Los daños que puede causar la ceniza volcánica dependen de la distancia a la que uno se encuentre del cráter, y del espesor de la ceniza depositada en las superficies. La ceniza por sí misma no es tóxica, sin embargo, si la vemos al microscopio podemos observar que está formada por fragmentos muy finos de roca parecidos al vidrio molido, por lo que es corrosiva e irritante. Por ello debe evitarse su aspiración y su ingestión.

La ceniza acumulada sobre techos genera una sobre carga en estos, y puede provocar la caída de techos poco resistentes. Por tanto, si la ceniza se humedece o se moja. Para evitar su caída, debe evitarse entonces la acumulación de ceniza en techos, barriéndola y guardándola en bolsas, ya que tirarla a la calle puede causar obstrucciones serias al drenaje. Esta ceniza puede posteriormente incorporarse a suelos de jardines o macetas ya que es benéfica para las plantas.

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