• Repasa el origen del culto a la Virgen de los Dolores en la Nueva España y su representación en la tradición del altar dedicado a ella

 

La devoción de la Virgen doliente, de origen medieval, alcanzó su auge en el centro del virreinato a finales del siglo XVII, de ahí la creación de dos importantes polos regionales para su promoción: la parroquia de la congregación de Dolores, en Guanajuato, y el santuario de la Virgen de los Dolores, en Soriano, Querétaro.

Para entender el origen y la continuidad que tuvo este culto en la Nueva España, la iconografía con la que fue representado y el nacimiento de la tradición de los Altares de Dolores, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través del Museo Regional de Querétaro (MRQ), presenta la conferencia ¿Ya lloró la Virgen? El viernes de Dolores y su advocación mariana, impartida por el historiador Julián Briones Posada, a través del canal INAH TV.

En la actividad virtual, enmarcada en la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, el especialista en Historia del Arte explica que la devoción a la Virgen de los Dolores se originó en Florencia a finales del siglo XII, y se diseminó en la centuria posterior por la comunidad religiosa servita (Orden de los Siervos de María), ante la necesidad de una devoción popular.

A partir del siglo XIII se aprecian las primeras representaciones europeas de esta advocación, en las que se representa a María con un puñal clavado en el corazón, cuyo fundamento se basa en un pasaje del Evangelio de san Lucas, sobre la profecía de Simeón, que reza que su corazón sería atravesado por una espada.

El culto fue trasladado a la Nueva España después de la conquista, y una de las primeras imágenes de factura novohispana que se conoce es la Virgen dolorosa, del pincel virreinal de José Juárez (1617-1670), la cual data de 1655.

Briones Posada explicó que esta devoción tuvo una amplia difusión en el último cuarto del siglo XVIII, extendiéndose, principalmente, por la labor de la Compañía de Jesús, así como por escritos y la producción de imágenes y retablos, como lo demuestra la obra del jesuita José Vidal: Memorias tiernas, despertador afectuoso y devociones prácticas con los Dolores de la Santísima Virgen, devocionario impreso, por primera vez, en 1686.

Otro impulsor de esta veneración religiosa fue el padre Eusebio Kino, quien junto con fray Jesús María de Salvatierra, dirigió el establecimiento de las provincias de Sonora y California, y en cada una de ellas fundó misiones con el nombre de la Virgen de los Dolores, a finales del siglo XVII.

El historiador expuso las dos variantes iconográficas para la también llamada Mater Dolorosa: en la primera, se le muestra en el momento más dramático del viacrucis de Cristo, donde se representa con las manos crispadas y el rostro ceroso, mientras que sus ojos lacrimosos se dirigen al cielo o hacia la visión de la cruz.

La segunda variante iconográfica representa a la Virgen de medio cuerpo o solamente el busto, con la mirada baja, en una actitud de recogimiento ante el desamparo y la resignación, en el trance del cumplimiento de la voluntad divina.

“En la mayoría de las imágenes de medio cuerpo se muestra un puñal clavado en el pecho de la Virgen, también conocida como gladius doloris, en alusión a la cita del Evangelio de Lucas. En una variante más atípica, pero también muy conocida, suele plasmarse con siete puñales que representan los dolores o momentos de mayor conmoción en los que participó María como madre de Cristo”.

De esta forma, tanto para las imágenes del siglo XVIII como del XIX, era común copiar los modelos italianos que circularon en grabados, donde María aparece con las manos unidas y ocultas en el manto que la cubre, en una actitud de recogimiento, desamparo y resignación, un ejemplo es la pieza Virgen dolorosa, del siglo XVIII, que conserva el MRQ.

Briones Posada expuso que, en 1671, el Papa Clemente X estableció la festividad de la Virgen de los Dolores en España y sus dominios. “Este culto se consolidó a lo largo del siglo XVIII, con singular arraigo en el centro del virreinato, por la gran presencia de colegios jesuitas, lo que es palpable en dos esculturas marianas, localizadas en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores (hoy Dolores Hidalgo) y el santuario de la Virgen de los Dolores, en la misión dominica de Santo Domingo de Soriano, en Guanajuato, y Querétaro, respectivamente”.

Finalmente, el historiador compartió que en lo que respecta al siglo XX, la pintora María Izquierdo, quien nació en Jalisco, en la región de mayor influencia de esta devoción, realizó una serie de óleos sobre la imagen dolorosa —pintados entre 1943 y 1947—, con quien ella misma decía identificarse.