“El pintor Francisco Toledo está colmado de referencias locales, regionales y de conocimientos del arte internacional. Es un excéntrico, el primitivo que funda instituciones culturales, el pintor cultivado que se asume como parte del fluir de la naturaleza. […] Le ha dado su nombre a una manera de recrear y transfigurar la realidad y, sin quererlo, ha originado una escuela o una cauda de imágenes que en las suyas se inspiran en vano”, escribió el cronista Carlos Monsiváis sobre el artista oaxaqueño en la introducción del libro, Obra gráfica para Arvil 1974-2001 (2001).

Hace 73 años, el 17 de julio de 1940, nació Francisco Benjamín López Toledo, el cuarto de siete hijos de Francisco López Orozco y Florencia Toledo Nolasco. Lagartos, grillos, chapulines, armadillos, coyotes, peces, tortugas, iguanas, culebras, conejos y cocodrilos son los interlocutores de Francisco Toledo en su obra, la cual a través del pincel, la pluma y el lápiz los reinventa y vuelve míticos.

El pintor, grabador y ceramista señaló en entrevista a Angélica Abelleyra que los insectos son para él un interés formal. “Cuando uno dibuja, hace estilizaciones del ser humano, de los cuerpos y todo eso lleva hacia el insecto. Estamos hechos como ellos… nada más hay que ver las patas y la cabeza, un mismo orden, estructura, la cercanía de la forma. Pero en realidad no sé muchas cosas de los insectos. No me he puesto a estudiarlos ni a coleccionarlos. Sucede simplemente que es una forma de vida que algunas veces me ha afectado”.

Francisco Toledo es considerado el artista plástico vivo contemporáneo más importante de México. Para Carmen Gómez del Campo, investigadora del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas (Cenidiap), la obra de Francisco Toledo resulta fascinante, conmovedora y sacudidora en todas sus muestras polifacéticas.

“Algo que siempre me apasionó de Toledo fue su obra. Esa parte tan primitiva, tan moderna, colocándose dentro de un arte regional en el que recuperó sus raíces oaxaqueñas. Pero él va más allá, es un artista universal”, expresó Carmen Gómez del Campo.

El artista, impredecible y polifacético, maneja varios oficios: pintor en diferentes técnicas, collage, encáustica, fresco, acuarela y gouache; cerámica; tapiz y modelado. 

Carmen Gómez del Campo señala en entrevista para Conaculta, que cada técnica le permite a Francisco Toledo sacar modalidades distintas. “Creo que los materiales le permiten expresarse. Por ejemplo, con la cerámica recupera volúmenes, formas, le da vida a sus figuras. Sabemos que es un gran lector de literatura, sino fuera por el grabado seguramente esta expresión no podría darse. No hay una modalidad que se sobreponga a otra o sea mejor, cada una le permite expresar cosas distintas y eso que expresa se convierte en algo único”.

Expuso que Toledo presenta una maestría y pureza en el manejo de la técnica con la que es capaz de acercarnos y poner en las formas contemporáneas todo lo primitivo que tiene la condición humana.

“Aquí y en cualquier parte del mundo esa trascendencia y universalidad le da ese carácter. Me parece que en parte es por recuperar esa condición de primitivo, que es lo que lo coloca como uno de los artistas mexicanos contemporáneos más destacados, sin lugar a duda”, afirmó.

La autora del libro Miradas a Francisco Toledo comentó que el artista comprometido con sus raíces indígenas construye su trabajo siempre en un borde, un umbral, el cual toca un mundo que nos es dado a la mirada. “Su obra es humana. Él hurga en ese mundo al que los normales no tenemos acceso, simplemente se sumerge en el submundo en algunas de sus obras en óleo, lo trae como lo hace con el grabado o la cerámica, para que lo toquemos, lo veamos, transmitiéndolo de alguna manera”.

Al presentar el libro hace dos años, la coordinadora de la Academia de Fronteras del Cenidiap comentó que la obra de Francisco Toledo abre una rendija a leer la condición humana, atravesada por una convivencia animal. “Por ese erotismo desgarrador y por ese elemento que definiría al arte contemporáneo. Nos hace tocar de cerca lo más primitivo original y nos lo pone al alcance de la mirada”.

Francisco Toledo compartió con la periodista Angélica Abelleyra, quien realizó un retrato biográfico del pintor presentado en el libro Se busca un alma, que sus padres vivían en Minatitlán, Oaxaca, y que él nació en la Ciudad de México. “Nunca tuve una liga con ese lugar, uno es de donde se siente”.

En la publicación se explica que Toledo no quiso radicar en la colonia Del Valle del Distrito Federal ni ir a Acayucan, lugar donde radicó su padre, sino estar en Ixtepec porque allí vivían unas tías que lo cuidaban y ahí habían vivido sus padres. Posteriormente se interesó en Juchitán por ser un lugar con más tradición y también el sitio de donde surgían todas las historias que había escuchado. “Sintió que ése era el lugar, por la riqueza de la lengua y de la cultura zapoteca”.

Su formación

El artista mexicano, a los 11 años vivía en Oaxaca, donde cursó la secundaria y estudió grabado con Arturo García Bustos y Rina Lazo; a los 17 viajó a la Ciudad de México, pero el periodo de inscripciones en las escuelas de San Carlos y la Esmeralda habían cerrado, quedándole la opción de ingresar a la Escuela de Diseños y Artesanías, donde los pintores Castelar, Dosamantes y Silva Santamaría serían más que sus maestros.

Francisco Toledo se asumió pintor desde sus muy tempranos inicios, pero le interesaba dominar técnicas de grabado sobre linóleo, madera y metal, y de relieve como la litografía, que además de multiplicar la imagen, implicaran tal rigor, que sólo su total dominio permitiera el lujo de introducir el azar como una voluntad propia de la forma. 

En 1960, con 20 años de edad, el artista viajó a París para ingresar al taller de S.W Hayter. Allá conoció a Rufino Tamayo y Octavio Paz. Estableció estrecho contacto con los talleres de grabado Murlot y Bramsen & Clot. Permaneció ahí cinco años en los cuales frecuentó galerías y museos y diversificó su cultura plástica. Después viajó a Nueva York para exponer obra gráfica realizada en el taller de Kahlil. Luego en México, trabajó en el taller de Mario Reyes. 

A su regreso a nuestro país afirmó su necesidad de vincularse más orgánicamente a su primera cultura en viajes frecuentes a Juchitán y Oaxaca. Regresó con una técnica pictórica depurada que no dejaría de enriquecer, así como con la influencia de ideas plásticas de artistas de distintas escuelas europeas, como Alberto Durero, Paul Klee o Marc Chagall. 

Francisco Toledo recuperó técnicas antiguas e investigó otras nuevas, tanto en la pintura como en la escultura y la cerámica. Diseñó tapices que realiza con los artesanos de Teotitlán del Valle. 

Su trabajo fue cada vez más reconocido y valorado. Realizó exposiciones en  galerías y museos, como la retrospectiva de 1980 en el Museo de Arte Moderno que reunió cerca de 500 piezas.

De Francisco Toledo se han observado dibujos y tintas reunidos en los Cuadernos del insomneCuadernos de la mierda y Cuadernos de los insectos; los (anti) homenajes a Benito Juárez en collage y mixtas sobre fósil; su manual de  zoología fantástica en acuarela y gráfica; su insectario en tinta y acuarela; sus platos, vasijas y murales en cerámica, dando vida a cangrejos y tortugas; sus series gráficas sobre la muerte; autorretratos en fotografía, óleo al temple y xilografía; las bicicletas, máquinas de coser y escenas de lucha libre transportados al óleo sobre papel; los mapas y planos juchitecos en papel amate, papiro y acuarela; los animales hechos en caparazones de tortuga, hojas de coco, pistaches, huevos de avestruz y cera.

Se busca un alma

Angélica Abelleyra señala en su libro editado, por Plaza y Janes (2001), que Francisco Toledo es un hombre dedicado a su obra. “Una obra en constante movimiento, contemporánea, arcaica, que en sus manos nace y se transforma, y en nuestros ojos permanece. Que de la misma manera y con la misma intensidad construye y destruye, pero siempre envuelto en un acto de creación, cuyo gusto por las imágenes y las historias de aventuras le surgió desde pequeño”.

La periodista compartió a Conaculta que a partir de tantos silencios y preguntas sin respuesta en una entrevista realizada al artista en 1995, le surgió la idea de hacer un libro sobre su vida y obra. “Se lo comenté, me dijo que estaba loquita”.

Angélica Abelleyra explicó que Francisco Toledo es un personaje con una valía no sólo artística en el panorama pictórico y artístico de México y más allá, sino también por su convicción política, su participación cívica en Oaxaca y en otros lados.

“Es un personaje que ahora habla un poco más pero que en aquel entonces, hablaba muchísimo menos y que a mí me atraía por todas estas caras, aristas que es posible ver de Francisco. 

“Tuve el gran privilegio de que él aceptara, con muchas negaciones de verme, con muchos regaños, diario me decía que me fuera de ahí, que no quería hablar conmigo, fue una labor de persistencia. Creo que el libro es un buen retrato porque más allá de platicar con él, de admitir muchas condicionantes, como no usar grabadora, ni siquiera escribir en el momento. Se conformó un buen libro al hablar con sus familiares, con su gente cercana, hijos, ex mujeres, mujer actual, críticos, galeristas, colegas y detractores”. 

Angélica Abelleyra señaló que Francisco Toledo es un artista asediado desde muchos lados. “Mucha gente le pide una opinión, ayuda, solidaridad, de todo tipo, de todos los partidos políticos, de todas las asociaciones civiles. Es un hombre al que, en ese entonces, le costaba trabajo decir que no a muchas cosas, es un hombre solidario y aunque parece de principio muy distante, sí se involucra en muchas cosas”.

“Es un personaje difícil, complejo, lo menos complaciente que conozco incluso con él mismo. Creo que uno de los principales retos que tiene todo ser creativo es evitar la complacencia y repetición, Francisco es muy crítico de sí mismo, a disgusto de su trabajo, destruye muchísimas cosas, lo que alcanzamos a ver es una parte muy selectiva de su propio trabajo”, detalló. 

La periodista especializada en artes visuales comentó que la obra de Toledo ha cambiado a lo largo de los años. “Tienen una etapa fundamental en sus primeros años, en los años setenta y ochenta se modificó. Él ha buscado otras técnicas, materiales y me parece que es donde está la magia”.

Francisco Toledo, a la reportera Ana Cruz, en una entrevista para La Jornada en 1999, le dijo ser un pintor viejo al que le preocupaba repetirse. “Siento que no salgo de los chapulines, los cangrejos, de las ranas. Por eso cambio de técnicas. Me voy a la cerámica o a la escultura. También por eso cambio de materiales. Espero hacer cosas diferentes muy pronto, aunque pinto a los animales y los sueños de mi infancia, y esos ya no pueden cambiar. Habrá que insistir para que vengan nuevas imágenes, nuevas ideas, nuevos sueños”.

Angélica Abelleyra dijo que Francisco Toledo es un artista inconforme. “Creo que eso le ayuda a no estar en la complacencia. Es muy crítico de sí mismo, de los demás, casi no le gusta nada y si le gusta no te lo dice, creo que eso es muy rico para sí mismo y su propio crecimiento”.

El pintor galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes en área de Bellas Artes el 15 de diciembre de 1998, ha expresado no considerarse un artista internacional. “Sólo Frida Kahlo, Diego Rivera y Rufino Tamayo se podrían ubicar como mexicanos con cierta internacionalización”. 

En ese sentido Carmen Gómez del Campo apuntó que Francisco Toledo en Francia e Inglaterra tiene un lugar y reconocimiento. “Yo no lo mediría por éxito de mercado. Me preguntaría que tanto él no ha querido moverse en el circuito internacional. Que se haya mantenido al margen de este mundo o haya optado por esta otra faceta de luchador social, hasta en un sentido podría ser contradictorio estar en una u en otra”.

Labor social

Además de su obra plástica, Francisco Toledo es conocido por su labor altruista y compromiso social. Es observador, crítico y ecologista, su obra también hace una denuncia de la deforestación y la destrucción de la naturaleza. 

Fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, promovió la creación del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO) inaugurado en 1992; del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y del Museo de los Pintores. 

Impulsó la restauración del monasterio agustino donde funciona ahora el Centro Cultural Santo Domingo. Creó en Etla, cerca de la ciudad de Oaxaca, un taller de papel de materiales orgánicos que da trabajo a la población, y rescató parte de una factoría de hilados. 

Impulsa el mundo cultural y las posibilidades artísticas de los invidentes con bibliotecas, exposiciones palpables o escuelas de arte y fotografía. Fundó el Patronato para la Defensa y Conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca, A.C (Pro-Oax). 

“A Francisco Toledo es imposible desligarlo de toda su labor social y cívica. Ahora está haciendo una escuela de arte para niños. Es un hombre atento a las necesidades artísticas y sociales de Oaxaca, esto también le da una gran relevancia”, señaló Angélica Abelleyra.

El Centro Nacional de las Artes albergará una pequeña muestra integrada por 10 piezas de de obra reciente de Francisco Toledo, la cual será inaugurada  el próximo 28 de agosto en la Galería Juan Soriano de la Biblioteca de las Artes, la exposición estará abierta al público hasta el mes de diciembre.

Información: DAF

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