En Casa Calabaza, de María Elena Moreno Márquez (Maye Moreno), se ofrece un relato testimonial directo entre la ficción y la realidad cruel, sin contemplaciones, emocional, que descarna, angustia, duele, inquieta, genera dolor, lástima y cuestiona a la familia, pero para su autora es respiro de una libertad que conmociona y que muestra que aún después de la tragedia hay vida.

El relato autobiográfico de Maye, interna en el penal de Santa Martha Acatitla, ganó el Certamen Nacional de Teatro Penitenciario 2014. Es la primera obra de teatro penitenciario llevada al escenario profesional independiente. Se presenta hasta el 17 de junio en teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque.

La dramaturga y cuentista cumple una condena por homicidio en relación de parentesco, conmina a mirar el asesinado de su madre sin velos, sin justificaciones y sin pudor.

La cadena de hechos, de humillaciones, indiferencia, maltratos emocionales y físicos y de una dolorosa soledad ofrece las posibles respuestas y explicaciones a su inconsciente acto.

Desde el encierro dio vida a la historia de su vida escribiendo su verdad para que bajo la dirección de Isael Almanza y el trabajo del Colectivo Escénico El Arce se planeara una reconstrucción de los momentos claves de su pasado, transcurriendo desde la infancia, la adolescencia, la juventud y el hoy.

Cuatro Mayes en tiempos diversos y en conflicto se apoderan del escenario construido sólo con un gran comedor que se expone como el centro del dominio de una amplia casa y no de un hogar. Tres son encarnaciones en cuerpos de actrices y otra virtual, en silencio, presente como testigo, un espectador más o un espectro, gracias a la magia de un monitor.

Por momentos las tres Mayes encarnadas sobreponen sus diálogos para remarcar una dolorosa cotidianidad, para enfatizar aquellas palabras que expuestas en voz de la madre taladran el corazón y vibran en la cabeza.

Un padre aparentemente amoroso, aunque frío y lejano, pero subyugado (Rigoberto), dominado y sometido por una madre odiosa, amargada, frustrada, cruel, neurótica y enferma (Hilda), conviven en permanente pelea, entre gritos, descalificaciones e insultos, sin una mínima o pequeña luz de felicidad, de paz, satisfacción o tolerancia.

En medio de ellos la pequeña Maye recuerda a la abuela, quien realizaba esporádicas visitas al hogar, llevaba los alimentos tradicionales del pueblo y le ofrecía momento de afecto y amor que llenaban su soledad, porque “yo nunca tuve hermanos ni hermanas, de modo que siempre estaba sola”.

Entre el espacio dominan los espejos, uno de amplias dimensiones sobre la pared central como un símbolo, cuyos reflejos juzgan y sirven para juzgar. Una amplia pila de libros devorados por el padre, pero casi excluidos para Maye, también se imponen.

La madre no deseaba que se educara, ni tampoco que conviviera o saliera con amigos y mucho menos que se embelleciera con cosméticos.

Entre tantas prohibiciones recuerda que su Hilda, su madre era “tormenta y furia, llena de frustración y de pena. Su salud nunca fue buena y por ella conoció el olor de las medicinas y los corredores de hospital”.

De su infancia, relata que “de niña yo temía viviendo los cambios de humor y los gritos de mamá que eran el producto de una furia y odio. Ella estuvo enferma toda su vida. De ese tiempo recuerdo sus manos frías, su piel blanquísima, el cabello suave y delgado. No tenía olor, parecía hecha de papel, blanca y frágil”.

Las paredes del inmueble no edificaron una familiar, las relaciones interpersonales fueron cadenas de abusos, castigos, indiferencia, vejaciones, humillaciones y dolores que condujeron a un acto parricida y el encarcelamiento.

Una de las Mayes dice “fue una tragedia, como una cuerda que se tensa y se tensas para romperse. Llegué aquí, se pasó el tiempo. Los días sucedieron a otros días, a las semanas y a los meses y los años a otros años, y sigo viva. Sí, entiendo que estoy viva y renazco cada día.

“Ya ahora es fuerza y yo deseo contar la verdad, volver a vivir. ¿Cómo no ser feliz cuando tiene alguien a tu lado que te desea siempre lo mejor? ¿Cómo no despertar con el impulso de construir una vida más bella, más libre? Hoy quiero sentir, conmover y ser conmovida, buscar en todas partes lo extraordinario, pero antes quiero contarlo todo y poder mirar atrás sin miedo y sin culpa”.

Casa Calabaza se presenta en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque, ubicado en Reforma y Campo Marte, del 31 de mayo hasta el 17 de junio, con funciones de jueves y viernes, a las 20:00 hrs., sábados, a las 19:00 y los domingos, a las 18:00 hrs.

Es una obra presentada por la Secretaría de Cultura y Colectivo Escénico El Arce con la dirección de Isael Almanza y actuaciones de Ángeles Marín, Mireya González, Patricia Hernández, Gloria Castro y Manuel Domínguez.

Información: ADD

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