La historia de la Inquisición en México tiene su origen en el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en España. Éste adquirió una mayor fuerza durante el reinado de los reyes católicos, Fernando de Aragón e Isabel I de Castilla, con la finalidad perseguir y castigar la herejía de los grupos católicos conversos. Lo anterior se tradujo en un mayor control y vigilancia del incipiente Estado moderno de la Corona de España sobre las regiones autónomas que se componían de comunidades de judíos, moros y católicos.

Con el proceso de colonización española en América se trasladó esta antigua institución junto con la iglesia católica. Tal como asegura la historiadora Solange Alberro[1] la presencia de las instancias inquisitoriales se remonta a los pocos días que siguieron a la conquista militar de México-Tenochtitlan (1521), con el establecimiento de una Inquisición monástica que se estableció con los primeros frailes evangelizadores.

Este primer periodo de la Inquisición en México se caracterizó por los excesos de los primeros inquisidores, quienes llevaron a cabo la destrucción de lo poco que quedaba de las culturas indígenas de México. Tal fue el caso del Auto de Fe de Maní promovido por Diego de Landa en la región de Yucatán, donde fue destruida una gran cantidad de códices. Otros escenarios llegaron a ser mucho más desmedidos como el proceso inquisitorial en contra del cacique de Texcoco, Carlos Chichimecatecuhtli Ometochtzin, quien fuera condenado a la hoguera por Fray Juan de Zumárraga.

Ante tal situación se determinó establecer orden en la competencia que tenía la Inquisición sobre los nuevos territorios conquistados, quedando instituido por Real Cédula del 25 de enero de 1569, emitida por el Rey Felipe II, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en la Nueva España. El tribunal tenía como misión el desterrar toda idea, opinión y doctrina contraria o que pudiera atentar contra la fe católica dentro de los territorios recién conquistados. Asimismo, se determinó en 1571 que los indígenas quedaban excluidos del fuero inquisitorial, para ser solamente amonestados por el obispo.

Una de las maneras de contrarrestar y censurar ideas heréticas, protestantes o que pudieran salir de lo permitido fue a través de los llamados edictos de Inquisición. Estos tenían la finalidad de dirigir la moralidad de las personas, así como promover la denuncia. Tales edictos se leían en lugares públicos para que todos pudieran conocer los delitos que eran perseguidos por el Tribunal del Santo Oficio, considerándose cómplices a todos aquellos que no delataran a los desobedientes de la fe católica.

A través del fondo documental de Edictos de la Inquisición que se resguardan en el Archivo General de la Nación (AGN) podemos conocer algunas de las prácticas o pensamientos que fueron perseguidos por los inquisidores. Entre las pseudociencias y ciencias ocultas que llegaron a ser denunciadas a través de los edictos se encontraba la astrología, la nigromancia, la geomancia y la quiromancia, así como la radiestesia que consistía en buscar tesoros o agua a través de las varillas del zahorí.

La lectura de la suerte y la adivinanza fueron otras de las prácticas que llegaron a ser condenadas por la Inquisición, ya que entre los edictos particulares que fueron emitidos se encuentran aquellos relacionados con la lectura del maíz, monedas, sortijas y habas, o del famoso uso del peyote para diversos rituales.

Algunos edictos también dan cuenta de las diversas creencias que eran causa de denuncia. Así se puede documentar en el expediente 79 del volumen 2, en donde se consignaban las religiones consideradas heréticas, entre las cuales se encontraban el judaísmo, el cristianismo luterano y el islam, así como el movimiento religioso español de los alumbrados. Sobre este asunto de exclusión religiosa, entre los expedientes se encuentran los edictos promovidos para la llamada limpieza de sangre, práctica que consistía en la investigación genealógica de las personas para demostrar que todos sus antepasados, hasta siete generaciones previas, habían sido desde nacimiento católicos y no conversos. Esto se imponía como condición para acceder a determinados cargos, siendo a todas luces un procedimiento de segregación.

Más allá de las políticas prohibicionistas o de persecución de herejía, los documentos nos permiten saber que el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en la Nueva España también operó como una institución de vigilancia y espionaje para la monarquía española.A través del cuerpo inquisitorial los reyes de España podían conocer posibles traidores u opositores a su gobierno, al exhortar a los fieles a denunciar a toda persona que incitara a la rebelión o cometiera el delito de infidelidad al rey. Esta colaboración entre la Corona de España y la Inquisición llegó a ser más notable en ciertas circunstancias críticas, como sucedió durante la invasión napoleónica a España en 1808, cuando el Tribunal del Santo Oficio prohibió y censuró toda proclama relacionada con Napoleón Bonaparte.

Otro de los principales campos en donde la Inquisición tuvo una fuerte atención fue con respecto al desarrollo del cocimiento y del pensamiento. Por ejemplo, todo tratado teológico llegaba a ser estrictamente prohibido, así como toda traducción de la biblia. Aunado a ello, se publicaban periódicamente edictos en donde se especificaban todos los libros que quedaban prohibidos por la institución señalada, entre los cuales se encontraban obras del movimiento ilustrado como fue el caso de la Enciclopedia de Denis Diderot o del filósofo francés Voltaire. Esta censura al conocimiento fue severamente reprochada por los insurgentes y los primeros republicanos mexicanos, quienes sostuvieron que por cerca de 300 años los españoles habían mantenido una política de terror e ignorancia sobre la población novohispana a través de la Inquisición.

Finalmente, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición en la Nueva España llegó a su fin durante los últimos años del Virreinato. Esta disolución formó parte del movimiento liberal gaditano que determinó el 22 de febrero de 1813 abolir el Tribunal del Santo Oficio tanto en España como de las colonias de América, aunque en México tuvo su última sesión en 1820. En la actualidad toda la documentación generada por este extinto tribunal religioso se resguarda en el AGN en los fondos documentales de Inquisición y Edictos de la Inquisición. Te invitamos a adentrarte en este mundo que mezcló los mundos de la política, la religión y un extenso abanico de ideas y visiones de mundo en torno a la dominación.

 

 

 

[1]Solange Alberro, Inquisición y sociedad en México, 1571-1700, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2015. Disponible en https://acortar.link/BGUWqv