En los mapas se reconocen las zonas que pueden ser afectadas por caída de ceniza, balísticos, flujos y oledas piroclásticas, lahares, avalanchas y derrames de lava.

Por eso es importante que la población que vive cerca a un volcán ubique su localidad en el mapa.

Permiten la elaboración de planes de emergencia y son útiles en la educación e información ciudadana, así como en la planificación del uso del suelo.

Con la información que proporcionan se pueden proyectar escenarios de peligro a través de múltiples simulaciones por computadora basadas en la magnitud de las erupciones y su probabilidad de ocurrencia.

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