El originalmente llamado El Nacional Revolucionario fue un periódico creado por el Partido Nacional Revolucionario con el fin de cumplir con un requisito estipulado la Ley para la Elección de Poderes Federales, impuesta por Venustiano Carranza en 1918. Dicha regulación indicaba que los nuevos partidos políticos debían de realizar, al menos, ocho números de una publicación de propaganda meses antes de las elecciones.

 

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Así fue como para el 27 de mayo de 1929 salió el primer número de El Nacional Revolucionario bajo la dirección de Basilio Vadillo, quien se encargó de encaminar la publicación hacia el servicio informativo del PNR y la difusión del entonces candidato a la presidencia Pascual Ortiz Rubio. Con ello el periódico cumplía cabalmente con el adoctrinamiento de los principios políticos del partido, enalteciendo la figura del candidato presidencial y criticando duramente a los candidatos contrarios. Pero a su vez incluyó secciones de interés común como noticias nacionales, internacionales, de nota roja y deportes.

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En sus primeros años, durante el periodo conocido en la historia de México como el “Maximato”, liderado por el llamado "Jefe Máximo de la Revolución", El Nacional cambió su lema de “Diario político y de información” a “Diario popular” y tomó una línea editorial de dura crítica hacia los grupos radicales identificados con el comunismo, quienes eran detractores de Calles, hacia la iglesia, hacia los sectores conservadores que se oponían a las reformas educativas impuestas en ese momento y se presentó complaciente a la nueva postura de relaciones con Estados Unidos.

Con la llegada del General Lázaro Cárdenas a la presidencia el periódico dio un giro radical pues la línea periodística giró en torno a temas como los movimientos sindicales, la reforma agraria, nacionalización de vienes, la educación y notas con ideas políticas a favor del socialismo y en contra del imperialismo. Estos temas llevaron a disputas internas dentro del partido entre Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas, lo que repercutió también en la dirección y el tono del periódico.

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Para 1940, ya bajo el gobierno de Manuel Ávila Camacho, el diario acortó su nombre a El Nacional. Con ello dejó de ser órgano exclusivo del partido y se convirtió en un organismo gubernamental sin un régimen jurídico definido. El periódico dependía en su totalidad de la Secretaría de Gobernación y del Gobierno Federal para designar al director, el cual establecía la línea de contenidos de acuerdo con el presidente en turno. 

Este último punto fue una de las principales limitaciones periodísticas del diario, pues la crítica hacia el sistema político en turno era completamente nula. Lo anterior repercutió en que el periódico comenzara a perder lentamente toda credibilidad entre los lectores constantes. Esto, a su vez, provocó que las ventas de los ejemplares decayeran al igual que la compra de espacios publicitarios.

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Sin embargo, la editorial del periódico El Nacional, además de ser un espacio noticioso de contenido político se destacó por la gran variedad de suplementos culturales publicados durante su casi siete décadas como “El Nacional Dominical” que constó de ensayos y poesía, el “Concurso de Cuentos Mexicanos” y el más representativo la “Revista Mexicana de Cultura”. Éste último dedicaba sus líneas a un tema en específico o a un autor, resaltando que dentro de estos suplementos grandes autores de la literatura mexicana publicaron diversos artículos.

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La falta de presupuesto obligó al diario a ser subsidiado completamente por el presupuesto otorgado por la Secretaría de Gobernación, como se puede constatar en el fondo documental El Nacional S.A. de C.V. que resguarda el Archivo General de la Nación. En dicho fondo observa documentación relacionada a la organización y presupuesto, así como material legal de acuerdos y convenios mantenidos desde el año 1983 hasta 1999.

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En 1993 el Estado mexicano comenzó a vender su paquete de medios de comunicación a la iniciativa privada. En él se incluía toda la infraestructura del Nacional, pero la venta jamás pudo concretarse. El gobierno mexicano decidió parar las rotativas del periódico con la venta del ejemplar número 25 024, el 30 de septiembre de 1998. Este fue el final del uno de los diarios más longevos del siglo XX en México, cuyos ejemplares se pueden consultar dentro de la Hemeroteca Ignacio Cubas del Archivo General de la Nación.

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