos descubierto nuevos yacimientos en tierra y en aguas someras en el sureste del país. Cuando llegamos al gobierno las reservas probadas eran de 7.5 millones de barriles, hoy se estima que ascienden a lo mismo, 7.5 millones de barriles; en otras palabras, hemos mantenido los mismos niveles de reserva, aún con lo extraído durante nuestra administración.

Nueve. Se han puesto en operación dos plantas de fertilizantes, una planta de amoniaco propiedad de Pemex y una de urea adquirida en el pasado gobierno de manera fraudulenta, que estaba a poco de convertirse en chatarra. Ahora producen un millón 40 mil toneladas anuales y todo ese fertilizante se entrega de manera gratuita a dos millones de pequeños productores del campo bajo la premisa de que coman los que nos dan de comer.

Diez. Hemos basificado —como aquí se ha dicho, y arriba los petroleros transitorios y de planta— hemos basificado a 25 mil 411 trabajadores transitorios de acuerdo a su antigüedad, esto es muy importante.

Agradezco a los obreros, técnicos, profesionales y personal administrativo de Pemex por su apoyo, por su respaldo, así como también al sindicato de esta empresa de la nación.

En los últimos tiempos, como ya lo mencionó Octavio, de manera sutil ha surgido una fuerza, una corriente de opinión en contra del petróleo y de otras energías fósiles, lo cual ha llevado a plantear que se elimine o se reduzca su utilización y a poner en práctica la utilización de energías limpias y renovables. Desde mi punto de vista es importante adherirse a ese pensamiento, a esa idea, y seguir desarrollando estas nuevas opciones; es completamente racional conservar un recurso no renovable, máxime si su transformación y consumo ocasionan daños a la naturaleza y a la humanidad.

Sin embargo, debemos calcular bien los tiempos de esa transición energética para no volver a caer en México en la dependencia del extranjero por dejar anticipadamente de invertir en la extracción de petróleo y en la producción de gasolinas y combustibles.

Cuidado con los nuevos vendedores de cuentas de vidrio, con los que piensan que la riqueza de las naciones no depende de la producción y del trabajo, sino de la especulación financiera y de las bolsas de valores. Mientras no tengamos la total certeza de que podemos sustituir el petróleo sin dificultad y en poco tiempo, sigamos con la estrategia que hemos adoptado de no vender petróleo crudo, procesar toda la materia prima en nuestro país, y primero abastecer nuestro mercado interno. No a la dependencia.

Debemos continuar avanzando hacia la autosuficiencia y hacer a un lado el absurdo de exportar materia prima e importar combustibles, el vender naranja y comprar jugo de naranja. Nada de cerrar o abandonar refinerías; al contrario, mejorar su productividad y contar con otras; de igual forma, terminar de construir las dos nuevas coquizadoras de Tula y de Salina Cruz para obtener más gasolinas y no producir combustóleo contaminante.

Asimismo, a la vez que seguimos beneficiándos con la industria petrolera porque es buen negocio, lo decía hasta Rockefeller, decía: ‘El mejor negocio del mundo es el petróleo y el segundo mejor negocio del mundo es el petróleo mal administrado’. El petróleo ha sido, es y seguirá siendo un buen negocio y, si se administra como ahora, con honestidad, con eficiencia, vamos a utilizar los recursos del petróleo como palanca para el desarrollo.

Y debemos, con esas utilidades que nos permite el petróleo, empezar a crear un fondo que se vaya incrementando con el tiempo y que sea utilizado en su momento para financiar las plantas o equipos necesarios para la producción de energías alternativas o renovables, siempre pensando en no afectar la naturaleza y garantizar el bienestar de las nuevas generaciones; pero no debemos dejarnos llevar por el canto de las sirenas, son decisiones que debemos tomar de manera autónoma, pensando siempre en el interés público.

Recordemos, para sólo poner un ejemplo, que hace tres o cuatro años se esparció el rumor de que ya todos los carros iban a ser eléctricos, y se lo creyeron, no sólo los expertos, sino hasta los dueños de las grandes empresas petroleras extranjeras, y se empezaron a vender refinerías a precios bajos. Hace tres, cuatro años habían en venta, estaban en venta ocho, 10 refinerías en Texas, por eso aprovechamos a comprar Deer Park en 600 millones de dólares, un precio muy bajo, el 49 por ciento de las acciones que pertenecían a Shell, y miren cuántos beneficios nos ha dado esa compra.

Bueno, ¿qué sucedió? Una vez que se constató de que todavía faltaba tiempo para prescindir de los motores de combustión interna, las refinerías existentes continuaron produciendo y hoy hay en el mundo aproximadamente 190 refinerías más en construcción; o sea, tenemos que calcular muy bien y pensar siempre en lo que más conviene al pueblo de México y a la nación, no guiarnos sólo por la opinión de los mercaderes o financieros, con todo respeto, del extranjero, ellos están en su papel de especular y obtener ganancias fáciles, pero a los servidores públicos los únicos negocios que deben importarles, interesales, son los negocios públicos, nosotros somos representantes del pueblo de México y tenemos que cuidar el patrimonio nacional. Siervos de la nación, decía Morelos.

Y es distinto el sector privado que el sector público; son compatibles. Lo mejor es la economía mixta, el que se puedan integrar el sector privado, el sector público y el sector social, y con esos tres motores, como lo estamos haciendo, sacara adelante a nuestro país. Pero Pemex no debe, ni la Comisión Federal de Electricidad, administrarse como si se tratara de una empresa privada cuyo objetivo principal es la ganancia y el lucro; en el caso de la CFE y Pemex el objetivo fundamental superior es la felicidad y el bienestar de nuestro pueblo.

En fin. Sigamos defendiendo el petróleo de México y rescatando nuestra soberanía.

¡Que viva Pemex!

¡Que viva el general Lázaro Cárdenas del Río!

¡Que viva la expropiación petrolera!

¡Viva México!

¡Viva México!

¡Viva México!

MODERADORA: Finaliza esta ceremonia con los honores al presidente de los Estados Unidos Mexicanos y comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Se les invita a permanecer de pie para entonar nuestro Himno nacional.

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