El impacto ambiental que las mujeres producen durante toda su vida reproductiva es otro factor que se debe tomar en cuenta, y optar por las nuevas alternativas ecológicas que existen.

La copa menstrual ha contribuido al empoderamiento de las mujeres sobre su cuerpo y su cooperación para disminuir el impacto ambiental que genera nuestro desecho, muchas veces, mensual. Respecto de lo que usamos (toallas sanitarias y tampones, por poner ejemplos comunes), hay estudios que hablan del impacto ambiental que las mujeres producimos a lo largo de nuestra vida reproductiva, cuando seguimos menstruando. El impacto ambiental de los implementos de higiene femenina es otro factor para tomar en cuenta. Las matemáticas resultan ya escandalosas: las mujeres menstrúan en promedio 40 años. En cada ciclo pueden llegar a utilizar aproximadamente 20 tampones o toallas, para un gran total de alrededor de 9,600 de estos elementos durante su vida. Estudios dicen que los químicos utilizados para procesar los algodones de estos productos desechables, son altamente tóxicos y nocivos para la salud vaginal, los cuales pueden ser cancerígenos y alérgicos. 

Sobre las alternativas, varían, tanto la copa menstrual, regularmente fabricada de silicona médica, con sus pro y contras con una duración efectiva de 10 a 15 años, toallas de tela, etcétera. Van rompiendo esquemas de consumo, de reapropiación de las mujeres sobre sus cuerpos, de volver a lo simple y práctico para cuidar nuestro cuerpo. Debemos investigar, informarnos sobre lo que usamos y su relevancia en nuestros renaceres lunares y quizás, si desde niñas aprendemos esto, contribuimos al medio ambiente y a que las nuevas generaciones de mujeres prevengan la violencia en contra de ellas, e incluso apoyen a otras mujeres a detenerla.

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Opinión de Amparo Natalia Reyes Andrade en el suplemento TODAS junio 2017