• En simposio organizado por el INAH, se resaltó el contexto bajo el cual el “profe” asumió y sacó avante el proyecto arqueológico homónimo
  • El homenaje póstumo al investigador continuará el 6 de septiembre de 2023

Los años de 1980 y 1982 no fueron fáciles en lo que respecta a la exploración arqueológica de Teotihuacan, pues ante la monumentalidad de esta ciudad prehispánica, el equipo que la investigó, liderado por Rubén Cabrera Castro (1934-2023), tuvo que conjugar visiones tanto científicas como políticas, a fin de ampliar el conocimiento, la protección y el disfrute público de la urbe antigua.

Así lo comentaron los expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y de otras instancias académicas que participaron en la segunda jornada del simposio “Homenaje póstumo al ‘profe’ Rubén Cabrera Castro. 60 años en la investigación de Teotihuacan”, organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del INAH, de la Zona Arqueológica de Teotihuacan y del Centro de Estudios Teotihuacanos (CET).

De acuerdo con el arqueólogo de la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, Jesús Sánchez Sánchez, en aquellos años existía presión tanto de los medios de comunicación, avasallados semana a semana por los descubrimientos que, no muy lejos de allí, se verificaban en el Proyecto Templo Mayor –iniciado dos años antes–, así como una crítica desde el gremio arqueológico, tocante al “fachadismo” que, se decía, se promovía en la llamada Ciudad de los Dioses.

Y si bien, dijo, a Cabrera “le tocó la rifa del tigre” al recibir la titularidad del Proyecto Arqueológico Teotihuacan (PAT), en esta encomienda supo distinguir la oportunidad de iniciar investigaciones científicas sobre aspectos que, “quizá, traía en mente desde los años 60, cuando trabajó como ayudante, bajo las órdenes de Ignacio Bernal”.

En sintonía con lo expuesto por el profesor emérito de la Universidad de la Prefectura de Aichi, Japón, Saburo Sugiyama, Sánchez destacó que bajo la guía de Cabrera se atendieron los más importantes espacios de la urbe precolombina: las pirámides del Sol y de la Luna, la Calzada de los Muertos y La Ciudadela.

En este último espacio, precisó, “no se habían hecho exploraciones desde la época de Manuel Gamio, a inicios del siglo XX”, por lo que Cabrera emprendió su investigación integral, lo que llevó a hallazgos de primer orden, como el de 137 individuos sacrificados al interior del Templo de la Serpiente Emplumada.

Al participar virtualmente en el simposio, la arqueóloga del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Linda Manzanilla Naim, encomió el valor que los aportes de Rubén Cabrera tienen para numerosos estudiosos de Teotihuacan.

“Él se destacó por ser un académico riguroso, siempre preocupado por publicar los resultados de sus proyectos. Gracias a las compilaciones que hizo de sus trabajos en el PAT o de sus indagaciones en el barrio de La Ventilla, hoy podemos hacer esfuerzos comparativos y colaborativos para entender a una civilización multiétnica, la cual no dejó textos para conocerla de primera mano”.

Los panelistas concluyeron que el legado del “profe” Cabrera está en las diversas generaciones de arqueólogas y arqueólogos que formó, y también en los vínculos que construyó con los trabajadores de los municipios aledaños a la zona arqueológica, cuya labor agradecía regularmente con fiestas y comidas.

“El proyecto 80-82 es actualmente una referencia para todos los que hacen investigaciones en el valle de Teotihuacan”, inclusive, concluyó Jesús Sánchez Sánchez, “cuando tuve la oportunidad de trabajar en Egipto, conocí arqueólogos rusos, polacos y estadounidenses que habían leído a Cabrera, y se morían de ganas por trabajar con él, lo que nos habla del prestigio mundial que imprimió al PAT”.

El homenaje a Rubén Cabrera continuará en el CET, tanto presencial como virtualmente, el 6 de septiembre de 2023, con la participación del antropólogo físico Carlos Serrano Sánchez y del arqueólogo Ignacio Rodríguez García. Asimismo, se contará con ponencias a cargo del arqueólogo Jaime Delgado Rubio y del arquitecto Gonzalo Rodríguez Torres.