La historia del combate contra el narcotráfico en México tiene sus raíces en las primeras décadas del siglo XX, al calor de la guerra civil. En 1916, Venustiano Carranza, jefe del ejército constitucionalista, estableció las primeras políticas en contra del tráfico de opio hacia el mercado norteamericano a través de la frontera de Baja California Norte.

Sin embargo, esta lucha tomó una mayor fuerza con la “guerra contra las drogas” impulsada por los EUA a partir de la década de 1970. Dicha política puso sus ojos sobre los principales productores de drogas en el continente, con México como uno de sus objetivos principales, pues nuestro país estaba dejando de ser sólo un territorio de tránsito para convertirse en un productor.

Entre 1975 y 1976 se desplegó la Operación Cóndor, una de las primeras operaciones en contra del narcotráfico en nuestro país. Su objetivo fue erradicar los cultivos por medio del uso de herbicidas de forma masiva contra los plantíos de marihuana y amapola en la región de Sinaloa[1].  Como resultado de esta primera colaboración entre ambas naciones se estableció en México una guerra permanente contra la producción y distribución de drogas, la cual sería sostenida por la Secretaría de la Defensa Nacional y la Procuraduría General de la República (PGR).

Documentos de la PGR, localizados en el fondo del presidente Miguel de la Madrid Hurtado, revelan que para mediados de la década de 1980 la campaña gubernamental permanente en contra de los productores tuvo dos grandes directrices de acción. Por una parte, estuvo encaminada a destruir por cielo plantíos de marihuana y amapola, cuya distribución se identificó en 13 secciones regionales consideradas como focos de producción. Por otra, el ejército mexicano proporcionaba ayuda terrestre por medio de la destrucción manual de los plantíos en las zonas inexpugnables para las aeronaves a través del programa “Canador”[2] (imágenes 1 y 2).

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Imágenes 1 y 2. Introducción del Programa de Narcóticos en México (1985).

La década de 1980 fue un punto de inflexión en materia de producción y distribución de droga en nuestro país. Los grupos delictivos dedicados al narcotráfico comenzaron a crecer y a ganar un mayor poder y capacidad operativa. Esto dio paso a la formación de los primeros cárteles de la droga en México, los cuales empezaron a entablar relaciones con otras células criminales del continente. Ante este panorama, el gobierno estadounidense, encabezado por Ronald Reagan, ejerció una mayor presión sobre México para llevar a cabo acciones más contundentes. La presión política norteamericana, que muchas veces se traducía en un chantaje económico, llevó a intensificar las acciones del gobierno mexicano durante la administración del presidente Miguel de la Madrid Hurtado.

En los informes rendidos por el ejército mexicano y la PGR al Presidente se puede apreciar un incremento gradual en el número de plantíos destruidos, estupefacientes decomisados y sospechosos detenidos por el delito de daños a la salud y narcotráfico. En 1982 se habían destruido 16 776 hectáreas de amapola, cifra que casi se duplicó para 1984 con la destrucción de 24 333 hectáreas. En relación con la cantidad de los presuntos responsables detenidos se triplicó, pasando de 3 873 en 1982 a 10 016 un par de años más tarde. No obstante, en el caso de los kilos decomisados de cocaína las cifras que llegaron a mantenerse contuvieron cambios mínimos e incluso disminuyeron, pues los 400 kilogramos, destruidos o decomisados, disminuyeron a 325 en un año (imagen 3)[3].

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Imagen 3. Cuadro de plantíos asperjados y superficie nacional, 1982-1984.

 

La cooperación multilateral entre México y EUA en el combate al tráfico de drogas y a los incipientes cárteles conllevó la colaboración entre las autoridades mexicanas y la agencia de investigación norteamericana de la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés). Esta situación detonó uno de los mayores problemas de la década, pues, además de la justificada crítica hacia el intervencionismo que significaba, se presentó el asesinato del agente especial de la DEA Enrique Camarena el 9 de febrero de 1985. Este acontecimiento suscitó fuertes acusaciones por parte de los EUA hacia México, mismas que fueron presentadas en febrero de 1987 en el Congreso de aquel país a través del reporte generado por la DEA y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés). El documento refería que en México existía “una clara vinculación de las autoridades gubernamentales con el narcotráfico y que, por lo tanto, hay corrupción”[4],  aunque reconocía el compromiso de nuestro país en combatir la producción y distribución ilegal de drogas, así como en la investigación y procesamiento de los culpables del asesinato del agente de la DEA (imágenes 4 y 5).

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/cms/uploads/image/file/703871/5.jpgImágenes 4 y 5.

A pesar de la guerra de palabras que algunas autoridades estadounidenses llegaron a sostener contra México durante aquellos años álgidos, al final imperó la idea de que el problema del narcotráfico no recaía en un solo país. Es decir, se reconoció que se trataba de un fenómeno internacional donde estaban involucrados los países productores, distribuidores y consumidores, como los propios Estados Unidos. Con tal conclusión, el gobierno estadounidense apoyó una política de guerra que no ha encontrado fin y, por el contrario, se ha recrudecido.

A través de las fuentes documentales hemos podido echar un vistazo a un periodo en el cual comenzó una creciente lucha en contra del narcotráfico en nuestro país. No es casualidad que el auge de su producción y distribución en México se haya encontrado ligado a los efectos de la crisis económica de la década, el cambio del modelo económico y la implementación del modelo neoliberal. Las desigualdades económicas, sociales y políticas generadas por el modelo propiciaron que determinados problemas sociales se acentuaran más, como fue el caso de la producción, distribución y consumo de drogas. Desde entonces las soluciones brindadas por las autoridades mexicanas, presionadas por una política estadounidense de guerra contra las drogas, no se enfocaron en sanar el problema social de la desigualdad de raíz, sino en la persecución y detención de criminales puntuales para terminar con los negocios. De tal manera, expedientes como los resguardados por el AGN nos permiten no sólo reconstruir aspectos parciales de esta añeja lucha, sino ubicar tendencias germinadas en aquellos años. Así, podemos extraer lecciones sobre los aciertos y las limitaciones de la política implementada para valorar con conciencia la política a implementar en el presente, con la mira puesta en un futuro más próspero, armónico y sano.

 

Bibliografía

Fernández-Velázquez, Juan Antonio “La operación cóndor en los altos de Sinaloa: la labor del estado durante los primeros años de la campaña antidroga”, Ra Ximhai, Universidad Autónoma Indígena de México, vol. 14, núm. 1, 2018, México, pp. 63-84.

Referencias de imágenes

Imágenes 1 y 2. Procuraduría General de la República, Programa de Narcóticos en México, Ciudad de México, 1985, pp. 1 y 2, en AGN, Fondo Presidentes, Miguel de la Madrid Hurtado, Unidad de la Crónica Presidencial, Procuraduría General de la República, caja 01, exp. 09.

Imagen 3. Dirección de reconocimiento y verificación. Cuadro de plantíos asperjados y superficie nacional, 1982-1984. México, D.F., 8 de enero de 1985, en Procuraduría General de la República, Estadísticas nacionales de plantíos asperjados, superficies y derivados de estupefacientes, correspondientes a los años 1982, 1983 y 1984, Ciudad de México, enero 1985, p. 02, en AGN, Fondo Presidentes, Miguel de la Madrid Hurtado, Secretaría de Relaciones Exteriores, Dirección General para América del Norte, caja 05, exp.15

Imágenes 4 y 5.Secretaría de Relaciones Exteriores, Relaciones bilaterales entre México y los EUA. Actividades realizadas por el gobierno mexicano para combatir el narcotráfico, Ciudad de México, 23 de junio de 1987, e. En, AGN, Fondo Presidentes/Miguel de la Madrid Hurtado, Secretaría de Relaciones Exteriores, Dirección General para América del Norte, / Ccaja 05, e / Exp. 15,  / 121397/15/2 / fFojas. 7-10.

 

[1] Fernández-Velázquez, “La operación cóndor en los altos de Sinaloa: la labor del estado durante los primeros años de la campaña antidroga”, Ra Ximhai, México, Universidad Autónoma Indígena de México, vol. 14, núm. 1, 2018, pp. 63-84.

[2]   Procuraduría General de la República, Programa de Narcóticos en México, Ciudad de México, 1985, e. En , AGN, Fondo Presidentes/Miguel de la Madrid Hurtado, Unidad de la Crónica Presidencial, Procuraduría General de la República, cCaja 01, / 123075/9 / eExp.ediente 09.

[3] Procuraduría General de la República, Estadísticas nacionales de plantíos asperjados, superficies y derivados de estupefacientes, correspondientes a los años 1982, 1983 y 1984, Ciudad de México, enero 1985, en AGN, Fondo Presidentes/Miguel de la Madrid Hurtado, Unidad de la Crónica Presidencial, Procuraduría General de la República, caja 01, exp. 01.

[4] Secretaría de Relaciones Exteriores, Relaciones bilaterales entre México y los EUA. Actividades realizadas por el gobierno mexicano para combatir el narcotráfico, Ciudad de México, 23 de junio de 1987, en AGN, Fondo Presidentes/Miguel de la Madrid Hurtado, Secretaría de Relaciones Exteriores, Dirección General para América del Norte, caja 05, exp. 15, fs. 7-10.