Amigas, amigos todos.

Excelentísimo señor Johnny Briceño, primer ministro de Belice.

Señora Rossana Briceño, esposa del primer ministro del hermano país de Belice.

Ciudadano gobernador del estado de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, con su señora esposa.

Representantes del Poder Legislativo que nos acompañan.

Autoridades civiles, militares:

Nos da mucho gusto estar aquí en este estado que lleva el nombre de José María Morelos y Pavón, este estado que, como lo comenté hoy por la mañana, lo creó el presidente Benito Juárez, el mejor presidente de la historia de México.

La vida de José María Morelos y Pavón es uno de esos acontecimientos históricos irrepetibles. En su infancia y juventud fue arriero; más tarde, seminarista, cura, rebelde, libertario, demócrata, patriota, legislador y estadista.

Siempre se le recuerda como militar, atrincherado en el sitio de Cuautla, en donde surgió la cariñosa copla popular: “Por un cabo doy dos reales, por un sargento un doblón, por mi general Morelos doy todo mi corazón”.

El maestro Carlos Pellicer lo describía así: 

‘Imaginad una espada en medio de un jardín, eso es Morelos. Imaginad una pedrada sobre la alfombra de una triste fiesta, eso es Morelos. Imaginad una llamarada en almacén logrado por avaricia y robo, eso es Morelos.”

Lo que más admiro de este auténtico Siervo de la Nación es el profundo amor que profesaba al pueblo y la forma en que buscaba reivindicarlo. 

El documento al que hizo mención el primer ministro de Belice, que da a conocer en Chilpancingo, Guerrero, 1813, conocido como Sentimientos de la Nación, es un texto fundacional en el que se recoge y expresa en pocas palabras, con sencillez y buena prosa, un tratado de humanismo, en efecto, aún vigente por su dimensión social.

Los 23 puntos dictados por Morelos son de gran relevancia en el terreno de la democracia y de la legalidad, pero hay cuatro de estos postulados que me parecen de una excepcional trascendencia histórica y humana.

Decía Morelos: ‘Que se moderen la indigencia y la opulencia’. No encuentro una fórmula más clara para tratar el añejo problema de la desigualdad económica y social en nuestros países.

Recordemos que el barón de Humboldt, nueve años antes apenas de este postulado de Morelos, sostuvo que México ‘era el país de la desigualdad y que acaso en ninguna parte -decía- la hay más espantosa en la distribución de fortunas, civilización, cultivo de la tierra y población’.

Aunque parezca increíble, nos sorprenda, en los tiempos del neoliberalismo, hasta hace poco, la desigualdad se volvió aún más extrema y ofensiva. Por eso, el combatirla con una mejor distribución de la riqueza, del ingreso y del presupuesto es hoy una de nuestras mayores y más importantes tareas.

Decía Morelos: ‘Que se eleve el salario del peón’. Fíjense cómo lo elabora, son unas cuantas palabras. ¿Acaso no es también lo suficientemente clara esta demanda, que se eleve el salario del peón?

Partamos de la base de que durante el periodo neoliberal -al que hice referencia y que afortunadamente ha concluido en nuestro país porque ya se acabó con esa pesadilla- el empobrecimiento del pueblo se hizo acompañar con una pérdida sistemática y permanente de poder adquisitivo del salario.

El Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM señala en uno de sus últimos reportes que, en 1988, un salario mínimo alcanzaba para comprar 51 kilos de tortilla, pero 30 años después, cuando nosotros llegamos al gobierno, sólo alcanzaba para adquirir 5.8 kilógramos de tortilla.

Ahora en estos días, aún con la inflación, permite adquirir 7.7 kilos, es decir, casi dos kilos más. Aun cuando el salario mínimo ha aumentado durante nuestro gobierno en 47 por ciento en términos reales, como no sucedía en 30 años; sin embargo, todavía está vigente el postulado de Morelos de aumentar el salario de los trabajadores. 

Decía Morelos: ‘Que se eduque al hijo del campesino y del barretero igual que al hijo del más rico hacendado.’ Este principio básico tiene que ver con la educación pública y estuvo también en riesgo durante el periodo neoliberal, cuando la educación se libró al mercado como si se tratara de una mercancía, de modo que la enseñanza gratuita fuese achicada por la vía presupuestal y el estudio fue quedando como un privilegio para quienes tuviesen capacidad de pagar colegiaturas en escuelas privadas.

En esencia, la mal llamada reforma educativa era eso, que la enseñanza no fuese un derecho, sino un privilegio. Ahora, guiados por el anhelo de Morelos, estamos ocupándonos de cuatro acciones básicas: 

Tratar a las maestras y maestros con la dignidad y el derecho que merecen. Nunca más desprestigiar al magisterio nacional.

Mejorar los planteles educativos mediante el programa La Escuela es Nuestra. 

Reformar los contenidos de los libros de texto para devolverles el civismo, la ética, la historia y el humanismo, sin menoscabo de las matemáticas, la química, la física y otras disciplinas de las ciencias naturales.

Y convertir en derecho constitucional, como ya se estableció, el que estudiantes de familias pobres puedan obtener becas para terminar sus estudios.

Decía Morelos: ‘Que existan tribunales que protejan al débil de los abusos que comete el fuerte’. Esto exige acabar con la impunidad y que se deje de castigar exclusivamente a quienes no tienen con qué comprar su inocencia.

La Cuarta Transformación implica, como está en práctica y es sabido, abolir el régimen de privilegios que prevalecía, un régimen de desigualdad, pobreza y violencia, fundado en la falta de honestidad en el servicio público y en el predominio de la corrupción, tanto en el sector público como en el sector privado.

Aunque estos son para mí, estos cuatro postulados, son los más precisos y vigentes, hay en los Sentimientos de la Nación otros puntos de gran trascendencia. Por ejemplo:

El que declara libre e independiente de España a América, también de cualquier otra nación, gobierno o monarquía, este punto declara a México libre e independiente de España y de toda otra nación, gobierno o monarquía.

El que establece que la soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el cual sólo quiere depositarla, la soberanía, en sus representaciones. Somos una República.

El que divide los poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

El postulado de que el gobierno liberal debe de sustituir al tiránico.

El reclamo de leyes generales que valgan para todos y, por tanto, la tácita abolición de los fueros que privilegiaban a religiosos y militares.

El punto 15 proscribe para siempre la esclavitud y la distinción de castas, cito textualmente: ‘… quedando todos iguales y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud’. Pide a continuación ‘que se acaben la infinidad de tributos e imposiciones, teniendo por todo impuesto el cinco por ciento de las ganancias de cada individuo y la prohibición de la tortura en la nueva legislación’.

Termino agradeciendo la presencia del primer ministro Johnny Briceño, de su esposa, primer ministro de Belice, pueblo hermano y vecino. 

Al primer ministro Briceño y a su pueblo los abrazo en mi calidad, en mi carácter de representante del Gobierno de México y, parafraseando a Morelos, les expreso que deseo unirme a ellos como todos los mexicanos, deseamos estar unidos con el pueblo de Belice y unirnos en la declaración de que no hay otra nobleza que la de virtud, el saber, el patriotismo y la caridad, que todos somos iguales, pues del mismo origen procedemos, que no haya privilegios ni abolengos.

¡Que viva Belice!

¡Que viva Morelos!

¡Viva México!

¡Viva México!

¡Viva México!

 

Jojutla, Morelos, 30 de septiembre de 2021.