A partir del siglo XX, el cine comenzó a ganar terreno en México como medio de entretenimiento y las salas de cine y los pabellones cinematográficos se extendieron a lo largo del país, en especial en las ciudades. En un inicio, las autoridades mexicanas no prestaron gran interés en establecer medidas y reglamentos para su control, pero con el paso del tiempo consideraron que, al ser un medio de comunicación, podía transmitir ideas contrarias a la moral o modificar los preceptos de la población, la cual se consideraba fácilmente influenciable por alguna doctrina.

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A partir de esta consideración, se establecieron leyes y departamentos gubernamentales que vigilaban la industria cinematográfica y evitaban la proyección y producción de películas consideradas denigrantes o contrarias a los ideales nacionales. El Departamento de Censura Cinematográfica de la Secretaría de Gobernación fue una de las primeras unidades encargadas de censurar filmes considerados inapropiados para los ojos del púbico mexicano, sin embargo, desapareció en 1920.

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No obstante, las tareas de censura y prohibición fílmica siguieron en manos de las autoridades de la Secretaría de Gobernación, quienes pusieron a trabajar a su Departamento Confidencial para atender la denuncia o sospechas de cualquier película no autorizada. Uno de esos casos fue el seguimiento que los agentes confidenciales hicieron al Imperial Cinema, también conocido como cine Imperial, durante la primavera de 1927.

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Todo comenzó a raíz de una serie de carteles y folletos que anunciaban el ciclo de cine que tendría lugar el 21 de marzo de aquel año en el Imperial Cinema. Este ciclo estaba compuesto por películas como La bahía de la muerte; La huelga; El acorazado Potemkin, La madre y La boda del oso, entre otras veinte películas vinculadas con cineastas y guionistas de la Unión Soviética, como Serguéi Eisenstein, Vsévolod Pudovkin, Abram Matveyevich Room y Anatoli Lunacharsky.

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El mensaje de propaganda que acompañaba a la campaña publicitaria del Imperial Cinema expresaba que estas películas habían sido “prohibidas en las naciones europeas civilizadas” por ser “propaganda bolchevique”, pero “autorizadas en México por el Supremo Gobierno”, lo cual resultó ser una afirmación falsa.

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Durante la investigación se detuvo al encargado del Imperial Cinema, Juan Bustillo Bridat, quien negó ser el responsable de la propaganda publicitaria, pues el trabajo lo había llevado a cargo la imprenta El libro diario. Adrián Devars Cadena, quien dirigía dicha imprenta, también fue detenido y declaró que, de igual manera, desconocía quien había llevado a cabo el trabajo de impresión, ya que la plantilla de trabajadores era de más de cuarenta.

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Al final, aunque las autoridades mandaron a retirar toda la propaganda publicitaria que señalaba al gobierno mexicano de autorizar su proyección, el ciclo de cine soviético no se canceló. Tras el escándalo, la misma Secretaría de Gobernación procedió a ver las películas y descartó que fueran filmes de propaganda bolchevique. También, fueron liberados los dueños del Imperial Cinema y de la imprenta, pues se determinó que los mensajes publicitarios no habían sido elaborados por estas personas intencionalmente.

Estos titubeos del gobierno mexicano reflejaron una época en la que las relaciones diplomáticas entre México, la Unión Soviética y Estados Unidos eran complicadas. Hay que recordar que nuestro país fue una de las primeras naciones en América en establecer relaciones diplomáticas con la URSS y que esta situación encendió las alarmas del vecino del norte ante la posible alianza de dos gobiernos emanados de revoluciones.

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Sin embargo, el intercambio entre México y la URSS fue más cultural que político o económico y el cine fue uno de los canales de comunicación que se buscó establecer entre ambas naciones. Finalmente, el anticomunismo y el surgimiento de otras productoras de cine llevó al desplazamiento de las de origen soviético, mismas que para la década de 1920 llegaron a exhibir películas que en otros países eran prohibidas.

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Procedencia del relato:

  • AGN, México Contemporáneo, Administración Pública Federal Siglo XX, Secretaría de Gobernación Siglo XX, Investigaciones Políticas y Sociales, caja 16, exp. 46.

Procedencia de las fotografías: 

  • AGN, Archivos Fotográficos, Hermanos Mayo, Cronológico, Primera Parte, sobre 12770.

  • AGN, Archivos Fotográficos, Colección Díaz, Delgado y García, caja 54-5.

  • AGN, Archivos Fotográficos, Hermanos Mayo, Cronológico, Primera Parte, sobre 22594.
  • AGN, México Contemporáneo, Administración Pública Federal, Siglo XX, SEGOB Siglo XX, Investigaciones Políticas y Sociales, caja 16, exp. 46.

  • AGN, Archivos Fotográficos, Hermanos Mayo, Cronológico, Primera Parte, sobre 355.

  • AGN, Archivos Fotográficos, Colección Díaz, Delgado y García, caja 87-22.

  • AGN, Archivos Fotográficos, Colección Díaz, Delgado y García, caja 05-14.

 

*Las ilustraciones utilizadas en este relato son una interpretación libre realizada por la Subdirección de Difusión del AGN y no pretenden representar fielmente personajes, hechos y escenarios. Las fotografías utilizadas buscan brindar elementos visuales de referencia sobre la época en términos de vestimenta, situaciones y edificaciones significativas. Cuando las fotografías formen parte directa del caso en cuestión se realizará la aclaración correspondiente.*