La singularidad de la Casa Estudio Luis Barragán, que hace 10 años fue declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO, es el rasgo más importante del inmueble, según la especialista del Instituto de Investigaciones Estéticas, Louise Noelle, donde además de la emoción y la luz hay una funcionalidad neta de los espacios que proviene de los estudios de ingeniería que cursó su creador.

Durante la charla Barragán, origen y destino, realizada ayer en el Palacio de Bellas Artes, a 10 años de la inscripción de la Casa Estudio Luis Barragán en la lista de Patrimonio Mundial, la también historiadora de arte destacó que esta casa es la obra cumbre de Barragán.

Es el compendio, dijo, "de todas estas enseñanzas, de todas estas vivencias, de todos estos estudios que él hacía, a veces de manera personal, de todos los temas, del color, la luz, el agua, las cuestiones islámicas y que están presentes en esta casa, con estos manejos de los espacios, de las sorpresas, de lo que después él mismo reconocerá, que busca una arquitectura de emoción estética".

La Casa Estudio Luis Barragán se trata de una obra, acotó, en la que nos damos cuenta "de hasta dónde llega el poder de una sola obra arquitectónica que, a mi juicio, tiene un lugar fundamental en la historia de la arquitectura mexicana y del mundo", donde se plasman "todas las posibilidades que este genial arquitecto manejaba en los espacios abiertos como en los espacios habitables".

Por su parte, el arquitecto Juan Palomar definió a su homólogo Luis Barragán como un "arcaico contemporáneo", ya que su obra buscaba la arcadia, ese lugar ideal donde todo era armonía y belleza, en la cual logró la atemporalidad, por lo que, advirtió, hablar de Barragán no es un lugar común, sino una fuente permanente de reflexión y vitalidad.

Ante la directora del INBA, María Cristina García Cepeda, y la representante de la UNESCO en México, Nuria Sanz, el especialista señaló que Barragán logró ser arcaico, en el sentido esencial de la palabra, ya que arcaico y arcadia tienen la misma raíz y "la arcadia era este lugar ideal que en la antigüedad se imaginaban donde todo era armonía y belleza y orden y resplandor".

La búsqueda absoluta de Barragán por la felicidad y la armonía, agregó, lo llevaron a hacer esfuerzos permanentes para crear una muy personal arcadia, un lugar donde la belleza sucediera, lo cual rara vez se encuentra.

Además, dijo, "hay una especie de religiosidad laica en todo lo que hacía Luis Barragán, que era profundamente católico, pero hay este espacio también pagano de gozo, de reconciliación con el cuerpo, con los sentidos, que contesta de una manera muy pertinente a una sociedad que ha ido, poco a poco, encontrando a través de las eras nuevos horizontes".

Finalmente, el poeta Jorge Esquinca consideró que la de Barragán es una arquitectura contundente y diáfana, pues trazó en los espacios abiertos, los límites que los hacen lugares habitables y en sus casas y sus jardines, en sus recintos y fuentes gravita la palabra humanidad.

Ante una vastedad de alternativas, según el poeta, Barragán se sostiene en la negación: "no a la prolija apariencia, no a la vulgar ostentación, no a la soberbia dicotomía entre la casa y su entorno", además de que conjugó tradición y renovación para la creación de una voluntad de ser en armonía, en contemplación.

"Luis Barragán delimitó un espacio donde las nupcias del misterio y la alegría, son posibles y han de resultar mediadoras en la manifestación cíclica de lo sagrado", gracias al juego de la luz y la sombra que cambian con las horas, el depurado alfabeto del color o la bondad compacta de la piedra que hacen de sus casas, organismos vivientes, de dignidad elemental, discreción espiritual y llamado silencioso.

Información: AGB

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