Pasan los siglos y la labor que realizan sigue permitiendo que la población de México continúe comunicada. Ellos conocen cada rincón de la República Mexicana, cada comunidad, cada familia, las calles son testigos de su andar diario. Ellos son los carteros y las carteras (El origen etimológico de la palabra cartero proviene de la palabra carta y del sufijo ero).

Seguramente sus antepasados recorrieron un sinfín de veces la Calzada de los Muertos en Teotihuacán, avenida monumental de 4 km de largo y 50 m de ancho, a lo largo de la cual se encuentran 80 basamentos de distintos tipos y tamaños. Los mexicas la llamaron así por creer que los numerosos montículos a los costados eran tumbas.

En nuestro país, el oficio de cartero existía antes de la llegada de los españoles. Estas personas eran corredores, los cuales poseían gran condición física para recorrer enormes distancias y entregar la correspondencia. Estas eran principalmente noticias e información. El sistema de correo era conocido como Posta.

A su llegada, los ibéricos se dieron cuenta de que los mexicas contaban con una red de correos bien organizada, con un sistema de postas repartido por los reinos del territorio mexicano. Este sistema estaba encabezado por el yciuhuatitlanti “el que va de prisa” y el paynani, que era quien corría ligero, trayendo y llevando mensajes verbales o escritos, o transportando productos del mar hacia el altiplano.

En el imperio Azteca, los carteros crearon el sistema de relevos, con el objetivo de hacer una entrega más rápida, eficiente y sobre todo mantener en óptimas condiciones de salud a los carteros. Estos se alojaban en torres que se colocaban cada 10 kilómetros, donde los carteros esperaban el relevo.

Desde entonces, comenzaron a transportar joyería, paquetes, alimentos y telas. Para la época colonial, el sistema fue aún más rápido con la inclusión del caballo, apoyando al trabajador postal de aquel entonces.

De acuerdo con la importancia de la noticia era el porte y traje que llevaban los paynani. Eran tan conocidos por la población que bastaba con solo verlos para saber la calidad de noticia que llevaban. Si tenían la mano atada al cuerpo y el cabello ceñido, la información era de poca importancia. En caso de desastre, entraban silenciosos y con el pelo suelto sobre el rostro. Pero si lo que anunciaban era una victoria, aparecían con el escudo al brazo, agitando el arma, trenzado el cabello y haciendo gentilezas. Los paynani estaban bajo la protección del dios Paynal o Paynal.

Para 1759, se instauró el correo en Yucatán para después fundar las primeras oficinas postales en Veracruz, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Guanajuato. Poco tiempo después se originó el servicio de estafetas o correo especial y diplomático, así como nuevas oficinas postales en Aguascalientes. De esta forma, se estableció el servicio de correos de manera formal.

En el siglo XVIII surgió el oficio de cartero, entre la urbanización de las ciudades virreinales y la aplicación de las Reformas Borbónicas en la administración colonial. Al parecer, su origen se debe a la despreocupación de los novohispanos, quienes no recogían su correspondencia de las oficinas postales ni de los buzones. Esto motivó a sus autoridades a integrar en el sistema de correos el puesto de cartero, cuyas tareas quedaron reguladas en 1762 con la “Ordenanza de Correos” y en 1794 con la “Ordenanza de Correos, Postas y demás ramos agregados a la Superintendencia General”. Desde entonces, el cartero era “el encargado de la estafeta”, el único autorizado por la corona para repartir a domicilio la correspondencia.

Joseph Lazcano fue el primer cartero en nuestro país, nombrado por el administrador de Correos en la capital virreinal entre 1763 y 1764.

La designación de carteros la determinaban los mismos administradores de estafeta, cuyo criterio de selección era discrecional, recayendo el cargo sobre “personas de su satisfacción y confianza”, con buena conducta y “acreditados en los barrios donde se establezcan”. Una vez confirmado su nombramiento, los carteros debían presentarse en la oficina y en el horario que llegaba el correo. Su tarea se limitaba a repartir la correspondencia en barrios o cuarteles asignados en un plazo de doce horas, partiendo de los lugares cercanos a la administración, sin detenerse ni tener ninguna preferencia de “casas o sujetos”.

Por lo general, su zona de trabajo era la misma donde vivía, lo cual facilitaba las labores de entrega entre los vecinos porque ubicaba a sus posibles destinatarios y, de esta forma, era posible notificarles a aquellos que esperaban algún tipo de carta o, en su defecto, a los que podían tener correspondencia en la oficina de correos, pero lo desconocían. Asimismo, en caso de no encontrar al interesado, los carteros estaban obligados a investigar su paradero, ya sea para notificarle sobre su correspondencia o informarle a su nuevo cartero que se ocupara de repartirla.

Fue hasta 1931 cuando se instauró el Día del Cartero por iniciativa del Presidente Pascual Ortiz Rubio, en conmemoración de la hazaña de dos carteros en la época revolucionaria, que tras presenciar el accidente de un tren cargado con 50 millones de pesos en oro y una importante correspondencia militar, decidieron resguardar el contenido para hacerlo llegar a su destino. El gesto de aquellos hombres fue conmovedor. Y como un merecido homenaje, se decretó el 12 de noviembre como día de los carteros y empleados postales, quienes desde siempre han sido vistos como auténticos héroes de la comunidad. De igual forma, en 1947, para celebrar a los carteros, se emitió por primera vez una estampilla dedicada este oficio.

A través de los años, las carteras y los carteros en su andar han sido portadores de buenas, malas e históricas noticias, han visto triunfar el amor de los amantes, han entregado aquella carta que tanto ansiaba la abuela que llegara, entre la correspondencia que trasladaban se encontraban importantes mensajes que se enviaban los personajes del movimiento insurgente y del revolucionario.

Cada vez que hacen sonar su silbato al pie de la puerta de alguna casa o departamento, las personas corren para recibir sus regalos o sus comparas que hicieron por internet y esto les causa una gran alegría que no se puede describir.

El 16 de noviembre de 1794 se publicó el decreto que autorizaba a los carteros para usar uniforme, el cual consistía en una casaca de paño azul marino.

En nuestros días, las carteras y los carteros son servidores públicos que gozan de gran reconocimiento y cariño por parte de la sociedad por la noble labor que desempeñan todos los días del año, sin importar las clemencias del tiempo o incluso las pandemias, su paso es infinito.

Y sin duda alguna ser cartera o cartero es un oficio que deja huella.

Fuentes de Consulta:

  • Página virtual de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes.
  • Gojman de Backal Alicia, La Historia del Correo en México, 1 Ed., México, Miguel Ángel Porrúa, 2000.