En otros tiempos, las víctimas eran desprendidas tanto de su tiempo, su dinero, su confianza y la seguridad de que recibirían justicia. Ahora, el trato ha mejorado y, con ello, todas las implicaciones.

La Fiscalía ha demostrado que el trabajo diario, considerando el respeto a la víctima, afina de manera sistemática la investigación y el tiempo de respuesta. Un simple cambio en la perspectiva ha hecho que grandes resultados se vean.

El maltrato a la mujer ya no es menospreciado por la policía ni por los Ministerios Públicos. Tampoco el maltrato al hombre o a los niños. Los robos menores son atendidos de la misma manera y con el mismo respeto que los que no lo son. La vida diaria y los problemas de todos los días han encontrado en el ejercicio de la justicia un apoyo para continuar el camino.

La capacitación de las fuerzas públicas y ministeriales, de los encargados de los departamentos científicos y a los jueces y magistrados, ha transformado la experiencia y denunciar. Ahora, no es engorroso ni humillante como podría haberlo sido en ciertos casos en el sistema anterior.

Por otro lado, el respeto a la integridad de las personas ha logrado garantizarse, también, hacia el imputado: en otro momento, el simple hecho de ser señalado como el causante de un delito otorgaba a elementos policiacos -y por alguna razón- el “suficiente” argumento para golpear, torturar y aislar a posibles responsables.

Ahora, el “presunto responsable” ha desaparecido. Tratar a los detenidos como “presunto inocente” supone, de entre todas las reformas y cambios a la ley, el logro más importante del Nuevo Sistema Penal Acusatorio ya que, como es conocido por muchos, todo aquel hombre o mujer que es señalado, no necesariamente es culpable.

La eliminación de la prisión preventiva, el intercambio de información en tiempo real y una defensoría basada en una justicia humanista han hecho que la persona detenida sea tratada con dignidad y que se busque que, si debe ser castigado, se haga conforme a planteamientos correctamente elaborados.

La libertad es uno de los valores más preciados que tiene el ser humano -si no el que más-. Si el Estado ha de quitarle la libertad a un ciudadano como castigo a una acción que atente contra él, es necesario e indispensable que la determinación sea alcanzada con las suficientes pruebas de su culpabilidad.

De esta manera, la prisión será sólo para quienes les sea demostrado su culpabilidad tras investigaciones serias, intachables y, cuyos casos no puedan ser refutados por valores legales o morales, no para aquellos que, tras ser inculpados, sólo no puedan demostrar su inocencia.

Verse implicado en un proceso penal en México ya no será un tema de miedo para los inocentes. Enfrentarla es, en Baja California, un asunto de la justicia que todos y todas merecemos.