Del nombre

El término pima designa al pueblo indígena que habita en la Sierra Madre Occidental, donde colindan el sureste de Sonora y el suroeste de Chihuahua. La frase pi'ma significa "no hay, "no existe", "no tengo", o probablemente "no entiendo", vocablo con el que los indígenas respondían a los españoles cuando les preguntaban algo. Fueron éstos quienes los llamaron con la forma castellanizada de ese término, que implica negación.

Los pimas se nombran a sí mismos o'ob, que significa "la gente", "el pueblo". Con el término pima se designa a un conjunto muy variado de sociedades indígenas, como los pimas del desierto, los pimas de la sierra, o los pimas gileños. Esta etnografía se refiere a los pimas bajos, quienes ocupan la zona serrana. A este pueblo se le designa como la "rama serrana de los pimas bajos". A los mestizos o "blancos" se les designa con el término yori.

Etnografía del pueblo pima (O'ob)

Localización

En la época colonial los pimas bajos se dividían en tres subgrupos principales: los ures, los nebomes y los yécoras. Los dos primeros han desaparecido como entidades étnicas. Los pimas yécoras aún conservan rasgos culturales propios y se concentran en la región de Maycoba, Sonora, así como en Yepáchic, Mesa Blanca, Pinos Verdes, los alrededores de Canoachi y el mineral de Dolores, municipio de Madera, en Chihuahua. Su territorio es abrupto y elevado. El área comprende parte de los municipios de Moris, Ocampo, Madera y Temósachic en Chihuahua y porciones de los de Sahuaripa, Arivechi, Rosario, Onavas y casi todo Yécora, en Sonora.

Antecedentes históricos

En la época en que se dieron los primeros contactos con los españoles, las tribus del centro de Sonora tenían gran movilidad territorial. Antes de comenzar el siglo XVII las bandas ópatas y eudeves ejercían una fuerte presión sobre varios puntos de asentamiento de los pimas bajos, sobre todo en la región de Tónichi y en los valles de los ríos de San Miguel y el Alto Sonora; a causa de esta presión, los pimas se desplazaron hacia el oeste, territorio que los yaquis defendían tenazmente.

Hacia 1536 algunos centenares de pimas bajos siguieron a Cabeza de Vaca en su ruta hacia el río Sinaloa y se establecieron en la comunidad de Bamoa. Este tipo de éxodo sólo ocurría cuando las condiciones de vida en algún lugar se tornaban insoportables o para alejarse de la invasión de los ópatas y eudeves. Estos pimas migrantes aceptaron pronto las enseñanzas de los jesuitas, que arribaron a Bamoa en 1519. Entre 1622 y 1634 los jesuitas establecieron iglesias en Onavas, Movas, Nuri y Tónichi.

Durante el siglo XVII se suscitaron varios enfrentamientos entre pimas y españoles que frenaron la acción evangelizadora de los jesuitas, quienes habían establecido misiones en Yécora y Maycoba en 1670. Varias facciones de pimas y tarahumaras se sublevaron por los abusos de los misioneros. En 1698 la coalición pima-tarahumara arrasó Maycoba y Onapa. En 1740 se dio una rebelión de pimas bajos, yaquis, mayos y pimas altos. Durante estos sucesos varias poblaciones pimas, como Yécora, se mantuvieron pacíficas.

Las relaciones entre pimas bajos y españoles fueron más bien pacíficas durante el primer siglo y medio de contacto. Tras la expulsión de los jesuitas en 1767 las misiones situadas en el territorio ópata y en la Pimería Baja quedaron inscritas en la provincia franciscana de Jalisco. Las misiones de la Pimería Alta conservaron en mayor grado la naturaleza comunal de su economía, pues se respetó la autoridad de los misioneros en los asuntos "temporales". En las misiones que atendían a los pimas las reformas de la administración colonial (parcelación de las tierras, mayor vinculación con el mercado regional) minaron fuertemente a las comunidades pimas de los valles y a su organización comunal. La región serrana de la Pimería Baja no resintió tanto las consecuencias de las reformas borbónicas, debido a su aislamiento y al reducido número de sus misiones; la zona se mantuvo como región de refugio, en donde los procesos aculturativos avanzaron lentamente durante toda la época colonial.

Etnografía del pueblo pima (O'ob)

En el siglo XIX el área pima fue casi abandonada; las incursiones de las bandas apaches ponían en peligro a misioneros, mineros, gambusinos, yoris y a los propios pimas. Durante la década de los años ochenta del siglo XIX, las últimas bandas apaches fueron confinadas en las reservaciones de Arizona y Nuevo México. A partir de entonces la presencia de yoris aumentó, sobre todo en Yécora, Moris y Yepáchic; en cambio la población pima decreció. Los franciscanos volvieron a la zona para restablecerse en las misiones abandonadas en la época del "terror apache".

Durante la Revolución, además de confiscar comida y animales, las tropas villistas enlistaron a algunos pimas en sus filas; otros prefirieron mantenerse al margen de la guerra y se adentraron en la sierra. Actualmente los pimas de Maycoba consideran que por su participación en las guerras contra los apaches y en la Revolución, tienen más derechos sobre el territorio que los yoris. Cuando éstos empezaron a penetrar en la región, tenían con ellos una relación de mutua convivencia; los pimas vendían a los yoris su fuerza de trabajo y algunos productos artesanales, pero al incrementarse la población yori aumentó su demanda de tierra y recursos. El despojo sufrido por los indígenas pimas creó una situación de franca hostilidad.

Lengua

La lengua pima pertenece al tronco yutoazteca, compuesto por los subgrupos taracahíta (cora-huichol), nahua y la rama pima o pimana. Se considera al pima como más cercano a la rama taracahíta, y se engloba a todas las lenguas indígenas de Sonora y Chihuahua bajo la familia de lenguas sonorenses. El pima forma parte de un conjunto de lenguas emparentadas llamadas pimanas o tepimanas, que bien podrían llamarse lenguas o'dam u o'tham. En la zona de Maycoba es muy alto el índice de bilingüismo, pues la mayoría ya ha aprendido el español.

Salud

Los pimas aún recurren a la medicina tradicional a través de parteras empíricas y curanderos que utilizan las hierbas medicinales más comunes de la región: hierba inmortal y pezuña de vaca para el empacho; cascalote de alamillo, aliso y manzanilla para aminorar los dolores de parto; ocotillo, ajo, canela y ruda para los sustos; pionía, babiza y chuchupate para dolores de estómago; escocionera para la tos; hierba del pasmo para cicatrizaciones; cola de caballo para el "mal de orín"; matariqui como analgésico; hierba de la víbora para el resfrío; raíz de coronilla, flor de tabachín y cáscara de tepeguaje para la pulmonía; torete prieto para piquetes de alacrán. Los pimas consideran que la intervención divina es causa de la aparición o desaparición de la enfermedad, por ello hacen constantes votos y promesas para pedir salud a San Francisco. Cuando la enfermedad es muy grave, recurren a los escasos y centros de salud que hay en la región.

Etnografía del pueblo pima (O'ob)

Vivienda

Los pimas se distribuyen en rancherías habitadas por familias extensas. Separadas unos 100 metros entre sí, las casas tienen un solar en el que hay un huki (construcción semisubterránea provista de un techo de tierra o de tierra y paja, con una pequeña entrada, la cual protege del calor del sol al tejedor de palma y a sus productos), un tapanco o una pequeña bodega para granos, un corral y un pequeño huerto de hortalizas. Hay más casas de madera que de adobe; son cuadrangulares, con una o dos piezas, techo de dos aguas, de tabla o de lámina galvanizada, con pequeñas ventanas. Las casas de la periferia son de adobe con techo de palma o lámina. Los hogares más prósperos cuentan con una estufa de madera, generalmente cocinan en un comal de barro o de metal; tienen sillas y mesa de madera, trastos de cerámica o peltre, molino de mano, guaris y guajes complementan el equipo, además de rústicas camas de madera o petates.

Artesanías

Antiguamente, las mujeres pimas hacían ollas, productos de palma y prendas tejidas con lana. En el área de Yepáchic hilaban con rueca y telar, tejían cobijas, fajas y "chiquitas" para las monturas. Actualmente, muy pocas saben tejer y la cría de ovejas ya no es rentable; la fabricación de ollas de barro también ha decaído.

Los pimas elaboran productos de fibras vegetales como sombreros, petates, "petacas" o cestos rectangulares con tapadera para guardar todo tipo de cosas, "guaris" o contenedores de boca abierta y cuatro esquinas en la base, usados para poner diversos alimentos; a veces decoran los cestos con tintes de añil. Estos productos se manufacturan principalmente con zacate; los sombreros se hacen de palma. El hilado de algodón ha dejado de realizarse. Algunas personas trabajan la madera; con ella hacen bateas, metates y utensilios de cocina y de trabajo, e instrumentos musicales como guitarras y violines; también elaboran teguas y huaraches de piel.

Territorio, ecología y reproducción social

Los principales asentamientos pimas son el Ejido de la Junta, Yepáchic y Maycoba, pero tienen un patrón de asentamiento disperso. El poblado de Yepáchic es atravesado por la nueva carretera transerrana Sonora-Chihuahua y en él habitan sobre todo chabochis (mestizos, yoris), porque la mayoría de los pimas vive en las rancherías aledañas. Los terrenos son comunales, de una extensión aproximada de 85 000 ha en total y los beneficiarios son 200 ejidatarios, de los cuales 150 son pimas.

Etnografía del pueblo pima (O'ob)

Maycoba (Sonora), a 62 km de Yepáchic, se considera el centro ceremonial más importante de los grupos pimas, pues ahí se encuentra la iglesia fundada por los jesuitas en el siglo XVIII que albergaba al santo patrón de toda la tribu, San Francisco. Por Maycoba pasa la carretera interestatal. Los terrenos son ejidales y benefician a unas 130 personas. La mayoría de los indígenas habitan en las rancherías de El Quipur, El Trigo, El Encinal, La Dura, La Minita y Arroyo Hondo.

En el área de Maycoba y Yepáchic, el clima es subhúmedo con una temperatura media máxima de 19.90C y un promedio anual de 14.40C. En Yécora el promedio es de 12.70C con una mínima de 6.70C y una máxima de 18.80C. En Mulatos el promedio es de 19.40C, la mínima de 12.80C y la máxima de 25.40C. Las lluvias inician en junio o julio y se prolongan hasta comienzos de octubre. En invierno se presentan las equipatas, lluvias más ligeras, y llegan a caer nevadas y heladas. La temporada seca va de febrero a mayo o junio; las sequías y retrasos en la caída de lluvias veraniegas son factores que continuamente afectan los cultivos de la zona.

Los núcleos habitacionales establecidos alrededor de Yepáchic y Maycoba están a una altura promedio de 2 000 msnm, Yécora está a unos 1 500, los terrenos del ejido La Junta oscilan entre los 1 000 y 1 500 msnm (probablemente es la zona más accidentada en su relieve topográfico); la zona de Onavas desciende hasta los 250 metros de altitud.

Al noroeste y oeste de Maycoba hay suelos de tipo cambisol, de erosión muy alta; al norte y sureste hay suelos fozem y la erosión es menor, dependiendo de la inclinación de los terrenos. Al norte y sur, el tipo de suelos es litosol y presenta diversas formas de vegetación, acorde con la inclinación del terreno; el luvisol está en el centro y al este, es el más usado para la agricultura pero su erosión es alta; en el centro del área hay regosol, útil para la agricultura y de una erosión variable.

Los ríos Mulatos y Aros están en la zona de Maycoba y el Tutuaca y el Papigochi en la Junta. Sus afluentes han formado pequeños valles y cañadas, en cuyas partes bajas se crean capas de aluvión que fertilizan la tierra. Los pimas prefieren asentarse en estas zonas por las ventajas para la agricultura, pero no pueden hacerlo por la presión de los rancheros yoris. En la zona predomina la selva baja caducifolia combinada con bosque de coníferas y pináceas, con especies vegetales como tepeguaje, colorín, pochote, chupandía, pino, oyamel, encino, palo blanco y madroño. En las porciones planas hay pastizales aprovechables para el ganado, además de chaparrales espinosos y cactáceas. La fauna ha decrecido por la cacería furtiva y los cambios ambientales, el venado (bura, cola blanca y berrendo), el borrego cimarrón, el oso, el lobo, el coyote y el puma casi han desaparecido. En los ríos se pesca sólo ocasionalmente.

La agricultura de subsistencia se basa en el cultivo de unos cuantos productos. El cultivo del maíz, parte fundamental de la economía pima desde tiempos prehispánicos, al igual que el del trigo y la papa, se rota año con año para hacer más productivos los campos; las hortalizas más comunes son el tomate, el chícharo, los chiles, la cebolla y el ajo; hay frutales como el manzano, el peral y el durazno. Los pimas cultivan con azadón y palo sembrador o coa y generalmente compran o rentan animales a los yoris para arar. Complementan su producción con la cría de animales domésticos, como gallinas, guajolotes, cerdos y burros, pues muy pocos tienen cabezas de ganado caballar o caprino.

Para el trabajo agrícola se recurre a la cooperación mutua. Las familias trabajan "a medias", pues todos aportan y se reparten equitativamente el producto de la cosecha, o plantan "juntos": Varios pimas trabajan en el campo de un amigo, cuyo producto pertenece al dueño de la parcela, pero éste tiene la obligación de retribuir con el mismo trabajo a sus compañeros. También practican la caza y la recolección. La distribución de la tierra arable determina la ubicación de sus rancherías.

Etnografía del pueblo pima (O'ob)

Durante la época colonial se explotaron varios yacimientos mineros en esta zona, pero para el siglo XVIII y la primera mitad del XIX ya habían entrado en crisis económica. En la segunda mitad del siglo XIX resurgió la explotación del oro en la zona. Los pimas trabajaban en la minería, que a la vez fue una fuente de aculturación; hasta el momento, ellos han mantenido el trabajo minero como una ocupación complementaria de sus actividades agrícolas. En los últimos 30 años, las pocas minas que hay en operación en la zona se han mecanizado. La apertura de las minas y el despojo de las tierras indígenas dieron lugar, desde hace unos 100 años, a un proceso de proletarización de los indígenas que continúa hasta la actualidad. En la década de los sesenta el trabajo en las empresas forestales remplazó el trabajo en las minas como una fuente importante de ingresos. Los pimas del ejido de Maycoba operan en la actualidad una empresa comunal para la explotación de la madera.

Desde hace muchos años, los pimas bajan de la sierra para contratarse como jornaleros en los campos agrícolas de algodón, tomate, maíz y uva en Sonora. El viaje lo hacen a pie, en vehículo, pidiendo aventón o en autobús. Los más experimentados recorren un circuito que les lleva por varios puntos del estado, en diferentes momentos de la temporada agrícola, en lugares como Navojoa, en campos y "colonias" de Esperanza, Ciudad Obregón, Empalme, Bahía Kino, Hermosillo y Caborca; algunos se van hasta California o Arizona. Migran en pequeños grupos de parientes, hombres jóvenes, a veces mujeres y familias completas que generalmente van a lugares donde ya están establecidos otros pimas.

Los pimas que salen a trabajar y continúan insertados en la red de cooperación y reciprocidad para el trabajo agrícola son los que mantienen vigentes los lazos de identidad comunitaria, familiar y étnica. La migración en busca de trabajo asalariado se vuelve indispensable ante la apertura hacia el exterior que trae como consecuencia la introducción de necesidades de consumo de dinero y productos industrializados en las comunidades.

Organización social

Las familias nucleares son interdependientes. Las relaciones de parentesco constituyen una red funcional y dinámica de reciprocidades, asociaciones económicas y un soporte ideológico para los valores y normas que rigen la vida social. Este tipo de relaciones ha permitido a los pimas mantener una cierta cohesión étnica ante el conflictivo empuje de los no indígenas. Los hijos varones heredan la tierra, animales e implementos de labranza; las mujeres pasan a formar parte de la familia del esposo y sólo reciben como herencia algunos bienes menores de sus padres. Para el trabajo agrícola se organizan en trabajo "a medias" o de "juntas".

Los pimas cuentan con una dirigencia político-religiosa formada por un consejo de ancianos que hace de juez en los problemas y conflictos internos de la comunidad; ellos reúnen la experiencia y la sabiduría y comparten la autoridad con una rama ejecutora. Antiguamente había un mó'otkar, o jefe, que fungía como cabeza del gobierno tribal y comunal, pero era una especie de jefatura militar sólo operante en tiempos de guerra, pues no existía una jefatura política que unificara a todos los subgrupos tribales. Aún permanecen reminiscencias de tal estructura militar en los cargos ceremoniales de los grupos rituales que actúan en la Semana Santa.

Tras la introducción de las agencias gubernamentales en la zona pima se reconoce la existencia de un gobernador pima, kováaly, en cada uno de los centros mayores: Maycoba, Yepáchic y Mesa Blanca. El cargo dura hasta seis años según su disponibilidad y la aceptación que tenga el ocupante; la elección se realiza por votación en una asamblea comunitaria. Además del gobernador existen siete autoridades, el segundo gobernador o suplente, el comisario del ejido, el tesorero, el jefe de vigilancia o segundo, el juez de campo y su segundo. El gobernador es el intermediario entre el grupo y las instancias externas de la comunidad. Los cuerpos de autoridad tradicional fungen como un servicio civil que regula los conflictos y delitos menores suscitados en las rancherías. Los delitos y asuntos de mayor envergadura, así como los de límites de tierras y obtención de créditos para la producción, quedan en manos de las autoridades municipales y ejidales. En el gobierno municipal y en el comisariado ejidal los yoris controlan el poder, situación que priva a los pimas de mayores oportunidades de obtener beneficios y justicia.

Cosmogonía y religión

El cristianismo enseñado por los misioneros tuvo que adaptarse a la lengua y a la mentalidad nativas. Además, los diversos grupos indígenas agregaron a los ritos y ceremonias de los misioneros elementos sustanciales de sus propias estructuras religiosas y rituales, proceso en el que los pimas terminaron por aceptar a San Francisco como su santo patrón. Luego de la expulsión de los jesuitas de las posesiones españolas en 1767, su labor de adoctrinamiento y control fue seguida por los franciscanos. Las dificultades económicas, las rebeliones, la guerra de Independencia y los dilatados periodos de caos y anarquía del siglo XIX impidieron a los nuevos misioneros desarrollar su proyecto evangelizador en las comunidades pimas.

Desde hace varios años una pareja de misioneros del Instituto Lingüístico de Verano trabaja en el área pima. Estos nuevos misioneros realizan su labor de proselitismo evangélico en muchas rancherías pimas y yoris que han aceptado el nuevo credo.

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Fiestas

Los conflictos entre indígenas y no indígenas, además de otras manifestaciones mucho menos simbólicas, aparecen dramatizados en las celebraciones y fiestas del lugar. Hay diferencias entre las celebraciones del centro ceremonial y las de las rancherías. Entre las del centro ceremonial están la Santa Cruz, la Semana Santa, la fiesta de San Francisco y el día de la virgen de Guadalupe. Las fiestas "de ranchería" son rituales agrarios que conmemoran etapas relevantes del ciclo agrícola, como es el yumare, o la fiesta de San Juan Bautista, celebrada con baños rituales conmemorativos de la llegada de las lluvias.

Los altos costos económicos, la dispersión de la gente y el elevado índice de aculturación han mermado el número y la calidad de las celebraciones. Con cierta consistencia, aún persisten las fiestas asociadas a la temporada agrícola, la cual inicia con la fiesta de Semana Santa y termina con la de San Francisco. La Semana Santa reúne a los pimas de la región en los centros ceremoniales y muchos de ellos participan en los rituales de fariseos y judíos para pagar una manda y cumplir con la antigua tradición pima. La celebración de San Francisco es una fiesta típicamente yori, con feria y bailes norteños modernos que atraen tanto a pimas como a yoris y a comerciantes de toda la República.

Relaciones con otros pueblos

Los pueblos vecinos de los pimas son los tarahumaras, o rarámuri, al este y sureste, en la zona de Tutuaca y Madera; los guarijíos, o makurawe, al sur y sureste. La vecindad con los tarahumaras tiene varios siglos de continuidad, originando mezclas físicas y un intercambio cultural muy profundo. Las relaciones con los guarijíos han sido más restringidas en espacio y temporalidad.

Las relaciones entre la población pima y la no indígena han sido sumamente conflictivas, pues la causa principal son los reclamos y pretensiones que cada grupo hace en torno a la posesión de la tierra. Hasta hace un siglo, la tolerancia fue mutua; sin embargo, al crecer la población yori y sus demandas de tierra, la convivencia se convirtió en una lucha por la supremacía política y económica. En esta contienda los indígenas han llevado la peor parte por la pérdida de sus tierras y del acceso a las riquezas forestales.

Los pimas recelan de los yoris y guardan gran distancia con ellos, manifiesta en la endogamia y en el apego a ciertas costumbres y relaciones familiares. Es casi seguro que a pesar de la discriminación común que sufren en las ciudades, los migrantes de origen rural e indígena, no resienten el rechazo tan acendrado, como el que les manifiestan los yoris de la sierra.