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El 2 de marzo de 1793, la tierra comenzó a estremecerse y los pobladores de San Martín Tuxtla, Veracruz, se percataron de los estruendos provenientes de las orillas del volcán ubicado en esa localidad. Pronto observaron cómo brotaba lava y salían rocas y centellas disparadas, además de que una inmensa nube de cenizas cubría al pueblo. Los habitantes, atemorizados, se dirigieron rápidamente hacia la iglesia pidiendo divina misericordia y clemencia a Dios para que apaciguara la furia del volcán, pues pensaban que dicho fenómeno significaba el fin del mundo.

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Tras varios días de actividad volcánica, las noticias no solo llegaron a las salas virreinales de la capital novohispana, también llegaron a oídos del rey Carlos IV, quien, influenciado por las políticas de su padre para impulsar el avance de las ciencias, le pidió al virrey de la Nueva España, Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla, que enviara de inmediato a dos personas ilustres en las ciencias y las artes para que realizaran una expedición a los alrededores del volcán de Tuxtla.

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El botánico José Mariano Mociño fue designado para realizar las investigaciones sobre la temperatura, los efectos de las lluvias y los alcances de la nube de ceniza, mientras que el pintor Atanasio Echeverría tenía el objetivo de mostrar de una manera más sensible el lenguaje científico por medio de dibujos y litografías.

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El 22 de mayo, durante la recolección de testimonios de los pobladores, una columna de fuego irrumpió nuevamente: el volcán hizo erupción por segunda vez. La explosión con mayor intensidad se registró el 28 de junio, desfiguró los caminos, desapareció las arboledas de alrededor y llenó el río de Tuxtla de grandes bancos de arena.

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El desastre del volcán Tuxtla tuvo efectos nunca antes vistos, como tormentas eléctricas, grandes nubes de ceniza que llegaban más allá de la región que comprendía a Veracruz y estruendos que se podían escuchar a varios kilómetros de distancia. Para realizar los registros, Mariano Mociño y Atanasio Echeverría se trasladaron al lado este de Veracruz, en donde Echeverría plasmó en un dibujo la catástrofe natural más impactante del siglo XVIII en la Nueva España.

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Referencia: AGN, Instituciones Coloniales, Historia, vol. 558, exp. 7.

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*Las imágenes utilizadas para ilustrar el presente relato son una interpretación libre realizada por la subdirección de difusión del AGN y no pretenden representar con exactitud los hechos ni escenarios de la época.*