La más reciente exposición de la escultora griega Marina Láscaris, Longitud y latitud desconocidas, que se exhibe en la Galería Juan Martín, en el corazón de Polanco, versa sobre el agua y el mar, a fin de dar un vistazo a lo que podría estar escondido en las profundidades. 

Integrada por 42 obras hechas en bronce, mármol y basalto, la autora señaló que se trata de “piezas un poco misteriosas, con contenido mitológico; son ninfas, son olas, son cosas que uno no sabe muy bien dónde están, pero que están, probablemente escondidas en las profundidades del mar”. 

En entrevista con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, la escultora precisó que la idea de crear estas piezas surgió a raíz de haber realizado un viaje a Europa en barco, lo cual, dijo, “es otra experiencia con el mar, muy diferente a la del Mediterráneo, donde en lugar de estar siempre cerca de la orilla, está uno durante seis días en medio de la nada, del mar; entonces piensa uno qué puede haber debajo, un mundo en parte desconocido todavía”. 

Por ello, Longitud y latitud desconocidas está conformada por obras en bronce, mármol y basalto, toda vez que “la orilla, donde el mar se encuentra con la tierra, es donde el mar va dando forma a las rocas, a las piedras; tenía sentido trabajar con piedras para expresar lo que quiero”.

La escultora señaló que por haber nacido en Creta, Grecia, en 1950, siempre ha tenido una fascinación por el mar. Llegó en 1974 a México, donde desde ese año radica, luego de estudiar en el Heatherley School of Art y en el St. John Cass School of Art en Londres y de haberse casado con un mexicano. 

Ahora, indicó, su obra es un híbrido, una mezcla de la cultura griega y mexicana; “voy pasando del uno al otro”, hasta en el uso de los materiales, muchos de los cuales son netamente mexicanos. 

Sin embargo, recordó que el primer contacto con la escultura prehispánica fue impactante. “Justamente procedente de una cultura occidental y llegar a México, otro continente, otra cultura, para mí fue un mundo totalmente distinto que tuve que conocer primero. Aunque siempre me encantó México y la cultura prehispánica, me causó un poco de sorpresa, pero leí, fui entendiendo el por qué y ahora me encanta”. 

Marisa Láscaris, quien inició su carrera artística en la pintura, pronto descubrió que lo de ella era la escultura. “La mayoría de la gente empieza pintando, dibujando, porque es más fácil que hacer escultura“. 

De hecho, acotó, “los niños trabajan un poco con plastilina, después lo dejan, porque no saben cómo dar el próximo paso; en mi caso, nunca fui una gran pintora, ante el uso del color dibujaba bastante bien, pero poco a poco mis dibujos empezaron a salir del papel, necesitaban volumen, la tercera dimensión y es cuando empecé a experimentar con la escultura”. 

La creadora griega prefiere la escultura abstracta, porque, dijo, ofrece “más libertad para expresar cosas interiores, inconscientes y también porque demandan que el espectador interactúe, entonces hay un juego entre el espectador y el creador, porque no es tan obvio como puede ser la obra figurativa”, indicó la artista. 

Es una muestra, apuntó la escultora, “donde emana un poco la tranquilidad y la paz, porque por más que el mar puede ser tormentoso, mis piezas son todas bastante tranquilas, son suaves de tocar, son estéticas y dan una sensación de paz, que es un poco lo que quiero transmitir”.  

Los interesados podrán participar en este juego planteado por Marina Láscaris a través de la exposición Longitud y latitud desconocidas que estará en exhibición hasta el 25 de octubre en la Galería Juan Martín, ubicada en Dickens 33-B, en Polanco.

Información: AGB

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