La de José Luis Martínez, (Atoyac, Jalisco, 1918 - Ciudad de México, 2007) fue una vida entregada a las letras desde diferentes trincheras, pues su vocación literaria no sólo lo llevó a convertirse en un extraordinario escritor e historiador, sino también crítico, bibliógrafo, editor, académico, promotor cultural y servidor público.

A ocho años de su fallecimiento, ocurrido el 20 de marzo de 2007, se recuerda a quien Gabriel Zaid calificó como “curador de las letras mexicanas”, mientras que el también crítico literario Emmanuel Carballo señalaba que “al hablar de José Luis es necesario referirse a la prosa del siglo XX”. 

Emmanuel Carballo aseguraba que como historiador y crítico, José Luis Martínez fue uno de los analistas más eficaces y significativos de nuestro tiempo, pues su crítica brilla con luz propia y fue maestro de la que hoy se ejerce en el país.

Nacido el 19 de enero de 1918, cursó la primaria junto con Juan José Arreola en Zapotlán y luego la carrera de letras españolas en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México y paralelamente, tomó clases de historia, filosofía y arte.

Luego de darse a conocer como poeta, con Elegía por Melibea de 1940, decidió dedicarse a la crítica, en la cual fue discípulo de Alfonso Reyes, para luego virar hacia el estudio del pasado, hacia los orígenes de la literatura.

Esto lo llevó a ser un escritor prolífico de numerosos ensayos y estudios como La técnica en literatura, Las letras patrias, de la época de la Independencia a nuestros días, La emancipación literaria de México, La expresión nacional. Letras mexicanas del siglo XIX, Problemas literarios, La literatura moderna de México y La luna, Unidad y diversidad de la literatura latinoamericana.

José Luis Martínez es autor de Nezahualcóyotl. Vida y obra, El mundo antiguo, México en busca de su expresión literaria: 1810-1910, Origen y desarrollo del libro en Hispanoamérica, El mundo privado de los emigrantes de Indias y La literatura mexicana del siglo XX, entre muchos otros.

Pero ante todo, señaló el poeta y también crítico literario Adolfo Castañón, José Luis Martínez fue un gran maestro. “Están en deuda con él instituciones como el Fondo de Cultura Económica, la Academia Mexicana de la Lengua, el propio Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la Fundación para las Letras Mexicanas, la deuda de la cultura mexicana con el maestro José Luis Martínez Rodríguez, es una deuda poco calculable, por su amplitud y diversidad, editorial, literaria, humana y eventualmente civil y política”.

Su trayectoria como humanista, fue muy variada, ya que ejerció diversos cargos políticos, pues fue secretario particular de Jaime Torres Bodet, cuando estuvo al frente de la Secretaría de Educación Pública, además de diputado por Jalisco (1958-1961), Embajador de México ante la UNESCO en París, así como en Atenas, Perú y Grecia.

Como promotor cultural dirigió el Instituto Nacional de Bellas Artes de 1965 a 1970, Talleres Gráficos de la Nación en 1975 y 1976, el Fondo de Cultura Económica de 1977 a 1982 y la Academia Mexicana de la Lengua de 1980 a 2002, además de haber sido Creador Emérito del Sistema Nacional de Creadores de Arte y miembro de número de la Academia Mexicana de Historia.

Adolfo Castañón reconoció que José Luis Martínez dedicó su vida a las letras, entendidas en todo el sentido de la palabra: “desde la letra como literatura, hasta la letra como tipografía, el maestro Martínez fue por ejemplo, director de Talleres Gráficos de la Nación, hasta la letra digamos, como instrumento de cambio, José Luis era un gran administrador, es una vida integrada a las letras y entregada a las mismas”.

Además, dijo, tuvo la gran fortuna no sólo de conocer escritores, sino también de poder reconocerlos, reeditarlos y escribir sobre ellos. “Hacía historias de la literatura, sobre esos escritores que habían sido sus maestros o que habían sido discípulos, es una figura que se hizo cargo de la vocación literaria, en un sentido muy amplio y muy extenso”.

Por su parte el también escritor y crítico José de la Colina recordó a José Luis Martínez Rodríguez como un “escritor extraordinario, que siempre ha sido considerado como mero historiador, aunque fue un historiador importante de nuestra cultura, no se le ha tenido en cuenta como escritor y es un escritor extraordinario, de una prosa transparente, eficaz en cuanto transmite lo que quiere decir y eso no se le ha tenido muy en cuenta”.

Aunque lo comenzó a tratar en los años finales de su vida, de inmediato se hicieron amigos, ya que, apuntó, “era una persona extraordinaria, un hombre de un saber enorme, que yo creo que él mismo difundió su saber, pero creo que no tuvo muchas oportunidades, por eso digo que no se le consideraba buen escritor”.

Además, destacó, “tiene estudios importantes sobre todo en la literatura mexicana, desde Sor Juana Inés de la Cruz a Adolfo Castañón” y escritores contemporáneos que hacen que, a ocho años de su partida, se le extrañe, sobre todo por sus conversaciones, porque “era un conversador ameno, que sin proponérselo, tenía un maestrazgo”.

En tanto, la Premio Cervantes de Literatura en Lengua Castellana, Elena Poniatowska, consideró que se trata de una figura única, “era un hombre encantador, un hombre de mundo, con una biblioteca fabulosa y siempre me dio un gusto enorme entrevistarlo, porque además sabía muchísimo, era un gran conversador y además un hombre de una cultura muy grande”.

Cabe señalar que la pasión de José Luis Martínez por los libros, se ve reflejada en el hecho de que tuvo la que es catalogada como la biblioteca privada más importante del país, cuyo acervo hoy se encuentra en la Biblioteca de México, ubicada en La Ciudadela.

Pero también su fascinación por las letras, dijo la escritora y periodista, se muestra en el hecho de que José Luis Martínez también trabajó en Ferrocarriles Nacionales, donde dirigía una revista que se llamaba Ferronales.

A pesar de que con su partida José Luis Martínez dejó un hueco, Adolfo Castañón advirtió que también dejó una herencia, la cual es una especie de guía para seguir por ese camino, ya que la cultura tiene que continuar.

“Y tiene que haber gente que haga libros, que compre libros, que cuide los libros, que anote los libros, y bueno, yo creo que en ese sentido la cultura mexicana contemporánea, es una cultura que no es auspiciosa para el eventual discípulo o seguidor de José Luis Martínez”.

Información: AGB

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