La aviación militar tiene su origen en un decreto aprobado por el presidente Venustiano Carranza en 1915, de tal forma que, a través de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, se logró construir el primer hangar de este cuerpo militar especializado. Entre sus funciones están las de velar por la paz y seguridad del país, además de tener un papel preponderante en misiones de rescate y lucha contra la delincuencia y peligros externos.

El antecedente más lejano acerca de la creación de la Fuerza Aérea Mexicana se remonta a 1910 cuando llegó a nuestro país la compañía de aviación de Alfredo Moissant, la cual realizó una demostración de vuelo. Gracias a esto, se conformó un programa para construir las bases de lo que sería el citado brazo de la Fuerza Armada.

Con la entrada de México a la Segunda Guerra Mundial, el presidente en turno, Manuel Ávila Camacho dotó de carácter Constitucional de Fuerza Armada a la aviación militar el 10 de febrero de 1944.

De este hecho surge la historia del famoso Escuadrón 201 (única Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana –FAEM--), que combatió en el Pacífico contra las fuerzas japonesas a lo largo de seis meses, con el objetivo de liberar a Filipinas del yugo nipón.

Varios de sus 290 integrantes murieron en batalla, y se les conoció como “Águilas Caídas”, nombre con el que se conoce el monumento que se erigió en su honor en Chapultepec, el también llamado Tribuna Monumental.  

Sin embargo, fue hasta 1992 cuando se estableció oficialmente, por decreto presidencial, el Día de la Fuerza Aérea Mexicana.

A raíz de los sismos de septiembre pasado, las fuerzas armadas del Gobierno de la República intervinieron en apoyo de la población damnificada, conjuntando esfuerzos con el espíritu de inclusión de Bansefi para distribuir la ayuda en todas las zonas afectadas por este fenómeno natural.