A pesar de que el epicentro del sismo se originó a más de 100 Km de la costa de Acapulco, Guerrero, la percepción del movimiento telúrico fue muy intenso en algunas zonas de la Ciudad de México, principalmente en los lugares de suelo blando ubicados sobre depósitos lacustres o partes del antiguo lago, en donde la amplificación y duración de las ondas sísmicas fue más perceptible.

 

El número total de inmuebles que se vieron severamente afectados fueron cerca de nueve: cuatro declarados en colapso total y cinco parciales, ascendiendo los daños materiales a un estimado de dos millones de pesos. Como se ha señalado, el Monumento a la Independencia fue una de las estructuras que se vio afectada, llamando la atención de los medios de comunicación y del público en general por ser uno de los símbolos más emblemáticos de la Ciudad de México, incluso algunas personas estuvieron dispuestas a contribuir con la restauración de la Victoria Alada.

 

Otro de los edificios que acaparo la atención fue la antigua Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional, construida en el Casco de Santo Tomás, la cual sufrió el colapso de la sección poniente de manera total. Afortunadamente el desastre no cobró la vida de ningún estudiante, pues el siniestro se presentó durante la madrugada. Este edificio había sido construido por un equipo de profesionales integrado por tres principales entes: el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas; una Comisión Técnica de Planeación y Proyección de Edificios, conformada por egresados del Instituto Politécnico Nacional, y la constructora C.I.F.A., S. A. El consto del inmueble fue cerca de 825 000 pesos, sin embargo, más allá del costo de la obra, el motivo por el cual estuvo en el ojo del huracán fue porque sólo contaba con cinco años de vida y uso antes de su colapso.

 

Por tal razón la Secretaría de Educación Pública solicitó llevar a cabo una severa investigación para determinar cuáles habían sido las causas del colapso y, así, deslindar responsabilidades. Los primeros dictámenes fueron emitidos por los ingenieros Raúl Marsall y Roberto Graue, quienes en la zona del desastre identificaron que la unión entre el edifico central y el edifico lateral poniente había sido “deficiente”[1]; ya que durante el movimiento telúrico el edificio central entró en resonancia, chocando con los dos edificios laterales (poniente y oriente) a través de los apéndices que los unían, provocando la ruptura de la mayoría de las columnas de la planta baja. Esto ocasionó la falla total de la columna de la esquina norte poniente, dando como resultado el colapso del cuerpo lateral de aquella sección.

 

Encontraron también tres consideraciones preocupantes en el acero del refuerzo: la primera, la deficiencia de su colocación; la segunda, el armado insuficiente de estribos en columnas y trabes, y la tercera, la interrupción brusca del refuerzo principal de las trabes. A grandes rasgos, los arquitectos determinaron que la estructura del inmueble no había sido diseñada para resistir un sismo de alta magnitud.

 

Un segundo análisis fue realizado por el ingeniero Carlos Escalante, quien llevó a cabo la revisión del proyecto estructural y análisis de resistencia de los materiales de construcción. Los resultados obtenidos arrojaron que el concreto que había sido utilizado en la construcción no presentaba ningún tipo de vicio y contaba con una apropiada resistencia, por lo cual no había sido causa del derrumbe. Entre las deficiencias que el ingeniero Carlos identificó estaban, nuevamente, el acero de refuerzo que presentaba una notable separación en su colocación, asimismo, señaló que algunas columnas mostraban un coeficiente de seguridad “bajo y atrevido”[2] de aproximadamente 35 centímetros. A pesar de tan significativos detalles el ingeniero determinó que ambos factores no eran causa de un mal diseño de la construcción, dado que los refuerzos eran suficientes, mientras que las columnas respetaban el coeficiente sísmico de 1/20, tal como se marcaba en el reglamento de seguridad de Obras Públicas de aquellos años. Por lo cual concluyó que el inmueble se había desplomado debido a que no fue diseñado para soportar la magnitud del sismo que se había presentado el 28 de julio.

 

Por su parte, los arquitectos Peréz Rayón Reynaldo y Chavez Peréz Guillermo llevaron a cabo una investigación sobre el desempeño y responsabilidad que podía tener la Comisión Técnica de Planeación y Proyección de Edificios sobre el desastre del inmueble, declarando que tanto los arquitectos como los ingenieros que habían participado en dicha comisión no tenían ninguna responsabilidad por la construcción de los edificios colapsados, pues la constructora los había llevado de “forma defectuosa, sin apego a los proyectos y diseños elaborados”[3], incluso a pesar de las protestas que los ingenieros y arquitectos del IPN manifestaron oportunamente. Cabe señalar, que la obra fue ejecutada de manera “precipitada”[4], para que pudiera ser inaugurada en noviembre de 1952 por el entonces presidente, Miguel Alemán Valdés, antes de concluir su sexenio.

 

A partir de los dos dictamines levantados, el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas dio como resolución final que “la acumulación de errores en pequeños detalles tanto en la proyección de los edificios, cálculos, dirección y supervisión de las obras, más la intensidad del sismo ocasionaron el derrumbe del edificio”[5]. Ante tal consideración se determinó que todos los entes que habían colaborado e intervenido en la construcción del anexo poniente estaban involucrados en los “pequeños detalles” detectados. Esto marcó un giro en la investigación; pues al parecer se desechó cualquier intención de sancionar a los responsables involucrados, determinando que la obra había colapsado por causas de un fenómeno natural no contemplado en el proyecto de la obra.

 

Sin duda, el sismo de 1958 reveló varios problemas de construcción en distintos edificios, algunos con consecuencias muy catastróficas, sin embargo, esto mismo llevaría y obligaría que en los siguientes años se estableciera un nuevo reglamento de Obras Públicas, así como poner en la mesa de debate el tema de la prevención, estudio y efectos de los sismos en la Ciudad de México.

[1]Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas. Dictamen técnico sobre los daños ocasionados por el sismo del 28 de julio de 1957 a edificios del IPN. Ciudad de México, 23 de octubre de 1958. AGN, Presidentes/Adolfo Ruiz Cortines, exp. 561.3/109-4, f. 5.

[2]Escalante P. Carlos. Revisión del proyecto estructural y análisis de resistencia de los materiales de construcción de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del IPN. Ciudad de México, 21 de septiembre de 1957. AGN, Presidentes/Adolfo Ruiz Cortines, exp. 561.3/109-4, f. 4.

[3]Arq. Peréz Rayón Reynaldo, Arq. Chavez Peréz Guillermo. Dictamen relativo a la construcción de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del IPN. Ciudad de México, 26 de septiembre de 1957. AGN, Presidentes/Adolfo Ruiz Cortines, exp. 561.3/109-4, f. 4.

[4]Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas. Problema de los daños causados a los edificios de la Ciudad Politécnica. Ciudad de México, 15 de julio de 1958. AGN, Presidentes/Adolfo Ruiz Cortines, exp. 561.3/109-4, f. 3.

[5]Op. Cit. f.7