La historia de la humanidad va íntimamente ligada al comercio y a la evolución del transporte. Si bien la utilización de carbón y posteriormente de combustibles fósiles en vehículos permitió grandes avances, también tuvieron un grave impacto en la calidad del aire del planeta, lo cual, generó un retorno hacia el uso de esos medios de transporte sustentables que en su momento fueron desplazados por vehículos impulsados por combustibles fósiles.

Los transportes sustentables se dividen en dos categorías de acuerdo a su uso: individual o colectivo.

En cuanto a los transportes sustentables que se consideran de uso individual, encontramos a las bicicletas tradicionales, bicicletas eléctricas o e-bikes, scooters eléctricos y autos o vehículos en las siguientes modalidades: eléctricos, híbridos y los eléctricos impulsados con pila de combustible de hidrógeno. A continuación, abundamos acerca de las bicicletas tradicionales y las e-bikes.

La interesante historia de éste medio de transporte comienza con su precursora, la máquina andante -en alemán Laufmaschine-. La primera reivindicación fiable del uso práctico de bicicletas -básicamente el primer éxito comercial de dos ruedas, dirigibles, humano/máquina-, se llamó velocípedo.

La bicicleta es un vehículo de dos ruedas dotado de pedales que permite a las personas desplazarse de forma eficiente, saludable y no contaminante. Su velocidad media en zona urbana oscila entre los 15 y los 25 km/h. Si se cronometran los tiempos utilizados para desplazarse de puerta a puerta, la bicicleta puede resultar mucho más rápida que el automóvil privado en la ciudad. Este modo de transporte resulta especialmente interesante para recorridos inferiores a 8 kilómetros. Un holandés o un danés recorren de media más de 1.000 kilómetros al año subidos en una bici; un alemán, un sueco o un finlandés, 300; un irlandés o un italiano, 200; un español, unos 30.

En cuanto a la bicicleta eléctrica o e-bike, se trata de una bicicleta tradicional a la que se le coloca un motor eléctrico que ayuda en el pedaleo. Consta de varias partes: ciclo (parte de bicicleta tradicional), batería, controlador (envía la potencia al motor), motor eléctrico y el sensor de pedaleo. La energía llega al motor gracias a una batería que se recarga en la red eléctrica, aunque también lo puede hacer mediante un panel solar. En la actualidad, ya hay motores que se recargan en marcha, en cuesta abajo.

Cuando el sensor capta que hay alguien pedaleando, pone en marcha el motor, que ayuda así a salvar desniveles del terreno o a hacer largas distancias. Al dejar de pedalear o frenar, el motor se para.

Existen tres tipos de bicicletas eléctricas:

  1. Bicicleta eléctrica completa: las compras ya eléctricas, son más caras y pueden tener problemas de compatibilidad si se estropea alguna pieza. 
  2. Bicicleta tradicional a la que se le instala un kit: algunos son de conversión rápida, por lo que uno mismo puede instalarlo. Las ventajas sobre la eléctrica de serie, es que no hay necesidad de comprar una bicicleta nueva si ya tenemos una tradicional, con lo que se ahorra dinero.
  3. Formato plegable: pensada para poder guardarlas en coches, pisos o al llegar a la oficina. 
  4. Eléctrica de montaña: más económica que los coches y motos de combustión y también más barata que comprar un vehículo eléctrico para ciudad.

Según la condición física de la persona, el tipo de terreno o la distancia, la bicicleta eléctrica resulta más cómoda porque permite recorrer más distancia, por ejemplo, o subir cuestas en el caso de hacer un ejercicio físico más moderado. La bicicleta no te lleva sola, la sensación es de un ligero impulso al arrancar o en cuestas, por lo que el movimiento es suave y fluido.

El inconveniente del uso de la e-bike radica en que la autonomía de las baterías de litio es de unos 35 a 60 km., aunque esto puede variar de acuerdo a factores como el uso que se haga del motor, peso del ciclista, etcétera. Algunas pueden alcanzar un rendimiento de 140 kilómetros.

Sin duda, la bicicleta tradicional sigue siendo la opción menos contaminante ya que no necesita baterías y supone un gasto cero en electricidad.

Además de que haces ejercicio, al utilizar bicicleta contribuyes a combatir la contaminación del aire de tu ciudad.

Para privilegiar su uso, es importante que exista la infraestructura necesaria que facilite su implementación o que en su defecto, los gobiernos implementen políticas públicas que promuevan la construcción de ciclovías, bici-estacionamientos, así como servicios de bicicletas compartidas para aquellos ciudadanos que no cuenten con una.

 

Fuente(s): Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud de Barcelona (ISTAS), Acciona-Sostenibilidad para Todos, Comisión Ambiental de la Megalópolis