Yo trabajaba en el campo, en las hortalizas de tomate, cebolla, chile dulce, chile jalapeño. Ahí hace mucho calor y trabajar en el campo no es para cualquiera. Sólo ganaba 93 lempiras por día, pero a veces la necesidad lo obliga a uno a aceptar. Para trabajar en una casa, lo que se podía ganar eran 1,800 lempiras al mes.

Entonces para mí no era favorable, siendo madre de cuatro hijos. Toqué puertas, buscando lavada, planchada. He sufrido mucho. Hasta llegué a prostituirme para darle de comer a mis hijos. Es duro, pero ya no sabía qué hacer. A mis hijos sólo les daba un arrocito cocido, sin nada, porque no tenía nada. Esperaba que venían en la tarde de la escuela y no tenía nada que darles. Yo lloraba.

Yo sufrí mucha violencia doméstica. Mi pareja era muy agresivo, violento, me golpeaba. Abusaba de mí. Cuando yo no quería, era a la fuerza. Él es pandillero.

Cuando yo lo conocí, no era así. Pero en la pandilla, se acercó al alcohol, a las drogas, se hizo más violento. Los pandilleros son agresivos, no tienen corazón.

Lo denuncié, pero a veces se lo llevaban un día y al otro día en la mañana estaba ahí. ¿Será que esperan que le maten a uno? No sé. En una ocasión, él me quiso matar con unas tijeras y yo lo rallé con un picahielo, medio se lo metí en la mano. Lo denuncié, pero no me escuchaban. En lugar de llevárselo preso a él, me llevaron a mí por 24 horas. Es muy común que se lleven a la mujer y no al hombre. Cuando yo decidí venirme, él me quiso matar, me agredió con un cuchillo. Él andaba bien borracho y yo me pude defender un poco. Todavía tengo cicatrices. Si estoy viva, es porque Dios es grande. Entonces esta vez que sucedió esto, en lugar de ir con la autoridad, mejor me fui de Honduras. Iba a traer a mis hijos más pequeños, pero no podía sacarlos del país. Se quedaron con la abuela. Fue una decisión rápida. Sin dinero, caminando, me vine. Es muy duro entrar a México.[i]

Mujer de Honduras

A nivel internacional, la migración ha crecido aceleradamente, el Sistema de Naciones Unidas estimó que, en 2019, el número de personas migrantes alcanzó la cifra de 272 millones, 51 millones más que en 2010.[1]

En el caso de las mujeres, la Conferencia Regional sobre Migración, estimó que, hasta finales de 2019, en la región latinoamericana, 52 por ciento son niñas, adolescentes y mujeres y a pesar de la creciente feminización del flujo migratorio ha persistido la tendencia a invisibilizarlas y a no reconocerlas como sujetos activos en los procesos de movilidad humana.[2]

Por otra parte, de acuerdo con el Diagnóstico sobre Protección y Empoderamiento de las Mujeres y Niñas en Condición de Movilidad Humana realizado por ONU Mujeres en México, hasta antes de la crisis por COVID-19, se podían observar cuatro tendencias relevantes que estaban determinando cambios importantes para el país en materia migratoria, por un lado, su feminización, con un aumento de mujeres, de 12 a 25 por ciento entre 2012 y 2017, y en el caso de las niñas de hasta 32% en este último año. Por otro lado, destaca el incremento en el tiempo de permanencia en México por parte de las personas migrantes sobre todo en la frontera norte, así como el notable crecimiento en el número de solicitantes de asilo y de refugiadas/os.[3]

Por su parte, la Segob, con datos del Instituto Nacional de Migración, reportó que hasta antes del COVID-19, los datos mostraban la misma propensión de incremento que a nivel internacional, baste señalar que el total de personas adultas presentadas ante la autoridad migratoria durante 2018 fue de 74 mil 431 eventos, de los cuales, las mujeres representaron el 19.5%; para diciembre de 2019 se identificaron 186 mil 750 en esta condición y las mujeres significaron el 33.3% 4 es decir, en solo un año, el número de eventos de mujeres presentadas ante la autoridad se incrementó catorce puntos porcentuales.

Aunque no existe una desagregación por sexo y edad en lo que respecta a la procedencia de las personas migrantes, destaca que la mayor parte de las personas provienen de seis países: Honduras (42.6%), Guatemala (28.1%), El Salvador (11.9%), Cuba (4.0%) y Haití (2.1%).[4]

La feminización de la migración nos obliga a repensar la movilidad humana, a identificar con mayor precisión los retos y las aportaciones de las mujeres en esta condición, para el Instituto Nacional de las Mujeres en concordancia con la política de igualdad y con su compromiso con las mujeres migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo, contribuir a la generación de políticas y programas innovadoras que impulsen su bienestar, empoderamiento y autonomía es uno de nuestros principales desafíos.

Referencias

[1] OIM (2019). Informe sobre las migraciones en el mundo 2020.

[2] Conferencia Regional sobre Migración (2019). Lineamientos para la atención y protección de mujeres en contexto de migración.

[3] ONU Mujeres (2019). Diagnóstico sobre Protección y Empoderamiento de las mujeres y niñas en condición de movilidad humana.

[4] SEGOB-Unidad de Política Migratoria (2019). Registro e identidad de Personas, SEGOB con base en información registrada en las oficinas centrales y de representación del INM. Infografía: Eventos de personas extranjeras presentadas por el INM

[i] Wolf Sonja (2020). Experiencias de migración forzada desde el Triángulo Norte de Centroamérica. “Me gustaría ver que mi país cicatrizara las heridas de su violencia” Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Programa de Política de Drogas (PPD).