Como todo proyecto de esta envergadura, el trabajo no ha sido sencillo; sin embargo, las cualidades de esta empresa han puesto a prueba a toda la gente que trabaja detrás y ha demostrado el talante y el profesionalismo del equipo.

La cohesión de los equipos alrededor de este nuevo modelo de justicia ha logrado avances prósperos. Un ejemplo de ello es el respeto íntegro a las garantías individuales tanto de la víctima como del acusado. En todo momento se ha respetado la vida y la presunción de inocencia sobre otras cosas.

Las autoridades ministeriales y los departamentos de investigación han logrado trabajar de la mano en pro de la justicia y en busca de la verdad como nunca antes se había pensado.

Los tropiezos están desapareciendo y la curva de aprendizaje ha sido superada: la consolidación del nuevo Sistema Penal Acusatorio es una realidad a la que nos estamos acostumbrando muy rápido.

Vicios del pasado han quedado atrás; el Principio de Publicidad, ese que dicta que todo caso que no sea considerado como “grave” debe ser transparente con los ciudadanos ha sido uno de los más difíciles: lanzar juicios morales a quien emite juicios jurídicos es algo sencillo, si se piensa con cierta perspectiva, pero no lo contrario.

Los jueces han tenido que aprender a buscar la verdad aún a costa de la opinión pública. Para eso han tenido que hacer parte de toda la información recabada por la Policía Ministerial, los investigadores y los equipos forenses.

En Durango hay seguridad de que detrás de cada dictamen, de cada juicio, de cada veredicto, hay verdad.

Pero esta confianza debe ser trabajada todos los días. La constante capacitación y el refrendo del compromiso con la gente deben prevalecer más allá de los intereses y de la fe de los funcionarios judiciales.