“Como trabajadora del hogar remunerado he tenido diferentes experiencias porque también vengo de madre trabajadora del hogar. Entonces hemos vivido de todas situaciones como muchas de mis compañeras; acusadas de robo, despedidas injustificadamente por haber decidido embarazarse, porque se pierden las cosas. Sumado a que no hay un contrato que te garantice una situación laboral justa y digna.”

María de la Luz Prado.

Desde pequeñas nos enseñaron que los deberes del hogar son propios de  mujeres y niñas y que saber hacerlos es parte fundamental de nuestras vidas. Nos dijeron muchas veces que como mujeres debemos saber asear la casa, cocinar y educar a los niños como una habilidad nata.

De igual forma, culturalmente se nos hizo creer que la “señora Carmen” apoya con los quehaceres de nuestra casa y que le hacemos un favor cuando plancha, barre, lava nuestra ropa, escombra la mesa, antendie al abuelo y limpia el patio.  Lo que se olvida es que la “señora Carmen” es una trabajadora del hogar y que lo que hace no es un apoyo sino un servicio que nosotros solicitamos.

Se trata del trabajo doméstico y los hay remunerados en muy malas condiciones y no remunerados que es el que todos los días hacen mayoritariamente las mujeres de nuestros hogares.

Una historia que nos ha acompañado durante décadas y que poco a poco debemos cambiar como sociedad.

Por esta razón el 22 de julio se conmemora el Día Internacional del Trabajo Doméstico, con la intención de resignificar y reconocer esta labor al interior de los hogares y sus aportaciones económicas y sociales a los países, así como la desigualdad en el ámbito de los cuidados debido a la subvaloración que recae en los hombros de mujeres y niñas alrededor del mundo.

“El trabajo doméstico sostiene a la sociedad independientemente si es remunerado o no, por eso ésta fecha ayuda a visibilizar al trabajo doméstico porque ambos contribuyen a la economía de un país.” Norma Palacios, trabajadora del hogar.

En México, las mujeres dedican a la semana 24.5 horas más que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados. Mientras tanto en el trabajo doméstico remunerado las estadísticas no son diferentes, a las que se suma la falta de derechos laborales y de condiciones dignas de trabajo.

En América Latina hay más de 14 millones de mujeres que trabajan remuneradamente para una familia, sin embargo, está ocupación es considerada uno de los empleos de peor calidad por sus extensas jornadas de trabajo, bajas remuneraciones, escasa cobertura de seguridad social y alto nivel de incumplimiento de las normas laborales, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE 2019) en México hay 2.5 millones de personas de 15 años y más ocupadas en el trabajo doméstico remunerado de las cuales el 96.7 por ciento de ellas lo hace de manera informal.

De igual forma la encuesta señala que el trabajo doméstico es una ocupación tradicionalmente femenina, 2.2 millones de mujeres de 15 años y más, ocupan el 87 por ciento de los puestos de trabajo de la cuales el 47 por ciento cuenta con hasta un salario mínimo.

En México el trabajo doméstico remunerado genera un monto equivalente al 27.6% del PIB (INEGI), al igual que es una pieza fundamental para el desarrollo social del país. Por lo que se vuelve necesario crear políticas públicas que garanticen una mejora en los derechos de las trabajadoras y trabajadores del hogar.

POLÍTICAS PÚBLICAS EN MÉXICO

¿Qué se ha conseguido?

En junio del 2011 México adoptó el Convenio sobre el trabajo decente para las y los trabajadores del hogar convocado por la OIT el cual reconoce las condiciones específicas en que se realiza el trabajo del hogar, así como la urgencia de garantizar a quienes lo desempeñen condiciones de trabajo dignas.

En el 2019 se modificó la Ley Federal del Trabajo en su capítulo XIII Personas trabajadoras del hogar en donde se establecen sus derechos, así como las obligaciones de las personas empleadoras para garantizarles un trabajo digno como lo es con un contrato laboral estable y prestaciones de ley como en cualquier trabajo.

Ocho años después de su firma el Senado ratificó el Convenio 189 de la OIT, el cual obliga al Estado mexicano a cumplir con lo señalado en dicho Convenio Internacional a favor de los derechos de las personas trabajadoras del hogar.

La ratificación de este Convenio número 189 constituye un hito histórico en México, pues apoya una serie de medidas que han sido tomadas en el país en los últimos años para reconocer y visibilizar el trabajo doméstico.

Como lo es el Programa Piloto de Incorporación a Personas Trabajadoras del Hogar, que consiste en afiliarlas al Instituto Mexicano del Seguro Social para garantizar sus derechos humanos a la salud y a la seguridad social.

Otro de los grandes avances es la creación hace siete años del Sindicato Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del hogar que busca la organización, capacitación y formación de las y los trabajadores para exigir mejores condiciones laborales.

Norma Palacios, trabajadora del hogar por 27 años y hoy secretaria colegiada del SINACTRAHO, mencionó que los avances en las legislaciones han sido importantes. “El principal; es el hecho que hoy tengamos un sindicato, que hoy como trabajadoras del hogar que no veíamos claridad en este tipo de derechos hoy podamos organizarnos a través de un sindicato; la mejor manera para para defender nuestros derechos y tener esa voz, esa representación ante las instancias del gobierno, los empleadores y nuestras propias compañeras del trabo del hogar”, mencionó.

Las trabajadoras del hogar organizadas, mencionaron en entrevista para el INMUJERES, que uno de los logros más significativos y dignificantes fue que en la Ley Federal del Trabajo se estableció un nombre digno como lo es personas trabajadoras del hogar con la intención de terminar con la discriminación, violación de derechos y clasismo.

RETOS POR RESOLVER

¿Qué falta?

Una de las grandes problemáticas a las que se enfrentan las y los trabajadores del hogar es la falta de prestaciones laborales que les garanticen una vida digna pues según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE),  se estima que el 73.8 por ciento de las personas que realizan trabajo doméstico no cuentan con dichos derechos, situación más presente en las mujeres con un estimado del 75 por ciento.

Únicamente 2.1 por ciento de las mujeres que realizan labores domésticas de forma remunerada cuentan con acceso a servicios de salud como prestación laboral.

Por lo que las secretarias colegiadas del SINACTRAHO señalan que a partir de estas políticas públicas ahora es necesario llenar lo vacíos legales.

María de la Luz Prado, secretaria colegiada del SINACTRAHO, hizó incapie en la necesidad de que las leyes nacionales como internacionales se vuelvan una realidad para el sector, “porque sí, ya están escritas y señaladas, pero desafortunadamente en la práctica siguen existiendo violaciones a nuestros derechos”, mencionó.

De igual forma refirieron que algo muy importante para seguir avanzando es implementar los mecanismos de inspección  en las casas  para observar las condiciones en las que laboran, así como las sanciones para los empleadores que no cumplan con el contrato.

Y por otro lado establecer mecanismos para la prevención y erradicación de la violencia que pueden exprimentar dentro de sus centros de trabajo pues al ser espacios privados es más difcil detectar y comprobar dichos acontecimientos.  

Es primordial un trabajo colectivo entre el gobierno federal, el sector privado y la sociedad para reconocer que el trabado doméstico es fundamental en nuestra vida diaria y que este a su vez contribuye a la economía del país por lo que son necesarios tres elementos: dignidad, justicia y derechos.

Cuando el trabajo doméstico remunerado sea reconocido el no remunerado encontrará otro camino en donde la igualdad y la corresponsabilidad sean una realidad.