El primer día de actividades del Cuarto Encuentro de Son Jarocho. Fiesta de las Jaranas y las Tarimas, y parece que ya se ha visto todo lo que este evento ofrecerá al público: baile, música y una fiesta interminable.

Más de 120 minutos de música continúa, interpretada por Andrés Vega Delfín y sus hijos, fueron suficientes para que a través de 10 canciones 556 personas descubrieran lo que para estos músicos es el son jarocho: alegría, festejo, libertad, vida.

El concierto inició con El balajú, son creado a partir de una novedosa fusión rítmica del arpa tocada por Octavio, la jarana por Gonzalo, herederos musicales de don Andrés Vega, ejecutante de la  guitarra de son.  

“Es la primera vez que en esta casa yo canto”, entonaba Gonzalo Vega minutos antes de dar paso a la intervención de su hermano Octavio, quien con voz entrecortada agradeció el dirigir este concierto con el que demuestran que el son “es música que se aprende a vivirla, sentirla y que implica tiempo, esfuerzo y dedicación”.

En el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes también sonaron La guacamaya y El colas, piezas con las que el público escuchó y sintió el estilo distintivo de la interpretación de los Vega: apasionado, constante, y con las cuales la bailadora Martha Vega inició el zapateado.

“Estoy muy emocionada. No me gusta hablar, pero doy gracias a mi Dios por tener aquí a mis padres vivos y estar por segunda ocasión juntos como familia tocando. Gracias amigos y los que no son amigos por estar acá”, dijo la bailarina de más de 50 años de experiencia.

Después vino El pájaro Cú y Cascabel, donde participaron algunos nietos y bisnietos de don Andrés, quien entre risas comentó que son producto de alguno de los 17 hijos que tuvo, “porque antes no había televisión y con una lámpara de petróleo, que íbamos a andar matando mosquitos, mejor nos íbamos a acostar”.

Octavio Vega mostró su virtuosismo como arpista sonero con La tuza, que despertó los potentes gritos, chiflidos y ¡bravo! entre el público.

El estar afónico y tener una costilla rota no impidieron a don Andrés Vega, Premio Nacional de Ciencias y Artes en el rubro de Artes y Tradiciones Populares 2012, tocar potentemente la guitarra, cantar y que se levantará a zapatear con La bamba, acción que provocó fuertes aplausos y una ovación de pie por parte del público.

“Esto es algo que me gusta hacer, pero ya estoy viejo y me canso. Con este concierto quiero mostrar que lo más grande que me ha dado la música es la vida, seguir existiendo desde hace 40 años que estoy tocando”, detalló en entrevista.

En un ambiente de fiesta interminable, diferentes generaciones de los Vega aparecieron en el escenario para zapatear, tocar y cantar El butaquito y Zapateado.

“Estos accidentes son cosas de la vida. Si de esta escapo y no muero, seguiré tocando hasta el fin. Gracias a Dios que estoy con ustedes”, dijo Andrés Vega antes de cerrar el concierto: La morena, canción que despertó en el público besos, abrazos y el baile en su butaca, en las escaleras o que bajara al escenario para zapatear y convivir con los Vega, músicos afamados y herederos importantes del son mexicano.

Información: LCL

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