B 042/2017

El 21 de diciembre de 2010 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 30 de agosto como el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas. Expresó su preocupación, en particular, por el aumento de las desapariciones forzadas o involuntarias en diversas regiones del mundo, así como por los arrestos, las detenciones y los secuestros cuando son parte de las desapariciones forzadas o equivalen a ellas, y por el creciente número de denuncias de actos de hostigamiento, maltrato e intimidación padecidos por testigos de desapariciones o familiares de personas que han desaparecido.

“Lamentablemente, en nuestro país son muchas las familias que tienen a una persona desaparecida. Para estas madres, padres, amigos y familiares, la búsqueda y la incertidumbre son la realidad cotidiana, la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) tienen en el Registro Nacional de Víctimas (Renavi), hasta el 25 de agosto de este año, 938 registros por desaparición forzada, cuyas víctimas indirectas tienen garantizado el apoyo de las medidas de atención que les otorga la Ley General de Víctimas”, destacó el comisionado ejecutivo Jaime Rochín del Rincón.

En este contexto, es imperativo asumir la responsabilidad de trabajar con las víctimas de esta grave violación de derechos humanos. La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas brinda medidas de ayuda inmediata, asistencia y reparación integral a las víctimas indirectas de desaparición y desaparición forzada, con el objetivo de ayudarles a alcanzar la justicia, la verdad y la reparación integral.

La Comisión Ejecutiva hace un llamado institucional a la aprobación de la Ley General de Desaparición Forzada de Personas y Desaparición Cometida por Particulares, que sin duda proveerá al Estado de herramientas sólidas para hacer frente a esta problemática. Asimismo, reconoce el esfuerzo de los familiares de las personas desaparecidas al no cejar en la búsqueda incansable de sus seres queridos.

Atender a las víctimas de desaparición y desaparición forzada es tratar de compartir con ellas el más terrible de los sufrimientos. Acompañarlas, es regenerar el tejido de una sociedad que les ha fallado, y aspirar, mediante acciones, a un mejor futuro.

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