En un ambiente ameno, pero sobre todo, emotivo, la fundadora de la primera escuela para la formación de coreógrafos en México, Lin Durán (Chihuahua, 1928) recibió un homenaje por parte del Centro de Investigación Coreográfica (Cico) del Instituto Nacional de Bellas Artes.
 
A pesar de su delicado estado de salud y convaleciente de una operación ante el padecimiento de cáncer de colon, Lin Durán se mostró contenta y de buen humor ante estudiantes, profesores y pupilos que acudieron a la convocatoria para reconocer su trayectoria en la danza por más de cinco décadas.
 
“Nunca había estado en un salón de danza con tanta gente tan hermosa. Cuando pueda volver a brincotear voy a venir a darles clase, ¿les parece?”, dijo quien fuera bailarina fundadora del Ballet Nacional de México.
 
Con el título Día Experimental de la Danza. Reflexiones a Partir del Legado de Lin Durán, las actividades comenzaron con la inauguración oficial y apertura de la exposición cuya curadora es Tania Álvarez y el director del CICO, Javier Contreras Villaseñor.
 
Conformada por 16 fotografías, muchas de ellas familiares y dos provenientes de su paso como bailarina en Ballet Nacional, la exposición pretende reflexionar sobre la creatividad en la danza.
 
“Para Lin Durán no sólo se trata de bailar bien sino formar buenos coreógrafos, que la danza tenga qué decir, decirlo bien y decirlo con toda la energía y cualidades que tiene la expresión dancística. Sus clases salían de lo convencional porque eran pensadas y hechas para coreógrafos, es decir, para gente que se va a expresar a través de la danza”, explicó Tania Álvarez.
 
Después, en una charla informal y entrañable, Lin Durán estuvo acompañada de cinco de sus más apreciadas alumnas: Elizabeth Cámara, Ofelia Chávez, Ana González, Jane Haw y Jenet Tame, quienes celebraron el legado y la vida de su mentora.
 
“Mujer creadora, forjadora de instituciones, fundadora de todo lo que tiene que ver con la danza en México, una mujer que ha sido y me atrevo a decir, el cerebro de la danza en México”, afirmó Ofelia Chávez, directora de la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea del INBA.
 
Aseguró que posee una visión de la totalidad (parte de su impulso creador), aunado a una mente de capacidad extraordinaria de reflexión, análisis y síntesis que se traduce en un discurso  rápido y conciso. “Lin no habla mucho pero siempre dice cosas contundentes. Une fuerzas para crear, para fundar, para dirigir, para enseñar”.
 
Para Elizabeth Cámara, directora del Cenidi (Centro de Documentación, Investigación e Información de la Danza) José Limón, Lin Durán  no necesita de grandes galas para ser una mujer con presencia, personalidad y elegancia, pues sólo su estar provoca respeto a su calidad académica, convirtiéndola en una personalidad de la danza.
 
“En sus clases, ella soltaba frases y el peso de sus palabras uno lo iba descifrando con el paso del tiempo, la capacidad de síntesis para soltar conocimiento en una frase es algo que no había experimentado. Esa capacidad jamás la había visto en alguien”, refirió Elizabeth Cámara.
 
Ana González habló de la importancia que la maestra Lin Durán ha tenido en su vida: “Lo que más me impacta y me sorprende de su pensamiento son dos grandes líneas: la parte de la coreografía como arte y la parte educativa al ser una gran pedagoga.
 
“He leído sus textos y es admirable y extraordinaria la coherencia entre lo que dice y lo que hace. Para ella el conocimiento se deriva a partir de la experiencia que desata un mundo de creatividades y una forma maravillosa de vivir”, aseguró emocionada la maestra e investigadora en danza Ana González. 
 
La maestra Jane Haw describió el sentido de armonía y sabiduría al trabajar de cerca con la integrante de la Academia Mexicana de la Danza. “Lo hizo divertido y fácil, tenía ideas claras, su manera era hacerte sentir bien. Tenemos recuerdos llenos de sensaciones, imágenes, música, sus ojos que te sonreían, la apreciación positiva, un reconocimiento y por supuesto, mucho de qué bailar. Me enseñó su pasión por la reflexión, el valor que tiene el proceso del cambio, cómo es la experiencia del otro y la importancia de lo que uno puede llegar a valorar”.
 
La coreógrafa y bailarina Jenet Tame explicó que el pensamiento de Lin Durán siempre estuvo preocupado por cómo integrar a los bailarines en libertad para desencadenar la imaginación y ser la semilla para cualquier proyecto coreográfico.
 
“En un mundo exigente y demandante para el bailarín, uno se sentía valorado y respetado, porque más allá de ser mi maestra y mentora, Lin es una compañera con la que se puede dialogar, siempre con una capacidad aguda y con una crítica amable”, señaló Jenet Tame.
 
Lin Durán inició sus estudios artísticos en 1945, con los maestros Seki Sano y Guillermina Bravo. Al formarse el Instituto Nacional de Bellas Artes en 1948, fue integrante del Ballet Waldeen y de la Academia de la Danza Mexicana, fundada por el director Carlos Chávez.
 
Formó parte del Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo y Josefina Lavalle, en donde permaneció hasta 1960, año en el que inició una década de periodismo cultural con el tema de la danza y el ballet.
 
Sus artículos más destacados se publicaron en el libro La danza mexicana de los sesenta. En 1979 creó la Escuela Nacional de Danza Contemporánea y fundó la primera escuela para la formación de coreógrafos, el Centro Superior de Coreografía (Cesuco), ahora conocido como Centro de Investigación Coreográfica (Cico).
 
El Cenidi-Danza, del que fue directora, ha publicado sus libros La humanización de la danzaManual del Coreógrafo y Caleidoscopio de la forma artística.

Información: CGP

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