El cultivo y producción del algodón ha sido una actividad importante en México desde los tiempos de las civilizaciones mesoamericanas. Su relevancia económica incrementó con la mecanización y explotación en el ramo textil durante el periodo colonial. Con el pasar de los siglos, extensos cultivos orientados a esa especialización productiva se sembraron en diversas zonas del territorio mexicano. Sin embargo, para finales del siglo xix se impulsaron nuevas industrias dedicadas a la extracción de aceites derivados de la semilla de algodón para el consumo humano y como alimento para el ganado.

Durante la segunda mitad del siglo xix, el Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio fue la institución encargada de regular el ramo de la industria y comercio, entre ellas la agrícola. La sección de agricultura de la institución investigó, elaboró y compiló informes de los procesos relacionados a la plantación y cultivo de algodón en diversas regiones del país con el propósito de dar a conocer y estimular la cultura de su producción.

Echemos un vistazo a uno de esos casos. Entre los expedientes de la institución encontramos un informe elaborado por un miembro de la Junta Auxiliar de Geografía y Estadística de la ciudad de Jalapa (imagen 1). No es de extrañar que Jalapa recibiera una especial atención, pues era una zona relativamente joven en el desarrollo de una explotación industrial del algodón por nuevos empresarios locales.[1] Estos se alimentaron de la expectativa de generar grandes producciones algodoneras como en Estados Unidos, con lo cual formaron parte de las personas que realizaron ensayos de cultivo de formas rústicas y algo precarias, pero que a la larga obtuvieron buenos resultados al cosechar algodón de buena calidad.

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Imagen 1. Informe sobre el cultivo y producción del algodón en el distrito de Jalapa, 1865

No sorprende así la necesidad de hacer un corte de caja y sistematizar la experiencia en una región donde el desarrollo industrial llevaba unas décadas. Por otra parte, esto adquirió un significado político especial en medio de la intervención francesa y la necesidad de conocer la economía y la producción del territorio bajo un nuevo gobierno. El informe realizado por el comisionado, como deja saber su creador, era producto de una política de la institución para fomentar algunos cultivos agrícolas centrales y la propia sistematización de la experiencia local se remontaba hasta la época colonial (imagen 2).

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Imagen 2. Primeros párrafos del informe sobre el cultivo y producción del algodón en Jalapa, 1865

Aparte de la gran producción de orientación textil, el algodón se aprovechó en pequeña escala para la extracción de aceites procedentes de la semilla. Durante el proceso de limpia de la planta para la cadena textil, la semilla era retirada y quedaba sin un uso concreto, contrario a Estados Unidos en donde varios agricultores comenzaron a extraer aceite y grasas para consumo humano y subproductos como alimento de ganado debido a su alto contenido proteínico, además de fertilizantes y abono para plantas, productos que comenzaron a adquirir un valor comercial atractivo.

A fines del siglo xix, la nueva industria llamó la atención de algunos empresarios, pues significaba una nueva oportunidad de mercado para un país que tenía los medios para explotarlo. Así fue como lo manifestó Miguel Torres cuando, a fines de 1881, junto con sus socios Santiago Prince y el empresario inglés Juan Douglas, pidieron ante el mismo Ministerio de Fomento una patente de privilegio por el establecimiento en México de la primera fábrica de aceite creado a partir de la pepita de algodón (imagen 3). Los empresarios deseaban instalar la fábrica en el estado de Durango y aseguraban que daría muy buenos resultados para el comercio mexicano, ya que, supuestamente ellos, era un producto desconocido en ese momento y la semilla se desaprovechaba al tratarse como desecho. La glosa al margen del documento dice: “Si está en los requisitos de la ley publíquese, y si algo faltase dígase al interesado” y por otro documento asociado, sabemos que el privilegio les fue concedido e incluso se publicó de manera muy rápida en el Diario Oficial, por lo que la solicitud cumplía adecuadamente con los requisitos.

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Imagen 3. Petición para una patente de privilegio por parte de Miguel Torres y socios para la fabricación de aceite de semilla de algodón, 1881.

A principios de 1882, el representante de Barron, Forbes y Compañía presentó una protesta frente al Ministerio de Fomento por la patente concedida. Para contravenir el privilegio, el representante buscó desmentir la idea de que se trataba de la primera fábrica en México, pues daba cuenta precisamente de la existencia de una en Jauja, Tepic, propiedad de Barron, Forbes y Compañía, la que presuntamente llevaba años produciendo el aceite en cuestión y mencionaba de manera genérica. En tal sentido, buscaba que se eliminase el privilegio y lo defendía como un asunto de dominio público. Por la glosa sabemos que el Ministerio de Fomento convocó a una junta tomando las previsiones necesarias frente a la posible resistencia que pudieran encontrar entre quienes habían solicitado el privilegio (imagen 4).

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Imagen 4. Petición del representante de Barrón, Forbes y Compañía al Ministerio de Fomento para la anulación de privilegio para Miguel Torres y asociados, 1882.

Ahora bien, aunque se presentaba la petición de cancelación bajo un supuesto interés público, podemos cuestionar la intencionalidad y los fines de su promotor si indagamos de quién se trataba: un conglomerado británico, producto de la asociación de Eustace Barron y de Alexander Forbes que desde la década de 1840 había controlado el comercio en la costa oeste de nuestro país.[2] Parece ser que para le época que corresponde al documento que analizamos, la empresa comercial había encontrado un importante nicho de mercado en la explotación de la semilla de algodón e incluso había comenzado a hacerlo de manera informal, o al menos sin el permiso del Ministerio de Fomento. Esta informalidad y discrecionalidad no sorprende, pues es sabido que dicha compañía, además de dedicarse al contrabando, a mediados del siglo xix logró preeminencia mercantil haciendo uso de las posiciones cónsules de Barron (Inglaterra) y Forbes (estadounidense y chilena).[3] Para defender sus intereses habían interferido de manera velada en la política nacional y de manera abierta con la promoción de motines en Tepic,[4] donde tenían instalada su fábrica de aceite.

Si consideramos lo anterior, el caso y el documento adquieren otro significado. No se trataba propiamente de la defensa del interés público, sino del uso de instrumentos legales para la defensa de los intereses privados de un conjunto empresarial que expresaba el dominio del capital británico en el país, el cual no sólo se reducía al mercado formal, también al informal, y que ahora articulaba la explotación de la semilla de algodón. Así, el documento tramitado ante el ministerio nos adentra al mundo de la competencia por la explotación de la nueva industria. La petición de Torres, Prince y Douglas representaba un peligro para el imperio que habían establecido Barron, Forbes y Compañía. ¿Cuál habrá sido el resultado de las reuniones implementadas por el Ministerio de Fomento? ¿Qué acciones habrán tomado Miguel y sus socios?

Una década más tarde, el mercado del aceite de algodón presentó una nueva controversia para la economía nacional al enfrentarse a otras industrias de mayor arraigo nacional. Algunos productores nacionales buscaban incidir en la política del Ministerio de Fomento para proteger la producción nacional de una industria dominada por los norteamericanos. Por medio de la intervención del gobierno estatal, en varios municipios de Michoacán (Espíritu Santo, San Lucas, Zirándaro, Pungarabato y Huetamo), los productores de aceite de pepita de algodón levantaron la voz cuando se corrió la noticia de que el gobierno mexicano firmaría un tratado donde dejaría libres los derechos de importación de este producto, lo que afectaría a los agricultores michoacanos (imagen 5). El problema general residía en que el aceite de la semilla de algodón entraba en competencia con el aceite de ajonjolí que habían logrado explotar con éxito en la región.

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Imagen 5. Informe sobre las solicitudes de productores michoacanos al Ministerio de Fomento para evitar la exención de derechos de importación sobre el aceite de pepita de algodón, 1892.

Una de las comunicaciones de los pobladores de San Lucas fechada el 29 de enero de 1892 hacía más explícita su defensa del aceite de semilla ajonjolí y explicaba las implicaciones en el mercado si se eximía de impuesto al de semilla de algodón. Además, compartía las problemáticas de su producto, desde la trasportación para su venta y los gastos de producción para su elaboración. En esas condiciones, al permitir el libre tránsito las tiendas iban preferir los productos estadounidenses y el precio del ajonjolí se iría en picada (imagen 6).

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Imagen 6. Petición de los pobladores de San Lucas, Michoacán para evitar la libre importación del aceite de pepita de algodón, 1892.

En las letras de los productores se pueden palpar los peligros de una nueva industria en ascenso frente a otra que ya formaba parte de la vida cotidiana de los mexicanos, pero se encontraba en declive: “Desgraciadamente la experiencia de los últimos años nos viene demostrando que baja el precio del ajonjolí y siendo invariables los gastos de producción, nuestra industria escasa pronto concluirá, nuestro comercio tiene poco movimiento y la miseria comienza a invadirnos asombrosamente” (imagen 7).

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Imagen 7. Petición de los pobladores de San Lucas, Michoacán para evitar la libre importación del aceite de pepita de algodón, 1892.

El contenido del expediente no nos deja explorar más allá de las peticiones, ya que no contiene la respuesta del Ministerio de Fomento sobre si el acuerdo era cierto o qué acciones se tomarían; sin embargo, otros expedientes relativos a las industrias nuevas de fines del siglo dejan saber las acciones tomadas por los estadounidenses. Por ejemplo, sabemos que William Hall hizo llegar a la representación mexicana en Washington a principios de 1894 varios documentos relativos a avances en la producción de aceite a partir de la semilla de algodón, entre ellos una nueva máquina para desmotar algodón, la cual podría ser implementada en la industria del aceite de algodón en México. El tema no quedó ahí, pues la Secretaría de Relaciones Exteriores envió un informe y los documentos en cuestión al Ministerio de Fomento (imágenes 8 y 9). No conocemos el destino final del caso de Hall, pero de lo que no cabe duda es del interés del gobierno de nuestro país por aprovechar cualquier potencial oportunidad para aventajar en la explotación de la semilla en cuestión.

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Imagen 8. Notificación al Ministerio de Fomento sobre los descubrimientos de William Wall para producir aceite de semilla de algodón, 1894.

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Imagen 9. Respuesta del Ministerio de Fomento sobre notificación de descubrimientos de William Hall, 1894.

Los expedientes del Ministerio de Fomento son una ventana a las aristas de la explotación de una semilla que se tornó tanto codiciada como polémica para nuestra nación. Entre los documentos se encuentran las aspiraciones de un aprovechamiento racional del algodón, así como las tensiones por la competencia mercantil y las promesas de las propuestas de mejora del proceso productivo. En ellos quedaron atrapados en el tiempo los intereses particulares de empresarios locales, los extranjeros dentro y fuera del territorio, los comunes de los pequeños productores amenazados por la creciente industria y los nacionales del gobierno mexicano. Cada una de estas dimensiones espera ser explorada con mayor profundidad, lo que nos permitirá comprender mejor nuestro recorrido histórico en cuanto a la manera en que ha dado forma a la sociedad lo que se produce, la manera en que se hace, su distribución y la competencia que han dado lugar a formas de consumo en nuestra sociedad a lo largo de siglos.

Referencias de imágenes:

Imágenes 1 y 2. Informe sobre el cultivo y producción del algodón en el distrito de Jalapa, escrito para la junta auxiliar de Geografía y estadística de la ciudad de Jalapa por uno de sus miembros (atribuido), México, 1865, AGN, México independiente, Fomento y Obras Públicas, Fomento, Agricultura, caja 01, exp. 08.

Imagen 3. Miguel Torres al C. Secretario de Estado del despacho de Fomento, Mapimí, 15 de noviembre de 1881, AGN, México Independiente, Fomento y Obras Públicas, Patentes y Marcas, Patentes y Marcas (1ra. Clase), caja 18, exp. 650.

Imagen 4. [Representante de Barrón, Forbes y Compañía] al C. Ministro [de Fomento], México, 1882, AGN, México independiente, Fomento y Obras Públicas, Patentes y Marcas, Patentes y Marcas (1ra. Clase), caja 18, exp. 650.

Imagen 5. Informe sobre las solicitudes de productores michoacanos al Ministerio de Fomento para evitar la exención de derechos de importación sobre el aceite de pepita de algodón (atribuido), Huetamo, Michoacán, 22 de febrero de 1892, AGN, México independiente, Fomento y Obras Públicas, Fomento, Industrias Nuevas, caja 50, exp. 6.

Imágenes 6 y 7. Felipe Rentería, Agustín Borja, Cristóbal Borja, Yreneo López, Domingo Borja, J. M. Loreto, Darío Borja, Epifanio Billela y Tino López al Ministro de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, San Lucas, Michoacán, 29 de enero de 1892, AGN, México independiente, Fomento y Obras Públicas, Fomento, Industrias Nuevas, caja 50, exp.6.

Imagen 8. Sección consular del Ministerio de Relaciones [Exteriores] en México al Ministerio de Fomento, México, 15 de febrero de 1894, AGN, México independiente, Fomento y Obras Públicas, Fomento, Industrias Nuevas, caja 50, exp. 10.

Imagen 9. [Ministerio de Fomento] al Secretario de Relaciones [Exteriores], México, 20 de febrero de 1894, AGN, México independiente, Fomento y Obras Públicas, Fomento, Industrias Nuevas, caja 50, exp. 10.