—Buenas tardes tío Neto ¿Cómo está?

—¡Hijo! Muy bien. Gracias por preguntar.

—No lo vi ayer en el mercado, sólo estaba mi tía vendiendo la cosecha.

—Me regresé a hacer otras labores en el campo hijo.

—¿Le puedo hablar un momento tío? — Don Neto asiente con la cabeza— Lo que pasa es que vemos cómo los jóvenes están siendo engañados. Ahora con las redes sociales ven gente con comportamientos distintos, personas que no respetan. Otros son atrapados en los vicios y ya no se preocupan por aprender. Nuestras costumbres yaquis les parecen poco, les resultan vergonzosas. El problema es que si olvidan su historia, muere nuestra cultura. Mi petición es que si puede, en la reunión de la tarde, decirles algo a nuestros muchachos.

— Claro hijo, con gusto. Allí estaré.

INPI. Pueblo yaqui. Una historia de lucha y resistencia.

Esa misma tarde ambos acudieron a la reunión en Vícam Pueblo, que es la cabecera de la tribu Yaqui. Al inicio se presentaron los temas a tratar. Enseguida el presidente de la mesa pidió de manera atenta prestar atención, porque uno de los compañeros más experimentados hablaría unas palabras. Don Neto pasó al frente, acomodó su tejano, y el paliacate que cubría su rostro, tomó en su mano el micrófono y dijo:

— Buenas noches a todos. Mi nombre es Don Ernesto, tengo 83 años y muchos de ustedes me conocen como Don Neto. Saludo cordialmente a mis hermanos de los ocho pueblos que conforman nuestra tribu. He ocupado varios cargos de la autoridad tradicional. Como uno de los más viejos he visto pasar muchas cosas, provechosas pero también perjudiciales para nuestra gente. Los que son de mi edad no me dejarán mentir de lo que aquí les voy a decir. Y los más jóvenes deben aprender de lo que hemos vivido los mayores. Les hablaré un poco de nuestra historia de lucha.

Nuestro territorio va a lo largo del río Yaqui, sube hasta la sierra de Bacatete, rodeándola por el oeste hasta llegar a la costa, y se prolonga desde el puerto de Guásimas hasta la Bahía de lobos, aquí en el estado de Sonora. El derecho que tenemos sobre estas tierras proviene desde la época prehispánica. Aquí vivieron nuestros antepasados, nos enseñaron a cuidar el mar, nuestra tierra y el río, nos heredaron su idioma Jiak noki y nuestras tradiciones.

En el año 1533 llegaron los españoles a nuestra región y vimos que su ambición de poseer todos los territorios era muy grande. Así que los resistimos y pudimos derrotarlos, a pesar de la diferencia en las armas y en el número de soldados. Posteriormente los jesuitas durante la colonia, sí pudieron entrar a nuestras tierras porque nosotros estábamos dispuestos a adquirir sabiduría, aprender los oficios, nuevas formas de sembrar la tierra, criar ganados y  organizar nuestras comunidades de la mejor manera. Se fundaron entonces los ocho pueblos de la tribu que son, Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Vícam, Pótam, Ráhum, Huírivis y Belém. Pero junto a las misiones católicas se introdujeron vorazmente las empresas mineras, y aunque nosotros trabajamos duro en ellas, vimos que no se le daba el trato correcto a nuestro pueblo.

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Así que en 1739 nuestros gobernadores tradicionales Muni y Bernabé fueron los primeros que alzaron la voz, exigiendo el pago por nuestro trabajo, detener los abusos del clérigo y que se respetara el derecho a nuestra propia organización. La respuesta fue impedir que nuestro pueblo recibiera sus cosechas, a pesar de la hambruna.

  Después los jesuitas fueron expulsados de la Nueva España y cada pueblo de los ocho tuvo autonomía, pero hemos mantenido la unidad de la tribu para administrar los recursos y defendernos de las intromisiones. Luego el país logró su independencia de España, pero eso no nos benefició sino al contrario, pues las autoridades estatales intentaron quitarnos nuestras tierras.

Entre los años de 1825 a 1833 el Capitán general Juan Ignacio Banderas, cuyo cargo era respetado por todos los yaquis, se rebeló e intentó hacer una confederación indígena en el norte del país. Este capitán fue fusilado pero su muerte permitió que se conservara el territorio.

Durante la Guerra de Reforma fuimos atacados por los liberales, lo que nos orilló a unirnos a los conservadores en 1856. Pues necesitábamos que se respetara nuestra propiedad comunal indígena, afectada por la ley Lerdo de corte liberal. Pero nuestra alianza no prevaleció y al ser derrotados junto con la intervención francesa, el gobierno estatal colonizó nuestro río yaqui y los baldíos.

Tomamos esa decisión pero no justifica lo que sucedió después: el 18 de febrero de 1868 el general Próspero Salazar aprisionó cuatrocientas cincuenta personas de nuestro pueblo en Bácum, dentro de la iglesia. Luego de matar a nuestros líderes, disparó con cañón contra los detenidos y así se incendió dicho lugar. También en 1873 los diputados estatales reformaron la constitución para que ni nosotros ni los mayos, fuéramos considerados como mexicanos. Al final el proyecto liberal benefició a los ricos del país pero no ayudó a los sectores indígenas y campesinos.

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Cajeme fue otro valiente que no debe olvidarse…

—¡Viva Cajeme! ¡Vivan nuestros héroes! —gritó una voz entre la asamblea, mientras una serie de aplausos cubrieron el lugar.

—Tenía la confianza del gobierno porque formó parte del ejército—continuó con su discurso—. Pero corrigió su camino y reivindicó nuestra cultura. Impidió los intentos de colonizar nuestras tierras por parte del gobernador Pesqueira. Implementó algunas acciones para el bien de la comunidad y encabezó la recuperación de territorios en 1875.

Es cierto que nosotros atacamos algunas comunidades, mientras mantuvimos las guerrillas. Pero no se compara con lo que nos hicieron. Lamentablemente también Cajeme fue fusilado. Y durante la época del porfiriato nuestros niños fueron robados y llevados como sirvientes, o vendidos como esclavos a Colima. Aunque Tetabiate  otro líder nuestro organizó al pueblo, los ataques fueron muy fuertes.

No olvidaremos la masacre de Mazocoba el 18 de enero de 1900 en que el ejército mató cerca de cuatrocientos yaquis. Las familias fueron llevadas hasta Yucatán como esclavos, algunas se desintegraron, y muchos murieron en el camino. Intentaron justificar estos actos apelando a que éramos salvajes. Otra matanza fue la Mazatán en 1902 donde asesinaron a setenta y ocho yaquis entre los que había niños, madres, y ancianos.

Durante la Revolución Mexicana algunos se unieron a los maderistas y constitucionalistas. Pero nuestros líderes Luis Mori, Luis Espinoza, Ignacio Matus, y Sibalaume volvieron a mantenerse en defensa. Posteriormente tuvimos que unirnos a Maytorena y a Obregón. Sin embargo tiempo después también hubo masacres. Por ejemplo en 1926 el general Obregón mandó abrir fuego contra manifestantes de la tribu cuyo reclamo era que saliera el ejército de nuestro territorio. También fuimos bombardeados, aunque parezca increíble, para destruir a los grupos en resistencia que permanecían en las montañas.

Estos son algunos puntos importantes y tristes de nuestra historia. Se los platico para que los conozcan y no se olviden. Y aunque tuvimos el apoyo del presidente Cárdenas que restituyó nuestras tierras en 1940, no solucionó el problema de forma integral.

Durante estas difíciles situaciones que ha pasado la Tribu Yaqui hemos sabido adaptarnos y sobreponernos. Mostrando que somos personas de trabajo, que buscamos la unión y conservar nuestra cultura. Incluso formamos un pueblo en el extranjero, en Arizona. Y estaremos dispuestos a colaborar con otras comunidades indígenas del país, hasta alcanzar el bienestar para todas ellas. Muchas gracias a todos y buenas noches.— Don Ernesto se retiró a su asiento, y un ruido muy fuerte entre aplausos y silbidos cubrió en ese momento toda la reunión.

— ¡Vivan nuestros héroes! ¡Viva el pueblo Yaqui!— decía una persona sentada en la mesa directiva.

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Texto: Moisés Montiel Tapia / Apoyo: Judith Amisadai Rosado Ortega / Ilustraciones: Luis Gerardo Martínez Aran