MODERADORA: Damos inicio a esta ceremonia con los honores al presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos y comandante supremo de las Fuerzas Armadas.

(HONORES)

MODERADORA: Preside esta ceremonia conmemorativa al 111 aniversario luctuoso de Francisco I. Madero, el presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Andrés Manuel López Obrador.

Lo acompaña la doctora Beatriz Gutiérrez Mueller, esposa del presidente de México.

El maestro Héctor Vasconcelos.

También nos acompañan integrantes del Gabinete Legal y Ampliado del Gobierno de México, representantes de medios de comunicación y quienes nos siguen por internet a través de las redes sociales.

Reciban todos la más cordial bienvenida.

Hace uso de la palabra el maestro Héctor Vasconcelos.

HÉCTOR VASCONCELOS Y CRUZ: Señor presidente de la República, doctora Beatriz Gutiérrez Mueller, señoras y señores:

Es por demás decir a qué punto me honra haber sido invitado a participar en esta conmemoración.

Se ha escrito que las revoluciones producen más monstruos que héroes, más tiranos que verdaderos reformadores. La revolución francesa generó el terror y a Robespierre, la revolución de octubre pronto derivó en la dictadura estalinista. Lo anterior es cierto, sin negar en absoluto los avances incuestionables que ambos movimientos generaron en sus respectivos países y para el mundo en general.

El caso de México no es la excepción, fueron muchos los generales y políticos que se enriquecieron desmedidamente estableciendo cacicazgos y cotos de poder en nombre de la Revolución mexicana de 1910. Pero si existe una figura de aquella gesta que, por el contrario, se distingue de los demás y se enaltece a lo largo del tiempo, ese hombre es Francisco I. Madero.

Los más distintos enfoques historiográficos coinciden en reconocer al menos algunos rasgos de su biografía. Madero es una única figura revolucionaria de primer nivel que, yendo en contra de sus propios intereses, personales y familiares, corrió todos los riesgos en pos de un ideal que consistía en que, por primera vez en su historia, México se convirtiera en una sociedad auténticamente democrática.

Esta posibilidad provocó el antagonismo de las fuerzas más retrógradas de la sociedad, que, por cierto, se reunían para conspirar en la representación diplomática de una potencia extranjera. Tanto sus contemporáneos como historiadores posteriores siempre reconocieron lo genuino de su causa y su honestidad personal.

Proveniente de una familia rica, su actividad política, lejos de enriquecerlo, lo empobreció. Después del trabajo precursor de los hermanos Flores Magón, Madero se convirtió en el iniciador de la Revolución mexicana. José Vasconcelos se refería a él como el hombre más puro de la Revolución.

Sus críticos lo atacan aduciendo que, en sus objetivos, Madero se limitó a la reforma de las prácticas electorales, en menoscabo de los problemas sociales. Estos críticos, a mi juicio, no advierten que un sistema genuinamente democrático implica necesariamente el mejoramiento social de la ciudadanía, pues ¿cómo aspirar a contar con ciudadanos responsables sin elevar sus niveles de información, educación y bienestar social?

Por otra parte, a Madero no se le permitió sostenerse en la Presidencia más que 15 meses; no sabemos cómo se habría desarrollado su gestión presidencial de haber contado con más tiempo.

Otro aspecto en que los historiadores concuerdan: durante su brevísimo paso por la Presidencia Madero fue objeto de una feroz embestida por parte de la derecha histórica y, en general, de todos aquellos que sintieron que sus intereses y privilegios estaban en riesgo. Ante esa embestida, Madero reaccionó estableciendo el mayor clima de libertad de expresión y respeto a la opinión ajena que México había conocido en toda su historia. Para vergüenza suya, en ese linchamiento periodístico participaron célebres intelectuales, periodistas, caricaturistas, incluso artistas plásticos.

México no habría de conocer un periodo de libertades civiles semejante hasta el advenimiento del actual gobierno; es sólo ahora, cuando los críticos del régimen se expresan con la más plena libertad, incluso haciendo uso de la calumnia y la mentira, sin riesgo alguno para sus personas, sus trabajos o sus haciendas. Apreciemos las libertades que hoy disfrutamos y luchemos porque se mantengan en el futuro.

Quiero recordar, entre sus muchos atributos, que Madero también arrastró la pluma y produjo un libro que se convertiría en un llamado a la acción, texto fundamental para entender las inquietudes y frustraciones de aquel momento de nuestra historia. El libro La sucesión presidencial de 1920 se convirtió en lectura indispensable para todo el movimiento revolucionario y demuestra que Madero podía liderar tanto en la acción como con el pensamiento. Solo Los grandes problemas nacionales de Molina Enríquez, de 1908, tuvo una influencia comparable en los albores del Siglo XX.

Señoras y señores:

Hoy vivimos días en que la infamia, la calumnia y la maleficencia andan desatadas por nuestro país. En cierto sentido siempre ha sido así, las transiciones del poder son los momentos más críticos de nuestra vida política. Si hoy nos parece que el debate es más álgido y polarizado que nunca, eso se debe a la profundidad de los cambios que este gobierno ha generado, pues no se trata de otra cosa que la confrontación de dos proyectos de país: el futuro prometedor versus el pasado desacreditado. Nuevamente, se trata no menos que de una nueva disputa por la nación.

Hago votos porque, en medio de la tormenta, llevemos siempre en la conciencia, a manera de ejemplo la sinceridad y la integridad de Madero, por el bien de todos, pero, en especial, del pueblo de México.

Muchísimas gracias por su atención.

MODERADORA: El presidente de los Estados Unidos Mexicanos, acompañado de su distinguida esposa, la doctora Beatriz Gutiérrez Mueller, y el maestro Héctor Vasconcelos, depositarán una ofrenda floral y montarán guardia de honor con motivo del 111 aniversario luctuoso de Francisco I. Madero.

MODERADORA: Les pedimos sean tan amables de guardar un minuto de silencio en honor a Francisco I. Madero, Apóstol de la Democracia.

(GUARDIA DE HONOR Y MINUTO DE SILENCIO)

MODERADORA: Se invita a señor presidente, a su distinguida esposa y al maestro Vasconcelos pasen a ocupar su lugar en el presídium.

Finaliza esta ceremonia con los honores al presidente de los Estados Unidos Mexicanos y comandante supremo de las Fuerzas Armadas. Se les invita a permanecer de pie para entonar nuestro himno nacional.

(HIMNO NACIONAL)

MODERADORA: El presidente de México se dirige a la escolta de bandera para despedirse de nuestro lábaro patrio.

Se agradece la asistencia del presidente de los Estados Unidos Mexicanos, de su distinguida esposa, así como de los funcionarios e invitados a esta ceremonia.

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