La adolescencia es un período de transición único y crítico para las niñas en el que ocurren eventos que cambian su vida, tenemos de frente una oportunidad única para garantizar que se cumplan sus derechos y para romper los ciclos de pobreza. El movimiento Generación Igualdad nos brinda un espacio para generar impulso y compromiso con las adolescentes y las jóvenes para dar forma al futuro feminista que queremos ver como resultado del 25 aniversario de la Plataforma de Acción de Beijing.

La pandemia de COVID-19 ha puesto en el reflector la relación entre la independencia económica de las mujeres y la violencia de género: por un lado, las mujeres están sobrerrepresentadas en el trabajo poco remunerado, que por naturaleza es informal y precario. Esto las coloca en mayor riesgo de explotación y violaciones de seguridad en el lugar de trabajo. Este es particularmente el caso de las mujeres que realizan la mayor parte de los trabajos de cuidados en los servicios y espacios de la salud, y no se les ha asignado un equipo de protección básico para llevar a cabo sus responsabilidades de manera segura. “Esto nos demuestra que la violencia en el lugar de trabajo y la desigualdad económica están estrechamente vinculadas”, comentó Gasman Zylbermann.

Además, agregó la presidenta del Inmujeres, “existe una correlación directa entre la independencia económica y financiera y la violencia doméstica de género. Desafortunadamente, muchas mujeres y niñas se ven obligadas todos los días a convivir con sus abusadores debido a la falta de independencia financiera. Debemos brindar a las mujeres y niñas las herramientas adecuadas para ingresar a la fuerza laboral como iguales para que tengan la oportunidad de vivir una vida libre de violencia”.

Ante la emergencia sanitaria, las mujeres que trabajan desde casa se ven obligadas a realizar la mayor parte del trabajo de cuidado no remunerado en sus hogares, además de seguir cumpliendo con sus responsabilidades laborales remuneradas. “Con una mayor carga de trabajo doméstico y cuidado de niños, la asimetría de las responsabilidades del trabajo de cuidado se ha vuelto innegable, perpetuando un desequilibrio de poder que continúa subyugando a las mujeres”, precisó Gasman.

Es necesario que México tenga un modelo de justicia económica, para ello, desde el Gobierno de México se está trabajando en un modelo basado en la experiencia y el diálogo con las necesidades de las personas. Este modelo se basa en tres pilares fundamentales: Atención al trabajo de cuidados; acceso al trabajo formal; reducción de la violencia y construcción de paz.

“Es fundamental que pongamos en el centro de la discusión las voces de las mujeres jóvenes y las niñas de los grupos demográficos marginados en los procesos de toma de decisiones como parte de la lucha por erradicar la violencia de género. Y más allá de brindarles a estas jóvenes y niñas un asiento en la mesa, debemos comprometernos igualmente a brindar un apoyo financiero significativo a las acciones y resoluciones que resulten de estos procesos. Invertir en la construcción de movimientos feministas es la clave para erradicar con éxito la opresión que enfrentan estas mujeres y niñas”, concluyó Nadine Gasman.