Los proyectos, la trayectoria, así como la gastronomía, toros, humor, enseñanzas, viajes, amistad, la música y las matemáticas, además de las anécdotas, pero principalmente la arquitectura, fueron temas que se abordaron durante el homenaje realizado a Carlos Mijares Bracho (Ciudad de México, 26 de abril, 1930-Íbid. 19 de marzo, 2015) en el Palacio de Bellas Artes.

Este lunes 11 de mayo se llevó a cabo la Mesa de Amigos en la Sala Manuel M. Ponce donde se reunieron familiares, colegas y alumnos para recordar no sólo las obras del “Príncipe de la Arquitectura”, sino para rememorar su amistad y el gusto por vivir cada instante.

Acompañada por Felipe Leal –moderador-, Carlos Morales, Aurelio Nuño, Isaac Broid, Juan Giral, Carlos González Lobo, Javier Muñoz y  Jaime Ortiz Lajous, Louise Noelle Gras refirió que Carlos Mijares “era un pensador de la arquitectura, quien en numerosas conferencias y charlas desgranó su profundo conocimiento y su pasión” por esta profesión, razón por la cual la Academia de Artes lo nombró académico honorario el año pasado.

En su oportunidad, Aurelio Nuño señaló que en el Seminario de Esquemas Compositivos enseñó a pensar como arquitectos y a diferencia de los que gritaban que lo único que valía la pena era ser originales, “nos abrió los ojos y nos invitó a ser humildes, a conocer y apreciar lo que habían hecho otros a lo largo de la historia antes de empezar a hacer tonterías”.

Recordó que como profesor de Taller de Proyectos, lejos de imponer un modo de hacer las cosas, Carlos Mijares abría puertas e intentaba llevar a cada quien por su propio camino.

“En un momento en que parecía que lo único por hacer eran cajas de cristal moduladas en piel, Carlos fue un soplo de aire fresco y trajo la diversidad, nos reveló a Alvar Aalto, Hudson, a Rudolf, a Venturi, entre otros, pero también nos acercó a Monte Albán, Uxmal y Teotihuacan”, comentó el también miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y miembro de número de la Academia Mexicana de Arquitectura.

Aurelio Nuño rememoró que para Carlos Mijares Bracho la arquitectura fue siempre, ante todo, un oficio que supone conocimiento y destreza por parte de quien la ejerce, y él en estas obras –las iglesias- la ejercía con indudable maestría.

“Creo que por su peculiar modo de entender y hacer las cosas, Carlos era heterodoxo, un arquitecto contemporáneo, con profundas raíces en el pasado, un ‘galopeador’  contra el viento –como le llamó Fernando González Gortázar en un artículo publicado hace unos años.

“Sus preocupaciones arquitectónicas, por otro lado, giraban en torno a unos cuantos temas, los de siempre –decía él- desde los griegos y antes: el espacio, la luz, la escala, la relación con el entorno y la buena práctica constructiva”.

Por último, refirió que Carlos Mijares Bracho nunca perdió el entusiasmo ni la curiosidad por saber y aprender más y conocer cosas nuevas. “Unos días antes de morir decía que sería fantástico conocer el acelerador de partículas que está cerca de Ginebra, ese era Carlos Mijares”, agregó Aurelio Nuño.

En tanto, Juan Giral compartió algunas anécdotas al enfatizar en el involucramiento de Mijares Bracho con los artesanos que hacen la arquitectura, “las ideas de Carlos se iban complementando con las ideas del ‘maestro’ que hacía la iglesia, la cual empezó a hacer de ese proyecto muy especial, pero el involucramiento fue tal que cuando se acabó el dinero empezó a vender tacos los sábados para poder terminar la iglesia. Ello habla de la relación con los artesanos con quienes trabajaba y su relación fue muy profunda”.

El moderador Felipe Leal refirió que Mijares Bracho tuvo muchos colegas, discípulos, seguidores, escuchas. A Carlos se le escuchaba, “era un placer escucharlo”, en este sentido coincidió con la participación de Carlos Morales, quien apuntó:

“Carlos le rendía homenaje al buen hablar, a la palabra, bien fuera una simple conversación de tú a tú en una mesa, bien en clase, en sus conferencias, pero era notorio que se regodeaba con las palabras. Era un banquete para él encontrar las palabras; alargarlas, acortarlas, jugar con ellas y sin duda ese buen hablar era uno de los mejores homenajes que uno le puede hacer a la lengua y Carlos era un homenaje andando a la lengua castellana”, apuntó el especialista.

La obra de Carlos Mijares Bracho comprende tanto la arquitectura industrial, como la religiosa y residencial, entre ésta se hallan la fábrica de Vehículos Automotores Mexicanos (VAM) en Toluca, Estado de México; la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Ciudad Hidalgo, Michoacán; la capilla del Panteón de Jungapeo, en Michoacán; la Christ Church, Fertilizantes del Bajío, la fábrica de Bujías Champion, entre otras obras.

Entre los reconocimiento que obtuvo están el Premio Luis Barragán a la excelencia profesional, Premio Universidad Nacional y la Medalla Bellas Artes, además de ser creador emérito del Sistema Nacional de Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

El homenajeado publicó Arquitectura de nuestro tiempo (1971), San Ángel (1997), La Petatera, sabiduría decantada (2000), Tránsito y demoras, esbozos sobre el quehacer arquitectónico (2002) y Ramón Marcos. Vida y obra (2005).

Información: MVG

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