En el heroico suceso del mes de abril de 1914, ante el ataque norteamericano al Puerto de Veracruz, fueron cadetes de la Escuela Naval Militar y hombres, mujeres y niños del pueblo, que acudieron a la cita terrible con la muerte con la espontaneidad, el silencio y la humildad que son los atributos del verdadero heroísmo popular. Muchos de ellos ni siquiera dejaron nombre para identificar sus huesos en el sepulcro; otros rehusaron la atención médica extranjera y fueron a restañar sus heridas gloriosas en la santidad de sus hogares; pero para cada uno de ellos hay un grito de admiración y un voto de gratitud en el corazón de cada mexicano. En el diseño anverso lleva el Escudo Nacional.