​Estos microplásticos provienen de muchas fuentes, entre ellas: fibras sintéticas de ropa, productos de belleza (maquillaje), productos de limpieza (detergentes, limpiadores), productos de higiene personal (cremas exfoliantes, pastas de dientes, jabones), medicamentos, instrumentos para pescar y deshechos plásticos de uso diario, o bien, generados por procesos industriales.

Desde hace 40 años empezaron a acumularse en los océanos, razón por la cual algunos científicos comenzaron a informar sobre este tipo de contaminantes en el medio marino desde finales de los años setenta. Hoy en día, los microplásticos están muy presentes en los mares de nuestro planeta. 

Los microplásticos se clasifican en dos tipos: primarios y secundarios. 

Los primarios son aquellos fabricados específicamente para utilizarse en productos, tales como cosméticos y limpiadores faciales, o bien, en la medicina como agentes farmacológicos.

Los microplásticos secundarios se derivan del proceso de deterioro de deshechos plásticos más grandes, como los derivados de la basura arrojada en los océanos que, con el tiempo, se degradan reduciéndose a un tamaño que no puede ser observado a simple vista. Este proceso de descomposición de material plástico grande en pedazos mucho más pequeños se conoce como “fragmentación.”

Debido a su muy pequeño tamaño, muchas veces los microplásticos no pueden eliminarse mediante los sistemas de filtración de las plantas de tratamiento de aguas residuales. Por este motivo finalizan en ríos y océanos, donde son ingeridos por especies marinas (peces, tortugas) y aves.

Además, dichos microplásticos encierran el riesgo de una posible toxicidad por sus componentes químicos, es decir, de producir efectos perjudiciales, lo que representa una amenaza para la salud de todos los seres vivos.

Para enfrentar esta contaminación de lo microplásticos, el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua ha venido desarrollando estudios, entre los que se encuentran la toma de muestras de agua en dos plantas potabilizadoras, así como de las fuentes de las cuales se abastecen, y el análisis microscópico de partículas que podrían ser de plástico.

En la primera planta potabilizadora, conocida como Los Berros, ubicada en Valle de Bravo, Estado de México, se encontró la presencia de fibras de acrílico, nylon, licra y óxido de titanio.

En la otra planta, Miravalle (lago de Chapala), localizada en Jalisco, se hallaron fibras de celulosa no pláticas.

Entre las conclusiones de la investigación efectuada se destaca que: 1) se encontró una gran variedad de partículas microplásticas en las fuentes de abastecimiento muestreadas: fibras, partículas, películas y otros fragmentos, 2) las fibras son el tipo más abundante y en colores negro, rojo, morado, azul e incoloras, y 3) las plantas potabilizadoras estudiadas depuran satisfactoriamente los microplásticos.