MODERADOR: Para dar inicio a esta ceremonia los invitamos a ponerse de pie para entonar los himnos nacionales de México y Chile.

(HIMNO NACIONAL MEXICANO)

(HIMNO NACIONAL DE LA REPÚBLICA DE CHILE)

MODERADOR: Escucharemos ahora las palabras de la doctora Alicia Bárcena Ibarra, secretaria de Relaciones Exteriores de México.

ALICIA BÁRCENA IBARRA, SECRETARIA DE RELACIONES EXTERIORES: Muy buenas tardes a todas y a todos.

Señores presidentes Andrés Manuel López Obrador, muy querido Gabriel Boric.

Querida Irina Karamanos, querida Beatriz Gutiérrez Mueller.

Amiga Isabel Allende Bussi.

No sé si la emoción me va a dejar hablar, es un día muy emocionante para mí, así es que, primero que nada, bienvenidos a este trozo de México en Chile.

En esta casa se ha inscrito por derecho propio en nuestra historia, la nuestra, de México y de Chile, por las mejores razones, porque entre sus paredes y bajo sus techos y en sus pasillos y en este patio se escribieron (falla de transmisión) más luminosas de la solidaridad fraterna entre nuestros pueblos.

Esta casa fue escudo contra la muerte y el tormento, fue santuario que salvó vidas y brindó amparo, voz. Hoy, cuando el presidente de los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, me ha honrado con la responsabilidad enorme de afirmar la voz de mi patria en el mundo, quiero rendir homenaje a uno de nuestros diplomáticos mayores, el gestor valiente de la respuesta inmediata, que arriesgó su vida, que recorrió la ciudad sitiada para rescatar en persona a los perseguidos, a Isabel, a Marcia, a Carmen Paz, a Enrique O’Farril, él personalmente, y por eso hoy, con orgullo de nuestra cancillería les quiero hacer entrega de algo que trae Laura Carrillo.

Resulta que… O tú, Jonathan, ven. Démosle a los dos presidentes. Pero préstame uno. Este es un cuaderno que me regaló Ricardo Núñez, y es un cuaderno que era de Gonzalo Martínez Corbalá. Y en esos aviones que él llevaba a la gente de vuelta, ¿verdad?, estos chilenos escribieron en este cuaderno, en este primer vuelo, su agradecimiento a México y a Gonzalo Martínez Corbalá.

Entonces, hicimos unas copias, porque el original se lo vamos a dar al hijo de Corbalá, de Gonzalo Martínez Corbalá, pero quería que esto lo tuvieran los dos.

Porque Gonzalo Martínez Corbalá fue el que acuñó, querida doctora Gutiérrez Mueller, la frase de: ‘No soy embajador de carrera, pero voy a la carrera’; yo se lo copié, porque yo no soy embajadora de carrera, pero soy embajadora a la carrera.

Y la verdad es que Gonzalo Martínez Corbalá le abrió las puertas a chilenas y chilenos. Y el inicio de ese éxodo tiene fecha y hora porque fue minutos después de las dos de la tarde del domingo 16 de septiembre cuando aterrizó, de 973, cuando ese avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, era un DC9 que se llamaba, Sinaloa, de Aeroméxico, un vuelo ordenado por el presidente Echeverría con 90 pasajeros en donde iba, precisamente, Isabel Allende, Hortensia Bussi de Allende, Carmen Paz.

Y por eso para mí es un honor tan grande recibirlas hoy en esta que fue mi casa unos meses. Porque Gabriela Mistral decía algo muy hermoso, ella decía: ‘México es cosa mía’, y yo me atrevo a decir: Nada de Chile me es ajeno, Chile es cosa mía.

Esta es una tierra, presidente Boric, querida Irina, querida Isabel, queridos amigos chilenos, que nos acogió a mí y a mí compañero Aníbal Severino, por más de dos décadas después de que Aníbal fuera recibido en México, ahí lo conocí.

Y quiero decirles que mi familia es chileno-mexicana, yo tengo un hijo chileno y un hijo mexicano.

Y Allende llegó en 72. Porque ustedes dirán: ‘¿Y por qué Allende es tan importante para México?’, porque cuando llegó el presidente —era mucho más joven que yo, yo no era tan joven— él vino en 72, y nos marcó para siempre, para siempre, porque México venía saliendo del movimiento del 68 y el Corpus Christi, habíamos jóvenes que pensábamos que era necesaria que hubiera más democracia, más apertura y entonces nos llegó, nos tocó, nos tocó muy fuerte Allende a los mexicanos y a las mexicanas. 

Y por eso para subrayar las dimensiones de nuestro homenaje lo hacemos de la mano del hombre que, siguiendo sus huellas por la vía de las urnas, caminando cada rincón de la patria, no conozco a nadie que haya recorrido México como nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, la transformación.

Por eso, hoy es un homenaje muy especial, muy especial, porque es un homenaje a un grande, Salvador Allende; un homenaje también a nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, al presidente Gabriel Boric y a muchos de ustedes que pasaron por esta casa, que sufrieron en esta casa, y que sufrieron el exilio. Vaya, gracias por estar aquí hoy, de verdad.

Así es que solamente quería yo decirles que Salvador Allende, cuando fue a México, dijo algo premonitorio en la Universidad de Guadalajara, dijo: ‘Yo sé, por lo que he vivido, que México ha sido y será, y gracias por ello, amigo de mi patria’. Y no se equivocó, México será siempre, siempre, amigo de esta… Yo diría que somos y seremos siempre un amigo y una amiga incondicional de esta hermosa patria, Chile, que es mi otra patria.

Muchas gracias.

MODERADOR: El licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, en ejercicio de la facultad que le confiere el artículo 89 fracción 1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con fundamento en los artículos Primero, Segundo párrafo segundo, Tercero, Quinto, Sexto fracción segunda, Séptimo fracción sexta, 11, 33, 40, 41 fracción sexta y 42 de la Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles, y 28, fracción 12, de la Ley Orgánica de la Administración Pública y Federal, y considerando que los artículos 5º, 40, 41 y 42 de la Ley de Premios, Estímulos y Recompensas Civiles establece la facultad del presidente de la República para otorgar la condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca a los extranjeros con el objeto de reconocer los servicios prominentes prestados a la nación mexicana o a la humanidad, y considerando que tal es el caso de la senadora por la región de Valparaíso, María Isabel Allende Bussi, a quien después del golpe de Estado que vivió Chile se le otorgó asilo político en México, donde realizó diversas acciones encaminadas a restaurar el sistema democrático de su nación. 

De igual manera, es el caso de Salvador Allende Gossens, presidente de la República de Chile, entre 1970 y 1973, a quien se le otorgó esta misma condecoración en el grado de collar en el año 1972 y cuya figura ha trascendido a la memoria histórica de ambos países, consolidando los lazos de amistad y solidaridad a partir del asilo político que México otorgó a su familia, así como a un gran número de personas chilenas que abandonaron su país en busca de mejores condiciones de vida.

Por lo antes expuesto, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, impondrá a la senadora Isabel Allende Bussi la condecoración de la Orden Mexicana del Águila Azteca en grado de insignia y le entregará también la reposición del collar de la Orden Mexicana del Águila Azteca que le fuera otorgada al entonces presidente de la República de Chile, Salvador Allende Gossens.

(CONDECORACIÓN DEL ÁGUILA AZTECA)

Agradecemos la asistencia de la familia de la senadora Allende. Y ahora invitamos a la senadora a hacer uso de la palabra para dirigir un mensaje.

MARÍA ISABEL ALLENDE BUSSI, SENADORA DE CHILE:Señor presidente de la república mexicana, Andrés Manuel López Obrador.

Doctora Beatriz Gutiérrez Mueller.

Querido presidente de Chile, Gabriel Boric Font.

Querida Irina Karamanos.

Querida Alicia.

La verdad, que la tenemos bastante cooptada, así que tenemos que decir: ya casi mexicana-chilena.

Embajadora de México en Chile, Laura Moreno, a quien le damos la bienvenida, ha llegado hace muy poquito y queremos, por supuesto, desearle mucho éxito.

A nuestra embajadora de México en Chile, querida Beatriz—perdón, de Chile en México— Beatriz Sánchez, autoridades del gobierno mexicano, amigas, amigos, compañeras y compañeros.

Veo rostros que compartimos juntos ese exilio en México y es algo que uno nunca olvidará. Y, por cierto, querida familia, es bonito para nosotros estar juntos y poder recibir esto, así que lo digo a nombre de la familia, pero también yo creo que el momento de emoción que nos embarga es a todos nosotros quienes una vez más hemos sido sorprendidos por el calor mexicano, por la generosidad mexicana, por su solidaridad, por sus puertas abiertas, por su doctrina de recibir aquello que tienen riesgo de sus vidas y porque nunca olvidaremos, como aquí se recordó, la acción del entonces embajador Gonzalo Martínez Corbalá, que personalmente se preocupó de reunir los más que pudo y logró, por abrir sus puertas.

Quiero comentarles que a esta embajada, en estas paredes llegaron casi 500 o más personas, y a la cancillería más de 350 personas; o sea, más de 850 personas se salvaron, se liberaron de la prisión, de la tortura, quizás, incluso la desaparición, gracias a la acción de Gonzalo Martínez Corbalá. Nunca lo olvidaremos, pero aquí ambas partes nunca lo olvidaremos.

Yo sé que Gonzalo representaba, señor presidente de México, esa doctrina de México, esa solidaridad que acostumbra México. En el pasado lo hizo con los españoles que salían de la guerra civil, de la dolorosa guerra civil, y esta vez nos tocó de los 70 a nosotros y creo que esa solidaridad mexicana, pero sobre todo esta relación bicentenaria entre México y Chile, que se remonta, como he dicho, bicentenaria, porque no se puede olvidar, no se puede olvidar lo que fue incluso la gesta de entonces Juárez cuando pretendieron imponer un gobierno extranjero y nuestro gobierno reconoció siempre al gobierno oficial de México y no a los impostores, y me parece que eso siempre hay que conservarlo.

Cuando mi padre visitó México en 1972, la verdad es que el cariño con que fue recibido fue extraordinario. Y en el Senado, en el Congreso de la Unión, por cierto, en Guadalajara, esas palabras que marcó a generaciones de estudiantes mexicanos, que hasta el día de hoy a aquellos que ingresan se les lee el discurso de Salvador Allende, porque creo que en ese momento lo que quería decirles Salvador Allende a esos jóvenes: ‘Ustedes son los privilegiados de estar en la universidad, y era tener consciencia social, lo que significa llegar a la universidad y llegaran a comprometerse con sus países, sus sociedades.

Porque mi padre, estando en México, recordó al general Lázaro Cárdenas, y recordó cómo México una vez más se adelantó, México se independizó antes; pero México además nacionalizó el petróleo.

Y el general Lázaro Cárdenas le escribió cartas a mi padre, que mi padre apreciaba mucho y que se las leía en sus campañas a los chilenos para que se dieran cuenta lo que había significado la gesta de nacionalizar el petróleo y también, por supuesto, las acciones que hubo al contrario sobre eso.

Y él identificaba después lo que había sido en el caso nuestro, por supuesto con la nacionalización del cobre y también la actitud que recibimos de negando los créditos, la negativa de respuesta y tantas cosas.

Y por eso, yo quiero decirle con profunda emoción que recibir esta condecoración de Águila Azteca en grado insignia de verdad me conmueve profundamente; pero siento que es a nombre de todos y todas que estuvimos en México, es a nombre de todos y todas las que sentimos esas puertas abiertas, esas casas que se nos abrieron, esas ciudades que nos acogieron, esa comida mexicana maravillosa, esa artesanía que nos acompaña siempre, hasta el día de hoy, en casas nuestras, por cierto, que van a encontrar siempre esa artesanía. Y siempre estamos pendientes para conseguir el mole porque, claro, hay que comer mole, no podíamos dejar de comer mole entre tantas cosas maravillosas.

Pero aprendimos tanto de México. 

Y también quiero decir con orgullo que muchos, muchos de los nuestros, que aquí veo a Luis Maira, veo a Albert, cineasta; veo a Miguel Littin, veo a tanta gente amiga, pero quiero decirle que muchos de los nuestros, muchos de los nuestros aportaron también a México, se integraron a las academias, a las universidades, a los centros de investigación. Y es un orgullo decir cómo nos fuimos integrando chilenos y mexicanos.

Por cierto, en nuestras familias un sobrino que nace en México y otros que aprendieron a caminar en México, prácticamente hablar en México, se educaron, y otros incluso estudiaron en la universidad, se recibieron, que es el caso de Marcia, biología en la Universidad Autónoma de México.

Hace pocos días regresamos de México, una tía, que organizó nuestra embajadora de Chile en México, esta vez lo dije bien, a quien le agradecemos profundamente. Y de verdad que no vamos a olvidar. Aquí veo a algunas senadoras que estuvieron con nosotros, y senadores que nos recibieron.

También, nos declararon ciudadana ilustre, creo que es la palabra, distinguida era, en el gobierno de la Ciudad de México y fue tan maravilloso.

Pero una vez más decirles a nuestros queridos amigos mexicanos: qué grande, qué grande es su país, qué grande es cuando, además de eso ustedes tienen la mirada y la perspectiva.

Yo quiero decir que es la solidaridad mexicana comenzó incluso durante el gobierno del presidente Allende. Es bueno que ustedes sepan que ya durante el gobierno del presidente Allende, actitud que, no dudo, correspondía al cariño y al amor del pueblo mexicano, a esa política de Estado y a su gobierno en ese momento.

Esa solidaridad que vimos antes y que después recibimos nosotros cuando llegamos aquí, cuando Gonzalo Martínez logró reunir a nuestra familia, cuando consiguió que nos juntáramos, cuando finalmente un 15 de diciembre en la noche en una caravana partíamos acompañados de embajadores y embajadoras que querían acompañarnos para estar seguros que no iba a haber mayores problemas, no fue fácil, esa caravana de automóviles entre en medio de militares que nos esperaban en el aeropuerto, pero finalmente partimos ese 15 en la noche.

Y hemos aterrizado un 16 de septiembre, donde fuimos recibidos con tanto cariño y en el más riguroso luto del gobierno de ese entonces el presidente Echeverría. Y no puedo dejar de mencionar a María Esther Zuno también, que ella fue particularmente cariñosa y se preocupó que estos chilenos que llegábamos pudiésemos encontrar esas puertas abiertas y pudiésemos rehacer esa vida, porque todos sabemos que el exilio es un corte brutal, de la noche a la mañana la vida cambia, de la noche a la mañana uno dejó de poder hacer su vida, dejó parte de la familia, nunca más su trabajo, sus amigos y cuántos ya incluso, cuántos ya incluso, habían empezado a ser víctimas de la feroz represión, ya habíamos tenido ese bombardeo no sólo del Palacio de la Moneda, aberrante, sino que además incluso la residencia presidencial.

Por eso, encontrarnos en México, poder rehacer la vida, sentir ese cariño, quiero decirle que por muchos años, con Tencha, que se transformó en la voz, la voz que hacía valer y denunciar la violación a los derechos humanos en Chile, esa voz que se levantaba por el mundo y que nos acogían tantos países también con sus comités de solidaridad y que también le abrían la puerta a los chilenos, pero volver a México era volver a nuestra casa, volver a México era sentirnos nuevamente que estábamos ahí, en nuestro segundo país, pero ahora nos gusta decir, en nuestro otro país, ni siquiera segundo país, porque realmente nunca podremos olvidarlo.

En definitiva, yo creo también, presidente, que esta condecoración póstuma al presidente Allende en la conmemoración de estos 50 años es porque estamos hablando de un demócrata, del hombre que caminó Chile, que tuvo cuatro campañas presidenciales y que nos enseñó que era posible, que era necesario, que era importante hacer profundas reformas sociales en un país que vivía con bastante pobreza, analfabetismo, incluso, desnutrición. Y que era necesario hacer esas reformas, que era necesario que esa riqueza básica fuera para el conjunto del país, pero siempre en democracia, pluralismo y libertad, como le gustaba decir, cambio e institucionalidad democrática.

Y yo creo que eso fue muy inspirador para muchísimas personas en el mundo.

Y, por cierto, no olvidamos y hoy más que nunca tenemos la información, lo que fue la intervención norteamericana y lo que fue esa intervención foránea, y por eso la identificación que sería mi padre con el general Lázaro Cárdenas y la reivindicación de México por su soberanía que todos admiramos.

En definitiva, me siento profundamente conmovida. Sé que mi padre estaría tremendamente orgulloso.

Quiero decirles solamente: gracias. Ambos presidentes están aquí. Yo sé que ustedes están comprometidos con la justicia social, con la paz, con la solidaridad, con la soberanía y con la democracia. Gracias por estar aquí. Gracias a nombre de todos esos chilenos que encontramos un hogar. Gracias, porque nunca nos olvidaremos.

Olvidé —quería terminar unas breves palabras— que, como aquí se mencionó de Gabriela Mistral, que yo sé que ustedes la acogieron en México con mucho cariño. Y dice: 

‘Tengo en mi espíritu un hemisferio mexicano donde cada cosa de ustedes, mala o buena, repercute en zozobra o en alegría. Me es para mí el pedazo de mundo donde vi hacer el reparto de suelo, de la herramienta, del libro y el pan escolar. Eso no se olvida, aunque se viva mucho, y eso lava el resto de errores de miserias humanísimas. Yo soy una voz de México metida en garganta extranjera’.

Muchas gracias.

MODERADOR: A continuación, escucharemos el mensaje del excelentísimo señor, Gabriel Boric Font, presidente de la República de Chile.

GABRIEL BORIC FONT, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE CHILE: Muy buenas tardes.

Mexicanos, chilenos, chilenos mexicanos, todos mezclados por el mismo cariño y agradecimiento recíproco:

Quiero expresar en esta oportunidad mi saludos y gratitud al gobierno y al pueblo de México representados por su presidente Andrés Manuel López Obrador y su esposa Beatriz Gutiérrez Mueller, que nos honran con una visita inédita, que comentábamos recién en La Moneda, en la instancia oficial que tuvimos, pero hoy día acá en esta casa lo hacemos quizá en un espacio un poquito más íntimo, que cuando tuvimos la oportunidad de ir a México.

Tuvimos un almuerzo largo, un almuerzo largo en donde conversamos de lo humano y lo divino. Y yo sabía que el presidente de México no era asiduo a los viajes que no fueran dentro de su territorio, porque también nos contó cómo había recorrido de punta a cabo todo el territorio mexicano hasta las colonias más chicas y, sin embargo, cuando lo invité a participar junto a Beatriz, que ya había estado acá, en la conmemoración de los 50 años no lo dudó ni un segundo.

Y me contó, en ese momento nos contó, con Irina, el impacto que tuvo en él el momento en que se entera del sacrificio de Salvador Allende en su primer año como estudiante viniendo de Tabasco, si no me equivoco, en la Universidad Nacional Autónoma de México y el impacto que eso le provocó a toda su generación y que, por lo tanto, esa inspiración democrática de Allende bien valía un viaje a Chile para rendirle honores como corresponde.

Saludo también a Alicia Bárcena, a quien consideramos parte de nosotros.

Y quiero agradecer por su hospitalidad a la nueva embajadora de México en Chile, Laura Moreno, a toda la comitiva mexicana que ha llegado a nuestro país a propósito de los 50 años del golpe.

Y, por cierto, a la senadora Isabel Allende, hoy condecorada con esta máxima distinción que otorga México a una persona extranjera, la Orden del Águila Azteca.

A la familia Allende, que ha sido tremendamente generosa, tremendamente generosa con Chile pese a haber recibido ingratitud de vuelta por demasiado tiempo, que ha sido tremendamente generosa con nuestro gobierno y, en particular, conmigo.

Es muy significativo que con esta conmemoración nuestros hermanos y hermanas mexicanas hayan decidido homenajear también con esta distinción o recuperar el homenaje con esta distinción al presidente Salvador Allende, a quien hoy día recordábamos en Morandé 80, en la exposición que hicimos de sus zapatos del día del 11 de septiembre de 1973 que va a estar a disposición durante el mes de septiembre, del caminar de un demócrata.

Y quiero recalcar esto con mucha fuerza, porque hoy día hay revisionistas de la historia que pretenden cuestionar la calidad de demócrata del presidente Salvador Allende. Hoy día mismo en la mañana, un alto dirigente de uno de los partidos de derecha responsabilizaba a Salvador Allende del quiebre de la democracia. Y como presidente de Chile quiero decir con mucha fuerza que un demócrata hasta el minuto final como presidente Allende no es el responsable del quiebre de la democracia, esa responsabilidad recae en quienes azuzaron y en quienes materialmente ejecutaron el bombardeo al Palacio de La Moneda, a nuestras instituciones y desde ese mismo día e instante asesinaron, mataron y torturaron.

Por decir esto hay quienes nos acusan de polarización, de instigar la polarización, como si fuera posible convertir a partir de una revisión histórica a las víctimas en victimarios. Y yo les digo que para eso no estamos disponibles porque, podrá haber mucha discusión respecto a los procesos políticos, a los errores, a las cosas que se debieron haber hecho diferentes, pero en democracia siempre hay alternativas a la violencia. Y ese día hubo quienes optaron por romper con la democracia, y no fue el presidente Salvador Allende, sino él la defendió hasta el final.

Se han compartido en estos días muchísimos recuerdos y la memoria nos ha dejado recuperar pequeñas y grandes historias, recuerdos históricos e íntimos, porque entre Chile y México hay una memoria compartida y en esto permítanme recomendarles nuevamente el libro que acaba de sacar la senadora Allende sobre esa semana y la solidaridad con México en particular se entrelaza de manera tremenda, parte del libro de la senadora en el aeropuerto de Cerrillos, me imagino, no de Pudahuel, de Cerrillos era todavía. 

Llegando junto con Hortensia Bussi, desde México el 8 de septiembre de 1973, porque habían sido enviadas en representación de Chile por el presidente Allende para ofrecer la solidaridad del gobierno chileno, que aún en los momentos de dificultades que enfrentaba se hacía presente materialmente para ayudar al pueblo mexicano que había sufrido el terremoto más grande su historia hasta ese momento, el de Veracruz, antes del 85.

Y cuenta la senadora Allende en ese libro que su padre, el presidente, las va a buscar al aeropuerto. Y es el relato de toda esa semana, del 8 al 15, en donde México está permanentemente presente a través de los datos que acá mismo se han dado del embajador Gonzalo Martínez Corbalá y de esa valentía que es realmente estremecedora, porque es un coraje que uno no sabe de dónde sale. 

Hace poco un ministro me decía que cuando estuvo clandestino cerca de seis años es cuando le salió una fuerza que no sabía que tenía. Y me imagino que es un momento de dolor, de desgarro, de incertidumbre, generan también estas cosas inauditas y estos movimientos de solidaridad mundial.

Y por eso también, tal como homenajeamos al presidente Allende —creo que bien vale en esta hora y como lo dije en la mañana— homenajear la memoria de Hortensia Bussi, quien fue embajadora de la dignidad, de la resistencia chilena y articuladora de la solidaridad de la resistencia chilena en el exilio.

Creo que no había tenido la oportunidad de estar en esta embajada, residencia, y resulta extraño verla así, porque solamente me la imaginaba en los recuerdos que me había contado Lucho Maira, hacinados cientos de personas en este lugar en donde incluso afuera se llegó a fusilar a personas por tratar de entrar a buscar el asilo contra la opresión.

Y hoy día verlos acá en este espíritu de compañerismo, de alegría, de reencuentro, porque esto no es solo tristeza, es también alegría. Y quiero reivindicar esa dimensión de esta conmemoración, de que no nos mataron a todos, de que estamos vivos, de que el legado del presidente Allende sigue presente, de que su gesto de valentía se trasmitió de generación en generación.

Hoy día la senadora Allende me decía: ‘Qué bonito que podamos hacer también esta transmisión generacional’. 

Y en eso Allende era tremendamente claro. De hecho, en su discurso en Guadalajara hay un momento en que lo dice de manera muy clara, dice: ‘Y porque una vez fui universitario hace largos años, no me pregunten cuántos, porque pasé por la universidad no en búsqueda de un título solamente. Porque fui dirigente estudiantil y porque fui expulsado de la universidad. Puedo hablarles a los universitarios a distancia de años, pero yo sé que ustedes saben que no hay querella de generaciones —algo que sería bueno que integremos nosotros acá también— porque hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, y entre esos me encuentro yo’.

México en la misma noche del golpe emitió un claro, un contundente comunicado condenando los hechos en contra del régimen constitucional del presidente Salvador Allende y dando todas las facilidades de asilo a su familia, a sus colaboradores y a cualquier chileno, chilena que requiriese la protección de la bandera mexicana.

Y si bien prontamente, en el 74, el gobierno mexicano tomó la decisión de romper las relaciones diplomáticas con la dictadura cívico militar, estas se reestablecieron recién conseguida la democracia, recuperada la democracia de los 90, nunca se cortaron los lazos de solidaridad entre nuestros pueblos, porque México fue hospitalario con el exilio chileno, que llegó a contar con una comunidad de más de tres mil compatriotas, donde muchos hicieron familia allá.

He tenido la oportunidad de estar en casas de familiares del exilio y fue especialmente preocupado y diferente con la situación del presidente Allende y su familia, recibiendo a Hortensia Bussi y a su hija Carmen Paz, e Isabel Allende en sus tierras, un gesto y una actitud que agradecemos profundamente como país. Además, la casa de Chile en México cumplió un rol central en la acogida de nuestros compatriotas y se convirtió en un referente intelectual de la acción política y cultural del exilio.

Durante esos años hubo un importante intercambio entre chilenos y chilenas en diferentes partes del mundo, pero México fue uno de sus epicentros, en donde el mundo académico, político, intelectual, en conjunto con los partidos mexicanos impactó en los procesos de autocrítica y renovación de la izquierda chilena como en las fuerzas políticas mexicanas de aquel entonces. México fue entonces refugio, pero también resistencia a la dictadura chilena y desde donde se acentuaron los lazos de solidaridad que nos unen hasta hoy.

Porque tal como decíamos en La Moneda, recién, esto no es solamente una remembranza nostálgica, es también el agradecerles a los compatriotas mexicanos que vinieron en febrero a ayudarnos a combatir los incendios desde tan lejos; es también agradecerle a Beatriz Gutiérrez y a su equipo por haber rescatado textos inéditos del paso de Gabriela Mistral por México y habernos regalado un mural que hoy día está en el Museo de la Educación dedicado a Gabriela Mistral y que, si no me equivoco, es una réplica del que está en el Ministerio de Educación de México. Es intercambio económico, es intercambio cultural, pero es intercambio también de cariño y complicidad, y eso realmente no tiene precio.

A 50 años del golpe de Estado, seguimos recordando, seguimos haciendo memoria y seguimos honrando generosamente a quienes fueron solidarios cuando prevalecía el horror y a quienes nos antecedieron en construir un mundo más justo, que se construye en democracia y libertad.

Hay quienes a veces me dicen: ‘Tú no habías nacido para esa época. ¿Por qué tienes que opinar de eso?’ Porque tomamos la posta de su historia y porque sin ustedes nosotros no estaríamos acá. Y me parece muy importante recalcar aquello, porque acá, tal como decía el presidente Allende en Guadalajara, no hay querella generacional, sino encuentro generacional, y creo que se ve bien expresado en este acto de solidaridad entre países hermanos.

La democracia en sí misma es un motivo de orgullo, porque es en ella donde podemos reconocernos como integrantes de una misma historia colectiva, construida cotidianamente por todos y todas el despliegue de la diversidad y las diferencias que nos constituyen como pueblo.

Muchas gracias nuevamente a la comitiva mexicana, al presidente Manuel López Obrador por su presencia en estas tierras y el justo homenaje que hoy realizan a Isabel Allende y a su padre, Salvador Allende, una expresión de cariño que siento se extiende a todo el pueblo de Chile.

Que sepan, también tenemos a México en el corazón.

Muchísimas gracias.

MODERADOR: Escucharemos ahora el mensaje del licenciado Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. 

PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Amigas, amigos de Chile.

Presidente Gabriel Boric:

Escribí este texto para no improvisar por los sentimientos que se producen en un acto como este. Dice así:

El prestigio de la política exterior de México lo heredamos del presidente Benito Juárez, se refrendó con el presidente Lázaro Cárdenas, sobre todo con la protección y el asilo a perseguidos del mundo, de diversas culturas e ideologías, a los españoles de la guerra civil y también a integrantes de la comunidad judía.

Y esa política consecuente también se manifestó en importantes decisiones de los gobiernos posrevolucionarios que distinguieron a nuestro país en el concierto de las naciones, en especial por sus actos humanitarios y de solidaridad.

Es un timbre de orgullo el que México haya sido el único país que votó en contra de la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, la OEA. 

Y como lo estamos recordando ahora, en 1973 México, su pueblo, su gobierno, mostró con palabras y con hechos nuestro apoyo a los defensores de la democracia en Chile, víctimas de un golpe de Estado que causó la muerte del presidente Salvador Allende, estadista y ser humano excepcional.

En esos tiempos funestos hubo también golpes de Estado en otros países latinoamericanos, y México abrió sus puertas a muchos perseguidos por las dictaduras de Bolivia, Uruguay y Argentina, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y otros países.

En mis tiempos de estudiante tuve profesores de Chile, de Bolivia, de Haití, de Uruguay, de Argentina, exilados en México. Fue una época muy fecunda para las ciencias sociales, pero también muy dolorosa para América Latina, por el sufrimiento que provocó el totalitarismo a muchos pueblos de nuestra América.

A la par, fue un tiempo de mucha reflexión y de análisis. En esos momentos, en esos tiempos, surgió nuestra convicción en favor de la transformación por la vía pacífica y electoral, con el ejemplo inigualable que nos legó el presidente Allende, de eso no debemos olvidarlo, él fue el que abrió el camino para llevar a cabo transformaciones por la vía pacífica, por la vía electoral.

Desde entonces, y con todo respeto a los partidarios de la transformación por la vía armada promovida por una vanguardia del pueblo que se propone lograr en la estructura del poder, nosotros, siguiendo las enseñanzas del presidente Allende apostamos a que con la toma de consciencia de amplios sectores de la población es posible echar a andar y hacerle realidad la transformación que requieren los pueblos de manera pacífica, con menos sacrificios y posiblemente con mayor profundidad.

A veces los objetivos no se obtienen o no perduran porque no se hacen acompañar de cambios de mentalidad en la población que permitan con su participación activa y consciente contrarrestar las desviaciones que se originan cuando los dirigentes de los procesos de transformación no actúan de manera congruente o se corrompen; en otras palabras, no tiene sentido llegar al poder si la gente va a seguir pensando igual.

En nuestra experiencia la transformación ha sido posible porque la internalizó el pueblo, es producida por la gente, aplicada y defendida por el pueblo. Lo aquí expuesto, puede parecer inalcanzable, utópico, pero siempre debe de mantenerse la convicción de que es posible lograr este propósito de transformar una realidad de opresión, de injusticias, mediante la vía pacífica y electoral.

Nuestro movimiento es un ejemplo de ello. En poco tiempo hemos avanzado mucho, hemos contribuido a cambiar la mentalidad de amplios sectores del pueblo de México, le llamamos revolución de las consciencias, y esto nos ha permitido poner al desnudo al régimen de corrupción y privilegios con sus formas de control y manipulación, y ahora es el pueblo de México el principal protagonista de la vida pública. Se acabó la simulación, no hay una oligarquía dominando con fachada de democracia.

Y algo muy importante, que lo expresó recordando al presidente Allende, como un homenaje a él, decirle que hemos logrado en México reducir la pobreza y la desigualdad.

En 2010, cuando gobernaba México un presidente espurio, conservador, la diferencia entre los ricos y los pobres era de 35 veces, tenían 35 veces más los ricos que los pobres; ahora, en la reciente encuesta del instituto de estadística de nuestro país, la diferencia es de sólo 15 veces. Todo esto lo hemos logrado combatiendo la corrupción, acabando con los privilegios y con un gobierno austero, y siempre atendiendo a los más necesitados, porque sostenemos que, por el bien de todos, primero los pobres.

De modo que ustedes, amigas, amigos, que vivieron en el exilio en México son protagonistas principales de esta historia, de este proceso de transformación que se está viviendo en nuestro país.

Recuerdo a mis maestros de Chile; recuerdo a mi maestro de la Facultad de Ciencias Políticas, Carlos Morales, a muchos más. Cómo olvidar que cuando trabajé de director del Instituto Nacional Indigenista en las comunidades chontales de Tabasco, 1977, 1982, me acompañó, entre otros, Héctor Luis Morales que no he podido dar con él, aunque me han dicho que vive en California, pionero en la defensa del medio ambiente.

Y todavía no salgo de mi asombro cuando Jaime Suárez Bastidas, quien fue secretario del presidente Allende, en una de las largas pláticas que sostuvimos en la Ciudad de México me recordó, por primera vez, un chileno la frase del presidente Juárez, según la cual el triunfo de la reacción es moralmente imposible. 

Podría contar muchas anécdotas, pero quiero terminar de manera sencilla, sólo recordándole a la familia Allende que están en nuestro corazón, recordándoles a todos ustedes lo que ya saben y han vivido: que México, al igual que Chile, es su patria.

¡Que viva Chile!

¡Que viva Salvador Allende!

¡Y que viva México!

MODERADOR: El presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos hará entrega al presidente de la República de Chile de una moneda conmemorativa que el Gobierno de México creó para marcar el 50 Aniversario del Exilio Chileno en México. 

(ENTREGA DE MONEDA CONMEMORATIVA)

MODERADOR: Pedimos ahora a los presidentes de los Estados Unidos Mexicanos y de la República de Chile iniciar la develación de una placa conmemorativa sobre el exilio chileno en México, misma que será colocada en el muro exterior de este inmueble para dar fe de esta expresión de solidaridad mexicana.

(DEVELACIÓN DE PLACA)

PRESIDENTE ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR: Al embajador Gonzalo Martínez Corbalá porque él simboliza como pocos lo que ha significado nuestra política exterior de humanismo y de fraternidad entre los pueblos.

Gracias. 

ALICIA BÁRCENA IBARRA: Señor presidente, no se va a atrever, yo sé que no se va a atrever, pero se tiene que atrever, porque este libro, este libro que se llama Fraternidad entre naciones, exilio chileno en México, lo coordinó la doctora Beatriz Gutiérrez Mueller. Yo le rindo un homenaje a ella y a Gaby Pulido, ¿dónde está Gabi?, tu homenaje, tu homenaje, porque recogió aquí la historia del exilio chileno en México y lo hizo ella.

Muchas gracias.

BEATRIZ GUTIÉRREZ MUELLER: No, no, no, yo no soy buena para esto.

Muchas gracias a ustedes, al contrario, porque son la historia viva y es la historia eterna.

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