La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) refrendó la importancia de garantizar el derecho a la verdad y la justicia, y de promover la memoria de las personas víctimas.

Al conmemorarse el Día Internacional para el Derecho a la Verdad en relación con las Violaciones Graves de los Derechos Humanos y para la Dignidad de las Víctimas, la CEAV reiteró el compromiso de garantizar a las víctimas atención especializada, de calidad y con calidez, por ello trabaja en el nuevo Modelo de Atención Integral a Víctimas.

Para la CEAV el derecho a la verdad entraña tener un conocimiento pleno y completo de los actos que se produjeron, las personas que participaron en ellos y las circunstancias específicas, en particular, de las violaciones perpetradas y su motivación. 

Este derecho beneficia a la sociedad en su conjunto: es salvaguarda contra la repetición de violaciones a derechos humanos, lo que conecta directamente con el derecho a la justicia.

Llegar a la verdad ofrece a las víctimas y a sus familiares una forma de poner un punto final, recuperar la dignidad y aliviar, en cierta manera, el dolor por las pérdidas sufridas.

Conocer y revelar la verdad también ayuda a sociedades enteras a promover la rendición de cuentas respecto de las violaciones.

Para la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas es muy importante incluir a las personas víctimas en todos los momentos y fases que permitan garantizar una reparación integral, incluyendo las garantías de no repetición.

El compromiso institucional de la CEAV es acompañar a cada persona que ha sido transgredida en sus derechos y apoyarle para construir nuevos proyectos de vida, tomando en cuenta sus necesidades e intereses; bajo un esquema de atención integral.

Al mismo tiempo, es una oportunidad para rendir tributo a quienes han dedicado su vida a la lucha por promover y proteger los derechos humanos de todas y todos y, particularmente, a quienes la han perdido en ese empeño.

El Día Internacional para el Derecho a la Verdad en relación con las Violaciones Graves de los Derechos Humanos y para la Dignidad de las Víctimas, fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas, en memoria de la trayectoria de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980.

 

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